Anabel Cherubito: "Me acostumbré a vivir con inestabilidad económica"

La actriz analizó su presente, más enfocada en el teatro y fuera de la TV. (de La Razón)

Anabel Cherubito: \
Anabel Cherubito: \

Por Javier Firpo

Dice que la televisión la agarró de muy jovencita, inexperta y hasta ingenua. No entendía nada sobre el rating, tampoco le importaba, pero tal vez su audacia, desenfado y espíritu libre la catapultaron a cierta popularidad en los años noventa. También asegura que nunca se ha sentido ni visto sexy, y que aún hoy le sorprende haber provocado tantos suspiros por su natural espontaneidad. Cálida, sugerente, macanuda, con aire cómplice, hoy, a los 44, Anabel Cherubito transita otra realidad. Sigue siendo tanto o más bella, aunque sus prioridades pasan por tener menos exposición y más introspección.

Madura, con inquietudes artísticas ligadas al teatro y a la pintura, saludable y consecuente con sus clases de yoga que replica vía web, busca, propone y se reinventa. Está abocada a “Ser ellas” (sábados, en El Método Kairós), esa ingeniosa obra de Erika Halvorsen, que imagina el encuentro de tres grandes mujeres de la historia mundial: Eva Perón, Frida Kahlo y Simone de Beauvior. Teatrera, enamorada de la actuación, Cherubito se puso la obra hombro. Encarna a la profesora, filósofa y escritora francesa; de hecho, de su devoción por Beauvoir surge el nombre de su pequeña hija Simona.

“Estas tres mujeres construyeron su propia realidad, ninguna quedó por debajo del hombre que tuvieron al lado (Juan Domingo Perón, Diego Rivera y Jean Paul Sartre). Fueron transgresoras, fuertes... una excepción para la época”, expresa convencida Anabel, con su acento ibérico tan reconocible. “Como el título de la obra lo indica, ‘son ellas’, señoras de las que se ha escrito mucho, por lo que resultaba misterioso e ingenioso, y todo un desafío, juntarlas en una obra de teatro. Así fue como todo el grupo (Erika, Ana Celentano y Fabiana García Lago) decidimos interpelarlas, bajarlas del bronce y, desde el llano, como mujeres de hoy, imaginar un charla entre ellas”, cuenta Cherubito, que logró ponerse en la piel de Beauvoir (1908-1986) porque echó a rodar su sueño, porque apostó por él y, también, arriesgó e invirtió su capital.

¿Por qué tu amor por Beauvoir?

Soy fanática de Simone, de su pensamiento, compromiso social y político, también de su manera de enca rar el amor, como el que tuvo con Sartre. Me cautivó su feminismo en el buen sentido, su voluntad para los estudios filosóficos, que contribuyeron para la liberación de la mujer.

¿Vos fuiste quien motorizó la idea de "Ser ellas" como obra teatral?

Es que la versión original partía de la base de una imaginaria relación epistolar entre Eva y Frida, quienes casualmente, estuvieron internadas en 1952. Me encontré con Erika, la autora, y le propuse agregar a Simone, de quien averigüé que tuvo una relación con Aurora Venturini, colaboradora de Evita. Me enteré que después se fue exiliada a París para ser huésped de Simone y seguramente habrán hablado de Eva.

Está por terminar la segunda temporada porteña. ¿Cuál es el destino de la obra?

Yo la pensé como una movida cultural para llevar de aquí para allá, ésa es mi fantasía. Creo que es una buena ocasión, en estos tiempos tan femeninos, de dar a conocer cómo eran estas tres mujeres de la primera mitad del siglo veinte. Es una pieza sencilla, que dura una obra y cuya escenografía consta apenas de una mesa, una silla y una cama. Anabel nació en Argentina, se fue a vivir a Chile y luego a Barcelona -donde se crió-. Es hija de una bailarina y un guitarrista, que fueron perseguidos por la Triple A y la dictadura chilena. “El exilio es duro y solitario”, recuerda Anabel.

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¿Cómo sentís que está tu relación con la actuación?

Creo que maduró mucho, es inevitable. Los años vuelven más idóneo al intérprete. Hay mayor seriedad, compromiso y sensibilidad, y también más pasión.

Estás menos televisiva…

Elegí el teatro por encima de la televisión, porque en el teatro tengo más posibilidades de autogestión, además de respetar mucho las tablas. Es cierto que por apostar al teatro dejé de hacer cosas en tele, que no me gustaban pero me redituaban. Hasta que tuve que optar y elegí perder plata y ganar más oficio.

¿Qué sensaciones se tiene cuando se trabajo sin disfrutar?

Soy profesional y lo hago con la mayor seriedad. Pero es así, a veces se elige y otras no. Cuando lo hice, sólo fue por lo económico.

¿Cómo es negociar un trabajo cuando se está necesitado?

Y se está más expuesto a perder, porque una está urgida y sin plan b. Son las reglas de un mercado en el que yo soy mi propia representante, y muchas veces gano y otras pierdo.

Sos tu propia manager...

Sí, y no es nada sencillo, pero no tuve grandes inconvenientes, tal vez porque no tengo ambiciones desmedidas. Me acostumbré a vivir con inestabilidad económica, no me asusta, confío en que algo va a salir. Y he sido inquilina toda la vida.

¿La actuación te dispara algún sueño, o vas viendo sobre la marcha?

Me encantaría hacer personajes complejos, pero antes que eso necesito tener trabajo, una cierta continuidad que no se me está dando.

¿Por qué no, suponés?

Los que trabajan en las tiras son siempre los mismos y a mí no me tienen en cuenta. ¿No apelás a ser “eventera” para activar las relaciones y mostrarte? A esta altura de mi vida me deprimiría hacer eso para conseguir laburo. Lo he hecho pero hace años y no ha pasado nada. Cuesta. Una tiene su orgullo y su dignidad.

¿Creés que por haber apoyado algunas medidas del gobierno anterior te pasaron factura?

Yo creo que sí, me han pasado factura. Pero no quiero victimizarme, porque no me arrepiento de lo que hice, y sabía que mi opinión generaría reacciones. Me han insultado de arriba abajo en Twitter, sólo por expresar mis sentimientos políticos.