¿Y ahora? El resultado de las elecciones legislativas de ayer deja al peronismo cordobés en una posición en la que no ha estado nunca en lo que va del siglo: quedan dos años para las elecciones a gobernador y está, según lo marcan los nombres y los números, en clara inferioridad de condiciones.
José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, sus dos principales figuras y aliados de fierro en dos décadas, deberán pergeñar una nueva estrategia para lograr levantar el aplazo de esta elección. El primero hizo todo lo posible porque se sepa que no jugaba en esta elección ¿Pretenderá ungirse en el “salvador” del peronismo cordobés o continuará agazapado buscando una nueva chance nacional?.
El segundo se ataja con una verdad: la elección se nacionalizó y el Macri vs. Cristina (en Córdoba, obviamente, ganó el primero) lo dejó muy lejos de la competencia, y de ahí esta resonante derrota.
Lo que viene. Por fuera de ellos dos está (o debería estar) la renovación del PJ; o habría que decir la “no renovación”.
Es que no aparece un jugador claro que, a tan poco del 2019, sea el imán que atraiga algo más que solamente el voto peronista. Está Llaryora, ahora diputado nacional electo; está Passerini, que se quedó en el borde del Congreso Nacional; está Alejandra Vigo, pero todo indicaría que la esposa de Schiaretti jugaría para ser intendenta de la Capital cordobesa. ¿Algún tapado?
Difícil.
Y un tercer problema, tal vez el mayor: la oposición unida. Ya no está Luis Juez por un lado, la UCR por otro y el PRO o algún otro partido disgregando votos. Cambiemos es una ancha avenida en la que viajan todos y que, de no mediar un desastre a nivel nacional en el gobierno de Macri, debería entusiasmarse con volver a juntar el 40 por ciento del electorado dentro de dos años. Claro que para eso falta todavía, y que la interna de Cambiemos amenaza con ser crudísima.
EL DATO. El Gobierno provincial esgrime los altísimos nivel de aprobación de la gestión de Schiaretti para destacar que, cuando la elección sea, ejecutiva, otro puede ser el resultado