INTA genera un nuevo desarrollo en variedades de uva de mesa sin pepitas

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha desarrollado nueve variedades de uva de mesa sin semillas. Estas variedades ya están inscriptas en el Registro Nacional de Cultivares de Argentina y, según la agencia, tienen una calidad y productividad sobresalientes.

INTA buenos aires
INTA buenos aires Foto: AgendR

Silvia Ulanovsky, especialista en mejoramiento genético del INTA en la provincia de Mendoza, dijo que todas las variedades de uva de mesa obtenidas mediante técnicas de mejoramiento genético son estenospermocárpicas, lo que significa que producen rudimentos blandos casi imperceptibles en lugar de semillas duras normales. Este es un mecanismo biológico que produce algunos frutos sin semilla, aun cuando estos frutos hayan sido polinizados y fertilizados normalmente. En estos frutos el embrión es abortado pero la fruta continúa su crecimiento. Los restos de las semillas que no se desarrollaron pueden encontrarse en la fruta. Esto es importante ya que es un rasgo que prefieren los consumidores.

Uva sin semilla
Uva sin semilla Foto: Venrne El país

Nuevas variedades

Según el INTA, las nuevas variedades son fáciles de manipular, se pueden mantener frías después de la cosecha y sus frutos tienen un tamaño mínimo de 18 milímetros sin necesidad de recurrir a reguladores de crecimiento.

Tres de las nueve nuevas variedades tienen frutos rojos (Esperanza INTA, Resistencia INTA y Grandeza INTA), otros tres tienen frutos negros (Fernandina INTA, Revelación INTA y Surprise INTA), dos son rojos (Serena INTA y Marisela INTA), y el restante es rosa.

Esta última se llama Delicia INTA y tiene sabor a Moscatel. Es una de las estrellas de las nuevas variedades porque, según los investigadores, es mejor que la variedad tradicional Moscatel Rosado que se cultiva en Argentina y otros países latinoamericanos porque no tiene semillas y su polen tiene mayor fertilidad.

“El cultivo de Delicia INTA en zonas frescas favorece la obtención de uvas de color intenso, lo cual es difícil de conseguir en uvas rosas y tintas en zonas más cálidas”, afirmó Ulanovsky.

El investigador también destacó el largo proceso que implica la mejora genética. “Obtener una variedad requiere un mínimo de 15 años, más recursos humanos considerables para el trabajo que se realiza en laboratorios, invernaderos y en el campo”, dijo.

El consumo de uva fresca sin semillas ha pasado de ser una moda a un gusto definido por el usuario final que define la compra y convalida valores superiores para satisfacer su requerimiento por lo cual, entre que se siembra y produce la nueva planta habrá que esperar un tiempo para poder encontrar en la góndola estas nuevas variedades.