Cuando Micaela Ontivero tenía 2 años le diagnosticaron Hipoacusia Bilateral Profunda, una afección auditiva que no le permitía oír. Tres años después le colocaron un implante coclear para que pueda hacerlo, el cual la acompañó hasta que, por un fallo electrónico, dejó de funcionar y la joven catamarqueña tuvo que resignificar su vida.
A tan temprana edad se vio envuelta en agotadoras obligaciones. Una vez que le pusieron el dispositivo, pasó su infancia y adolescencia yendo a una fonoaudióloga para aprender a hablar, oír e interpretar cada sonido que percibía. Aun así, nada impidió a que se cargue de momentos lindos: amistades, vivencias, amores, desamores, fiestas, viaje de egresados, universidad, conciertos.
En febrero del 2020 viajó a La Rioja junto a una amiga a la Fiesta Nacional de la Chaya. Si hay algo que le gusta a Micaela es la música. Es así como durante la primera noche, la muchacha de 28 años disfrutó la voz y energía de Soledad Pastorutti.
No obstante, su programa casi se ve interrumpido porque, antes de que llegue la segunda noche, la parte interna de su implante coclear falló y dejó de escuchar. Si bien la desesperación y la angustia la invadieron por un rato, decidió secar sus lágrimas y disfrutar del show de Luciano Pereyra.
Superar los miedos y readaptar la vida sin poder escuchar
Dicho dispositivo, según explicó Micaela a VíaPaís, cuenta con una parte externa que se coloca en los oídos, y otra que va en el interior y se instala debajo de la piel a través de una cirugía. El procesador externo transmite la señal al interno a través de un imán y estimula el nervio auditivo, permitiéndole oír.
“Fue la parte interna del implante coclear la que dejó de funcionar por fallas electrónicas, no se sabe con exactitud la causa de esta falla y no es habitual que esto ocurra”, indicó la joven oriunda de San Fernando del Valle de Catamarca.
Desde febrero del 2020 hasta agosto del 2021 se comunicó única y exclusivamente a través de la lectura labial, una habilidad que fue aprendiendo forzosamente con el fin de poder comunicarse con su familia y pareja. También conoce lo básico de la lengua de señas gracias a un curso que realizó.
“En toda mi vida estuvo en mí el miedo de que, algún día y por algún motivo, dejara de oír y no pudiera escuchar mi música favorita, las voces de mi familia, la lluvia, los cantos de los pájaros”, detalló la catamarqueña. No obstante, cuando la pesadilla se hizo realidad, se dio cuenta de que no se acabaría su mundo.
Aun así, tardó en darse cuenta de ello y se vio afectada su salud mental. Durante mucho tiempo le generó ansiedad no poder conocer las voces de sus sobrinos, sus balbuceos, sus risas e incluso sus primeras palabras. También ignoraba la de su novio, Jorge, con quien se conoció luego de que su implante dejara de funcionar.
Después de recibir lo que ella describió como “la peor noticia de su vida”, experimentó muchos bajones emocionales en marzo del 2020. Durante ese mes trató de entender el por qué le había pasado, qué debía aprender de eso. El temor por no volver a oír transitó por su cabeza, la aterrorizó y angustió aún más.
El canto de los pájaros la acompañaba en sus mañanas y la música a todo volumen le daba energía para arrancar sus días. Las voces de sus familiares y amigos eran una melodía, pero tras 17 meses de no poder escucharlas fueron borradas de su memoria, salvo las de sus cantantes favoritos, por motivos que Micaela desconoce.
En este sentido, aseguró: “He aprendido mucho en esos meses, he valorado más cosas que antes no lo hacía, me he animado incluso a abrir un blog escribiendo sobre mi discapacidad auditiva. Definitivamente, los obstáculos que aparecen en nuestro camino nos ayudan a crecer muchísimo, a superar los miedos y a conocernos mejor en situaciones de aprendizajes”.
Entre tanto, como no podía consolarse con la música, buscó y efectivamente encontró otras formas de motivarse: leer, estudiar, realizar cursos, hacer la Licenciatura en Hemoterapia, también ver series y películas subtituladas. Resignificó lo que le había ocurrido y aprendió a vivir los siguientes dieciocho meses sin su implante.
