Una mujer de 86 años que se encuentra internada en el Policlínico Pami II, con múltiples fracturas, escribió una conmovedora carta pidiendo que alguien adopte a su perrita Lola, a la que ya no puede cuidar.
Nilda Villagra es el nombre de la abuela que no puede caminar y que una vez que se recupere, será trasladada a un geriátrico. Sin embargo, lejos de preocuparse por su salud, está muy pendiente de lo que pueda ocurrirle a su mascota.
Por eso le trasladó su angustia a su médica, Pamela Llaneza, quien también es protectora de animales. "Veía que lloraba mucho y me comentó que está preocupada por su perrita Lola", comentó la facultativa y agregó que mientras su ama está internada, el animalito está solo, por lo que quiere encontrarle pronto un nuevo hogar.
Para eso, escribió una carta con la particularidad de que pareciera haber sido elaborada por la propia Lola. La misiva dice lo siguiente: "Nombre: Lola; edad: 8 años aproximadamente; raza: mestiza, tamaño mediano, pelaje negro con manchas color canela. Mi historia: mis anteriores dueños me abandonaron cuando yo tenía más o menos tres o cuatro añitos. Deambulé por cualquier lado del barrio Arroyito por días y semanas, desesperada, con hambre y con sed, y hasta perdí mi pelo", comienza diciendo.
"Me acerqué a la puerta de un zaguán, agotada por completo. Por amor a los animales y compadecida de mi estado, la señora Nilda, dueña de ese departamento, me permitió entrar en su casa y con premura me recogió. Llamó a un profesional veterinario y con sus cuidados y poco a poco fui recuperando mi salud y apariencia", continúa.
"Ella pensó que una vez que yo recuperara mi salud me pondría en adopción en un hogar donde me brinden contención, cariño, cuidados, condiciones de las que fui huérfana desde que nací. No sé si fui castrada o nací estéril. Los médicos que me revisaron o aseguraron el motivo de mi esterilidad. Por lo tanto no tengo los períodos de celo", prosigue.
Allí es cuando habla de la "separación" involuntaria que ambas están padeciendo. "Ella está internada en un policlínico y yo provisoriamente soy atendida por una persona que colabora momentáneamente hasta que aparezca alguien que me acepte y me brinde su hogar y su cariño", sostiene.
"No está en nosotros, mi ama y yo, proseguir nuestra vida juntas. Ella tiene 86 años y su estado de discapacidad le impide dedicar la atención que una mascota requiere. A pesar del dolor que representa esta separación, ella tiene mucha fe en que el Creador bendecirá la misma", apunta.
"A la persona o familia que reciba a Lola, mi agradecimiento eterno. Me producirá gozo con el tiempo saber algo de ella y de la persona que me adopte. Con mucha tristeza, pero a la vez con mucha fe, que se cumpla mi deseo. Ruego al señor que colme de bendiciones a todas las personas que intervinieron en esta cruzada solidaria", finaliza la emocionante carta, a la espera de algún corazón bondadoso.