La aritmética del amor: cuando el pasado condiciona el presente

Para vivir plenos, vivir mejor, debemos resolver el pasado individual, evitando proyectarlo en una nueva relación.

La aritmética del amor
La aritmética del amor

Cada integrante de una pareja trae consigo una maleta cargada de mandatos familiares y sociales, conflictos irresueltos con sus progenitores, un modelo de pareja bueno o malo que ha aprehendido de sus padres (que se busca imitar o revertir), experiencias con parejas anteriores maravillosas o terribles (demasiado idealizadas como para superar o excesivamente detestables como para atreverse a confiar otra vez).

De alguna forma, cada uno de nosotros lleva adentro una muchedumbre que se combina con la muchedumbre del otro, dando lugar a una verdadera multitud que batalla en el inconsciente. Por eso, en lo que respecta a cuestiones de amor, uno más uno nunca es igual a dos. Jamás de los jamases.

Es bastante común, sobre todo en una pareja reciente, que las heridas no sanadas de una relación anterior sean proyectadas en el vínculo nuevo. Si idealizaste a tu pareja previa o no has superado del todo aquella historia, no será tan raro que quien ocupa ahora ese lugar no te parezca suficiente. Si tu pareja anterior te ha engañado, tampoco será extraño que te cueste confiar en un nuevo amor. Y si aquella pareja del pasado, y por la razón que fuera, te causó gran angustia, puede que aún tengas miedo de volver a involucrarte emocionalmente y que, por ello, no desarrolles un sentimiento profundo por quien ahora te acompaña. Como se ve, la relación de dos nunca es de dos.

Muchas veces, al iniciar un nuevo vínculo, se tiende a responsabilizar a la nueva pareja por cosas que realmente no tienen que ver con ella. Como si miráramos al otro, pero no sólo con nuestros ojos, sino a través de un cristal compuesto por muchos otros que han formado parte de nuestra historia.

Por eso, sobre todo al comenzar un nuevo vínculo, debemos ser prudentes y no cargar de culpas a este ser que estamos conociendo por aquello que otro nos hizo en el pasado. De igual forma, es sustancial que seamos precavidos para que esta nueva persona que llega a nuestra vida no nos endilgue lo irresuelto de su historia.

Sólo podemos hacernos cargo de aquello que tiene que ver con nosotros mismos. Es imprescindible marcar un límite y corrernos de ese lugar incómodo donde a veces otros nos colocan y que no nos pertenece. ¿Por qué es tan importante corrernos? Porque para vivir plenos, vivir mejor, debemos resolver el pasado individual, evitando proyectarlo en una nueva relación.

La mayoría de las veces, esta resolución sólo depende de que aceptemos que el pasado se ha ido. Pero si algo todavía nos "llama" desde aquel pasado es porque no hemos elaborado el duelo pertinente y aún buscamos resolverlo a través de un sustituto (pareja actual).

Por eso, cuando se trata de comenzar una nueva pareja, siempre es conveniente preguntarse: ¿Mis relaciones anteriores están condicionando positiva o negativamente a mi relación actual?