El Palau Sant Jordi de Barcelona fue el punto de encuentro del grupo “Love of Lesbian”, en el mayor recital comercial de Europa en un año. El valor de la entrada incluía también la realización de un test rápido y una mascarilla de alta calidad, cuyo uso era obligatorio
Cinco mil seguidores se hicieron presentes en un concierto de rock en Barcelona el sábado pasado, tras someterse a pruebas instantáneas de COVID-19, poniendo a prueba su efectividad para prevenir brotes del coronavirus en grandes eventos públicos.
“Será una noche única, disfrutadla”, decía una presentadora antes de empezar la actuación de “Love of Lesbian”, uno de los principales grupos del panorama musical español.
Aunque el resto del país está limitado a congregaciones de no más de cuatro personas en espacios cerrados, los participantes en el concierto obtuvieron un permiso para actuar libremente.
Las medidas sanitarias incluyeron testeos masivos, mascarillas FFP2 para todos los asistentes y una avanzada ventilación y esta fue una excepción en una Europa casi totalmente cerrada por las restricciones pandémicas.
“Estoy muy, muy emocionado. Hacía año y medio que no pisábamos un escenario y alguno ya está llorando aquí arriba”, gritaba el líder de la banda, Santi Balmes tras el primer tema titulado “Nadie por las calles”.
“Es increíble, muy emocionante. Nos habíamos olvidado de esta sensación de gente, es como si fuera mi primer concierto”, declaró Jordi Sanz desde la pista del Sant Jordi, la única zona ocupada puesto que las gradas se dejaron vacías.
“Había muchas ganas de hacer algo diferente, de dar un paso hacia la normalidad”, decía Marina Crespo, de 25 años, quien pese a las medidas de seguridad prefería “mantener distancia”, “estar algo separada”.
Por la mañana, las pistas de baile de tres discotecas de Barcelona, cerradas durante meses, se reconvirtieron en improvisados hospitales de campaña con múltiples carpas blancas y enfermeras de azul practicando tests de antígenos cuyos resultados llegaban en diez minutos.
Si daban negativo, la entrada guardada en una aplicación móvil quedaba ya validada. Una vez dentro del recinto, equipado con un avanzado sistema de ventilación, todos deben llevar mascarillas FFP2 constantemente.
“Esperamos que sea completamente seguro. Durante los 14 días siguientes miraremos cuántos de los asistentes han sido diagnosticados con covid y se reportarán”, explicó Josep Maria Llibre, doctor del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, cerca de Barcelona.
Uno de los datos era la edad; el calendario disponible para registrarla arranca en marzo de 2003, los 18 años marcan la edad mínima de la prueba. La máxima es de 65, pero el calendario no llega a 1956, deteniéndose en marzo de 1957.
Los organizadores afirmaron que se trata del primer evento comercial de esa magnitud realizado en Europa durante la pandemia. Las entradas se agotaron y los tickets, cuyo precio iba de 23 a 28 euros (27-33 dólares), incluyeron el costo de la prueba y la mascarilla de alta calidad, cuyo uso fue obligatorio, a excepción de cuando se come o se bebe en áreas designadas.
El espectáculo cuenta con el respaldo de las autoridades locales y expertos de la Fundación Lucha contra el SIDA y las Enfermedades Infecciosas, basada en Barcelona, que organizó un estudio similar en un concierto con 500 personas en diciembre.
Ellos afirmaron que los resultados de ese caso preliminar mostraron que las pruebas de antígenos y el uso de máscaras fueron eficaces para prevenir infecciones dentro del concierto, a pesar de no existir reglas de distanciamiento social.
El objetivo es “descubrir la manera en que podamos convivir con el covid y hacer conciertos de forma totalmente segura”, dijo a la agencia “AFP” Ventura Barba, director ejecutivo del festival Sónar de Barcelona, uno de los organizadores.
Al concluir el concierto, el líder de la banda, Santi Balmes, expresó “Fue un shock energético, pero es lógico, estamos en época de contención, con el freno de mano puesto. Necesitamos desahogarnos, reemprender nuestras antiguas vidas”.