La historia de Micaela Ontivero: ¿cómo fue volver a escuchar?
A fines de julio del 2021 tuvo la cirugía de reimplante en el Hospital Italiano, en Buenos Aires. Durante la misma, extrajeron el implante anterior y le colocaron uno nuevo. No obstante, para la parte externa tuvo que esperar casi un mes hasta que cicatrizaran las heridas por completo.
“En septiembre de 2021, cuando finalmente volví a oír, me dediqué a escuchar todos los videos de mis sobrinos desde el primer día de vida y tuve la oportunidad de poder apreciar el desarrollo intelectual de ambos”, recordó la joven.
Otro momento emocionante fue cuando se lo contó a su pareja... o bueno, cuando lo sorprendió. Él había tenido que aprender a vocalizar y gestualizar de manera tal que ella pudiera entenderle y tener una conversación más fluida.
“El día que pude volver a escuchar él no lo sabía, así que decidí sorprenderlo teniendo una conversación apartando la vista sin la necesidad de recurrir a la lectura labial. Fue un momento hermoso y muy divertido. Volver a oír fue una experiencia muy linda, necesitaba esa libertad de poder hacer los trámites, de hacer las compras o ir al médico sin la compañía de algún ser querido”, comentó Ontivero.
La inclusión: una tarea pendiente en Argentina
Durante dieciocho meses, Micaela tuvo que readaptarse a su nueva realidad. Aprendió la lectura labial, pero también sabía lengua de señas. En este sentido, resaltó la importancia de que la misma sea implementada en las escuelas del nivel primario y secundario con el fin de eliminar todo tipo de discriminación a personas con discapacidad.
Durante 2020 la catamarqueña arrancó a estudiar Licenciatura en Hemoterapia en la Universidad Juan Agustín Maza, en la provincia de Mendoza. Meses después, su implante falló y, encima, la pandemia por el COVID-19 afectó la cotidianidad de todos los argentinos.
“Esta situación provocó que yo estuviera muy aislada de la sociedad y decidí estudiar la licenciatura porque sentí que esa era la única forma para salir de una tristeza que me invadía día a día y poder sobrellevar de la mejor manera esta eventualidad”, señaló.
Debido a la cuarentena obligatoria a la que se sometió el país, las clases se realizaron de forma virtual. Frente a la imposibilidad que tuvo Micaela por leerle los labios a sus profesores y compañeros, la única solución que encontró fue acceder a los documentos escritos, trabajos prácticos y evaluaciones que eran subidos a la plataforma. Así aprobó cada examen, también su tesis y se recibió en diciembre del año siguiente.
A pesar de la compañía y apoyo de sus padres, amigos y pareja, igualmente tuvo que vivir situaciones incómodas e injustas. El contexto de pandemia acompañó a ello.
“Una de ellas es cuando estaba con mi madre en una tienda de ropa para bebes y teníamos planeado comprar regalos para mis sobrinos. Mi madre, al querer comunicarse conmigo sobre un detalle de la compra, se bajó el barbijo para que pudiera leer sus labios”; a pesar de mantener el distanciamiento, recibieron un llamado de atención por parte de la vendedora de local, quien estaba consciente de que Micaela no podía escuchar.
Micaela Ontivero atravesó esta lucha con resiliencia y ayuda de sus padres
Sus padres la acompañaron a los cinco años, incluso dentro del quirófano, cuando fue sometida a su primera cirugía. A partir de ese momento procuraron que su hija sea incluida en la sociedad, y pueda vivir una vida feliz y sin barreras.
Veinte años después, Micaela tuvo que pasar por la misma intervención quirúrgica, pero también contó con ese mismo apoyo y amor que su familia siempre le dio. Aguardaron durante horas en la sala de espera y no se apartaron de ella.
Sus papás fueron un pilar esencial para que saliera adelante frente a cualquier circunstancia. Aun así, aquello fue uno de los tantos factores. Los más importantes fueron la perseverancia que mantuvo durante dieciocho meses, las ganas por superarse y la fortaleza que le surgió desde adentro.
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