El norte de San Luis se yergue como el lugar indicado para disfrutar del turismo minero por los grandes asentamientos que hoy están convertidos en atractivos turísticos. Cada año, estas visitas suman adeptos y generan nuevas alternativas a las tantas actividades que se ofrecen en toda la provincia, como en este fin de semana largo de Semana Santa.
Entre la diversidad de atractivos naturales, la propuesta de turismo minero es una opción ideal en Semana Santa para descubrir las serranías puntanas y la historia que guarda cada uno de esos lugares ocultos bajo tierra.
A continuación, 5 opciones para disfrutar de esta actividad:
1. La Carolina
Se encuentra al pie del cerro Tomolasta, a 83 km de la capital puntana. Allí hay un pueblo cuya actividad identitaria siempre fue la minería. Esta comenzó en el siglo XIX cuando Tomás Lucero, un vecino del lugar, halló oro y lo llevó a aquilatar a Córdoba.
Ese hallazgo motivó a personas de diferentes partes de Argentina y de países vecinos a instalarse en la localidad y convertirse en mineros, lo que generó una verdadera fiebre del oro: desde 1789 y hasta 1810, el pueblo le proveía trabajo a unos 3 mil mineros y obtenía miles de kilos de oro.
Por supuesto, con el tiempo el mineral se agotó y esta historia convierte hoy a esta zona minera en un atractivo especial. Los visitantes pueden descubrir el interior de una mina en desuso en un recorrido guiado, a pie y con elementos de protección, mientras escuchan la historia del lugar.
También pueden ser pirquineros en el Río Amarillo y aprender los pasos de extracción de oro de una manera más artesanal, como lo hacían en aquella época.
2. Gruta de Inti Huasi
A 100 km de la capital puntana, se encuentra la gruta de Inti Huasi (Casa del Sol), un domo de origen volcánico situado en la zona central de las sierras de San Luis.
Esta gruta es considerada como uno de los yacimientos arqueológicos prehistóricos más importante de la provincia y es visitado por miles de personas cada año. Es, inclusive, el lugar donde la banda Los Piojos grabó el videoclip de “Verano del ‘92″ en el año 1996.
La gruta se puede visitar todos los días del año, con entrada libre y gratuita. En el lugar hay una pasarela con exposición de restos óseos y líticos. También, antiguamente se podían visualizar pinturas rupestres, pero perdieron nitidez debido al paso del tiempo y la erosión.
3. San Francisco del Monte de Oro
A 135 kilómetros de la capital puntana, esta es otras de las localidades que tuvo una fuerte impronta minera y es parte del circuito turístico.
Cuenta con 4 yacimientos donde se extraían principalmente oro, wolframio, litio y manganeso.
Las minas están ubicadas entre los 5 y 12 kilómetros de la plaza central del pueblo y es recomendable visitarlas con algún guía del lugar que además provea de elementos de seguridad, ya que están abandonadas y forman parte de un circuito de trekking.
4. Mina de los Cóndores
Se ubica 10 Kilómetros hacia el sudoeste de Concarán y a 120 km de la capital puntana. Fue descubierta a finales del siglo XIX por un lugareño y explotada principalmente por empresas alemanas y norteamericanas.
El principal mineral extraído era wolframio, que se utilizaba para la fabricación de armas. Su apogeo estuvo siempre relacionado a conflictos bélicos, en especial durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Las excursiones hacia esta mina no plantean dificultades de trayecto e invitan a descubrir los túneles húmedos y negros en varios niveles de profundidad, con paredes de tonos azulinos a causa del tungsteno.
La visita a la mina se realiza con un guía que fue minero del lugar, quien provee equipo de seguridad y durante el recorrido cuenta la historia del lugar y datos técnicos sobre la explotación de la mina.
5. Pueblo Escondido
Fue un asentamiento minero ubicado en el Cerro Áspero, que pertenece a la provincia de Córdoba, pero su acceso se realiza desde la localidad puntana de Villa de Merlo.
Este yacimiento minero deshabitado tiene una relación estrecha con historias de guerra y las características de la vida asalariada en el corazón de la montaña.
Este establecimiento funcionó desde finales del siglo XIX hasta 1969, cuando debió cerrar por la baja del precio del tungsteno a nivel internacional y porque su agotamiento en el lugar empeoraba la situación.
En 1995, las estructuras de este lugar abandonado fueron restauradas para fomentar el turismo aventura y se convirtió en un refugio de montaña con un entorno natural paradisiaco.
En la actualidad, cuenta con habitaciones privadas y para compartir, zonas de camping y ofrece servicios gastronómicos para los turistas.
