Pasturas para los caballos

Los caballos, a diferencia de los rumiantes como el ganado vacuno u ovino, tienen una capacidad limitada para utilizar forrajes de bajo valor nutritivo. Por lo tanto, la producción de pasto para ellos exige un mayor nivel de manejo que el que se requiere para otras actividades ganaderas.

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Las pasturas para equinos deberían estar integradas por una mezcla de gramíneas y leguminosas, que se adapten a las condiciones individuales de cada lote, particularidades de suelo y clima, y que puedan tolerar su especial acción de pastoreo. Ellas pueden contener pasto ovillo, festuca alta libre del endófito (Acremonium coenophialum (Albo-lanosa Morgan-Jones Games; Syn Neotyphodium coenophyalum Glenn, Bacon & Hanlin = Epichoe coenophiala), cebadilla criolla no infectada por el carbón de la cebadilla (Ustilago_bullata Berk.) que es inductor de aborto en yeguas y cultivares sin alcaloides de falaris bulbosa. Las festucas de hojas finas tales como festuca roja o rubra son útiles para generar céspedes parejos, para áreas de alto tránsito de los animales y alrededor de bebederos y sectores de vareo, aunque son de escaso valor forrajero y deberían se regadas en nuestro ambiente para ser persistentes. Estas especies tienen como temperatura base para crecer 5º C y un óptimo entre 16-24ºC.

La inclusión de leguminosas en la dieta animal, como forrajeras perennes o anuales como la soja en este último caso provee una adecuada fuente de proteína y calcio. Además, por su habilidad para fijar nitrógeno (N) ambiental elevan el nivel de N del suelo, reduciendo la necesidad de aplicar fertilizante nitrogenado. Las leguminosas que desarrollan estolones son adecuadas para los recursos forrajeros utilizados para estos sistemas de producción y ellas son menos susceptibles a la defoliación intensa. El trébol blanco es usado como recurso pastoreado por equinos, siendo tolerante al aprovechamiento intenso y se adapta a ser asociado con las gramíneas nombradas. Con adecuado manejo el trébol blanco puede permitir persistir por varios años. La alfalfa es incluida para este tipo de pasturas debido a su alta calidad, elevada producción y compatibilidad con algunas gramíneas. La alfalfa tiene como temperatura base para crecer entre 5-10 ºC según cultivar y un óptimo entre 19-25ºC. Los cultivares que tiene coronas subsuperficiales ubicadas más profundas en el suelo son más tolerantes al daño por la defoliación por yeguarizos. El trébol rojo es menos resistente al pastoreo intenso que el trébol blanco y requiere su resiembra cada 2-3 años para mantenerse en una densidad aceptable, además puede contener a la micotoxina llamada eslaframina, producida por el hongo Rhizoctonia leguminicola que produce intoxicaciones, por lo cual no es aconsejable su utilización. El lotus corniculado suele ser usado, pero necesita de cuidados para persistir. Tampoco puede utilizarse las vicias. Ni vicia villosa (Vicia villosa Roth) ni vicia común (Vicia sativa L.) porque las dos presentan sustancias tóxicas para los monogástricos. La primera por el aminoácido no proteíco canavanina y la segunda por cyanoalanina, dos glicósidos conocidos como vicina y convicina, algunos polifenoles e inhibidores de proteasas.

En ambientes secos y cálidos donde muchas de las gramíneas C3 nombradas disminuyen su crecimiento suelen usarse especies C4 nativas, que comienzan a crecer a 15º C y tienen su temperatura óptima entre 32-35º C, y pueden proveer una adecuada fuente de forraje en los meses de verano, como el pasto horqueta (Paspalum notatum Flügeé = P. distachyon Willd. ex Doell, = P. saltense Arech., = P. taphrophyllum Steudel. = P. notatus Flugge), el cuál crece en suelos de mediana a baja fertilidad y pasto miel (Paspalum dilatatum Poir.) que requiere de un ambiente edáfico más fértil y húmedo que el anterior. Las especies anuales son de mejor calidad que las perennes, por ejemplo el mijo perla (Pennisetum glaucum L. Br.) y la moha (Setaria itálica[L] Beauv.). Esta última en estadios tempranos puede ser usada como refuerzo de forraje de verano. Los sorgos (Sorghum spp.) en general, no son recomendados para caballos, aunque sus niveles de cianhídrico sean bajos, ya que la planta frente a situaciones de estrés ya sea por: sequía, heladas o daños mecánicos pueden producirlo y afectan a animales tan sensibles como el ganado caballar.

Todos ellos pueden ser complementados con forrajeras anuales de invierno, que tienen como temperatura base para crecer 1-3º C, tales como: avena o raigrás anual, aunque en zonas más semiáridas se pueden usar trigo o centeno. El uso de los verdeos de invierno es importante en el período de menor crecimiento de las perennes para sostener una carga animal adecuada, sabiendo que la igualdad en el valor general del caballo es de 1,20 equivalente vaca (EV). Para equinos desde el destete hasta los tres años con 600 kg de peso es de 1,04 EV, las yeguas en los últimos tres meses de gestación se le debe sumar 0,13 EV y los potrillos desde el nacimiento hasta el destete el promedio, incluyendo leche y pasto, es de 0,60 EV.

La rotación del pastoreo con los ovinos o los bovinos es beneficiosa, ya que los rumiantes comen las plantas rechazadas por la caballada y de ese modo se mantiene pareja a la pastura y se evita reducir el valor alimenticio de las mismas para los yeguarizos, además ayudan a cortar el ciclo de vida de los parásitos de los no rumiantes. También el pastoreo rotativo atenúa la defoliación heterogénea propia de esta especie animal, que se caracteriza por ser muy selectivo. Por lo tanto, se debe ser cuidadoso en la formulación de las mezclas, sabiendo que prefieren por ejemplo a la cebadilla criolla y los raigrases por sobre la festuca alta y el trébol blanco.

El uso de henos y otros forrajes conservados, suplementos y concentrados, sabiendo que las pasturas pastoreadas en forma directa no cubren todas las necesidades nutricionales de los caballos en la mayoría de los estados fisiológicos, como así los factores de anticalidad y tóxicos de los forrajes requerirán de otro informe.