A tres años del decreto de la cuarentena en Argentina por la ola mundial de coronavirus, hablamos con docentes acerca de la educación en Córdoba en ese periodo. En diálogo con Vía Córdoba, dos profesionales que tuvieron que enfrentar el desfío de la virtualidad, con un mismo objetivo: educar a sus alumnos.
María Celeste Fueyo es docente de lenguas extranjeras en la Universidad Provincial de Córdoba y hace tiempo maneja herramientas de la virtualidad. Por otro lado, Patricio Campos es maestra en la escuela primaria Santiago del Castillo y sus alumnos provienen de asentamientos donde no todos tienen conexión a internet.
¿Cómo te sentiste aprendiendo y descubriendo las distintas herramientas de la virtualidad?
La educadora del nivel terciario siempre estuvo inmersa en el desafío de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Sin embargo, reconoció que el mundo cambió en horas y acomodarse en una pandemia fue complejo.
“Entender el contexto y encontrar lo adecuado para las prácticas docentes y estudiantes me permitió explorar otras alternativas que fortalecieran el proceso de enseñanza aprendizaje de todos los actores”, analizó.
Por su parte, la docente del nivel inicial sintió “miedo” respecto a la enfermedad y luego, empezó a incursionar en herramientas que, reconoce, nunca probó. “Investigar, generar cuentas, contraseñas y demás fue desgastante”, reveló.
¿Qué aprendiste durante la cuarentena?
El encierro nos permitió descubrir y fortalecer aspectos cotidianos, profesionales y personales. En este contexto, la profesora de idiomas aprendió a “gestionar tiempos y tener mayor autonomía a la hora de preparar clases y contenidos para acompañar las demandas”.
En paralelo, con una mirada más colaborativa y cooperativa a nivel profesional, reforzó “trabajar con docentes de la carrera y de otras materias para promover la construcción de saberes en diferentes contextos”.
Mientras que, la mujer que no tenía experiencia con las TIC, descubrió un mundo nuevo: “Aprendí a usar mucho la tecnología, evaluar de manera diferente y crear vínculos importantes para este momento”.
¿Cómo fue dar clases desde casa?
El aislamiento social preventivo y obligatorio nos obligó a realizar todo tipo de actividades en el mismo lugar. “Pude gestionar tiempos de otra manera, con clases ya preparadas y listas para los encuentros sincrónicos”, dijo la mujer analizando qué fue dar clases en su hogar.
Sin embargo, aclaró que factores externos como el uso masivo de internet complicaba las instancias de clases de vez en cuando. Por este motivo, programaba clases con anterioridad para prever futuros inconvenientes.
La docente del colegio Castillo precisó que dar clases desde su casa fue “complicado” porque tuvo que convertir una parte de la misma en aula. En su caso, no pudieron usar la plataforma virtual para reunirse y por eso, hizo videos que luego enviaba por Whatsapp.
“Tener el aula en casa significaba grabar mientras la familia dormía o hacía una actividad en el patio para contar con el silencio necesario”, contextualizó y aclaró que era muy difícil coordinar los tiempos.
¿Qué recordás a nivel profesional del proceso de cuarentena estricta?
La cuarentena se alargaba cada dos semanas en un contexto en el cual se tomaban decisiones sobre la marcha. En este sentido, la profesional recordó el desconcierto por la implementación de políticas públicas educativas. “Teníamos directivas que no eran coincidentes con las realidades en las aulas”, reconoció.
Sobre las mismas, admitió que comprenderlas e implementar estrategias ante tanto desconcierto y diversidad de estudiantes era un gran desafío. En paralelo, recuperó que fue una muy buena oportunidad de aprendizaje en cuanto a cooperación, autogestión, atención y preparación de material.
“Recuerdo muchas exigencias, pero pocas certezas de lo que debíamos hacer” dijo en sintonía la docente de segundo grado. Además, aseguró que lo que lograron los maestros y las maestras junto a los directivos y directivas “fue completamente solos”.
Retroceso, igualdad o avance en el aprendizaje
Mucho se dijo acerca de los resultados del trabajo y aprendizaje virtual a lo largo de estos tres años y se abrió el debate “retroceso, mantenimiento o avance en el aprendizaje”. Fueyo explicó: “Es difícil definir una postura porque en pospandemia se empezaron a visibilizar los diversos aprendizajes que cada uno pudo realizar durante el encierro”.
“Por su diversidad, una parte de la comunidad educativa quedó en procesos de guía y acompañamiento. Mientras que, otros aprendieron a ser totalmente autónomos”, ponderó. Por supuesto, destacó que hay aprendizajes que no se concretaron por condimentos como la conectividad, falta de dispositivos tecnológicos, situaciones familiares y laborales.
En conclusión y a grandes rasgos, la educadora de la carrera de Turismo entiende que hubo avances si se entendía que era necesario e imprescindible aprovechar el tiempo y la cantidad de recursos que permitían aprender.
Del otro lado de la brecha digital, Campos opinó que no hubo un retroceso, sino un punto de “quiebre que marcó un antes y un después” en la educación que abrió interrogantes y caminos por explorar.
A tres años del decreto, ¿cómo está la situación en Córdoba?
Al final del encierro, todos nos reunimos con familiares, amigos y seres queridos para abrazarnos y reflexionar sobre las enseñanzas aprendidas. La maestra expuso que nada es estable: “Estamos en constante aprendizaje y los desafíos que se presenten hay que enfrentarlos con la mejor predisposición”.
“La importancia de valorar el tiempo y su paso. La calidad de vida y el disfrute por las labores que cada profesión nos otorga”, indicó la profesional de la UPC. En tiempo, aseveró que las instancias de aprendizaje fueron radicales para pensarnos como seres humanos que convivimos con otros dentro de diversas realidades.
“El acompañarnos, el aprender de y con otros para buscar soluciones que nos permitan un mundo mejor en todos los aspectos”, concluyó.
