En 1998, cuando con apenas 5 años, Florencia Ogara supo que el fútbol estaba destinado a ser una parte fundamental y protagónica de su vida, hablar de fútbol femenino en Argentina era prácticamente una utopía. Porque si bien desde comienzos de la década del ‘90 la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) había creado oficialmente un torneo de fútbol femenino, la tradición futbolera (mal entendida, claro está) mantenía excluida y al margen a la mujer del rol protagónico. Pero ni a Flor, ni a su madre Roxana ni a su papá Eduardo esto pareció importarles demasiado, porque se unieron para que el camino de Flor detrás de la pelota comenzara a marcar su ruta y que terminaría por ser histórica.
Este domingo, 23 años después de aquel lejano 1998 y ya con toda una carrera profesional y destacada a cuestas (campeona nacional con la Selección de Mendoza e integrante de la Selección Argentina de Futsal, entre otros laureles), Flor viajará con destino a Italia para convertirse en flamante refuerzo del Perugia. Se trata de un tradicional equipo de esa región homónima de Italia y que milita en la A2 (segunda división) de la Liga italiana de Fútbol de Salón.
“Me voy a vivir de jugar al fútbol”, destaca a Vía Mendoza con emoción y entusiasmo la joven de 28 años, quien aquí en Mendoza divide sus días entre su trabajo como profesora de Educación Física, entrenamiento por la tarde – noche y partidos los fines de semana. “Jamás he estado por mucho tiempo jugando afuera. He salido y viajado por torneos con la Selección Argentina solamente y hasta ahora. Y la verdad es que lo vivo con ansiedad y con felicidad. Es un sueño desde chica; poder trascender en el fútbol y llegar a la Selección Argentina ya fue un sueño, pero este es un nuevo capítulo que me toca vivir ahora”, reflexiona Flor desde su casa en Guaymallén y mientras prepara sus bolsos para viajar a Italia.
La joven, que incluso llegó a pensar en irse a Buenos Aires para probar suerte en el fútbol femenino 11, ha jugado al futsal en Huracán Las Heras, Don Bosco, UNCuyo, Pacífico y en el Tomba. Y ahora se ganó –a raíz de un incansable esfuerzo- la posibilidad de sumar experiencia internacional.
“Logré llegar a Italia con ayuda de un representante. Al no tener ciudadanía italiana, es más difícil porque cada equipo tiene solamente un cupo extra comunitario. Y así encontramos que el Perugia no lo tenía ocupado, por lo que vieron mis videos y me hicieron un contrato por 8 meses”, sintetiza la joven.
Futbolista desde siempre
Luego de aquellos años lejanos en los que, mientras vivía en Buenos Aires, Flor pudo hacerse un lugar como pudo en un fútbol dominado por los hombres; el camino que fue haciendo Ogara a su andar no supo de límites (ni lo sabe tampoco por el momento). “Mi mamá y mi papá me apoyaron desde siempre. Cuando tenía 5 años, fueron ellos quienes lograron –entre tantas críticas que surgieron- que yo pueda empezar a jugar al fútbol entre varones. Y recién con 11 años, mientras vivía en Uspallata, me aceptaron en un equipo de varones de allá. Al futsal femenino empecé a jugar a los 13 años, pero recién a los 18 empecé a jugar con continuidad. Y desde entonces no he parado”, resume Flor. Y se muestra feliz y orgullosa del empoderamiento que ha conseguido el fútbol femenino en los últimos tiempos.
A nivel internacional existen dos ramas fuertes de lo que es el fútbol indoor. La primera de ellas es la disciplina que se rige por la FIFA y la AFA (la misma en la que el seleccionado masculino de Argentina disputará la final este domingo contra Portugal). Esta, conocida como Fútbol de Salón, es la que disputará Florencia en la serie A2 de Italia. Sin embargo, todos los equipos y torneos en los que ha jugado la joven hasta el momento –incluyendo aquellos en los que vistió la camiseta celeste y blanca- están nucleados en lo que se conoce como AMF (Asociación Mundial de Futsal). “La principal diferencia tiene que ver con quien rige u organiza los torneos”, aclara.
Campeona nacional con la Selección Mendocina (apodada como La Borravino) en 2016, un año después Flor cumplió otro de sus sueños de siempre: jugar con la Selección Argentina femenina y representar al país. “Fue en 2017, y fue un año movidito porque tuvimos Eliminatorias, Sudamericano y Mundial, todo junto. Este año se tendría que haber jugado el Mundial Femenino, pero se suspendió por la pandemia”, agrega.
El entusiasmo del nuevo desafío
Si hay algo de lo que sabe –y bien- Flor Ogara es de sacrificio y esfuerzo. Un día en su rutina la encuentra trabajando como profesora de Educación Física entre las 11 y las 20, para luego dedicarle algunas horas al entrenamiento. Mientras que los fines de semana siempre hay partidos.
“A Italia me voy a jugar al fútbol y nada más. Acá todo termina siendo muy a pulmón, con una pagando de su bolsillo todo lo que haga falta para entrenar y jugar. Pero allá voy a entrenar profesionalmente, 3 o 4 veces por semana, más los partidos. Llegó el momento en que me voy a ir a vivir del fútbol”, acota con una indisimulable alegría.
Lo que le deparen los próximos 8 meses –y después también- es algo en lo que a Flor no le gusta hacer futurismo ni adentrarse demasiado. Por lo pronto, sus expectativas están puestas en llegar y aportar lo suyo en el Perugia. Y, por qué no, hacer historia y contribuir en el ascenso del club italiano a la máxima categoría.
“Más allá de que es profesional, por lo que me han contado algunas chicas que ya están jugando en Italia, el nivel no es muy distinto al de Mendoza. La verdad es que el nivel en Mendoza es muy alto y es algo que quedó demostrado y pudimos ver representando a la selección provincial. El nivel local está muy avanzado”, sintetiza con orgullo.
Sus padres, en tanto, ya le han prometido que la irán a visitar a Italia cuando y las veces que puedan, por lo que el desarraigo no es algo que preocupe demasiado a la talentosa deportista mendocina y que llevará su habilidad y destreza al Viejo Continente.