¿Qué es la agricultura inteligente?

la agricultura debe transformarse, intentando aumentar los rendimientos.

Agricultura inteligente
Agricultura inteligente Foto: Via Campo
Agricultura inteligente
Agricultura inteligente Foto: Via Campo

Según la FAO, en el año 2050 la población mundial habrá crecido un tercio, lo que nos situará en torno a los 10,000 millones de habitantes. Si persisten las tendencias actuales de crecimiento, la producción agrícola tendrá que aumentar un 60% para poder satisfacer la demanda esperada de alimentos y forrajes. Por tanto, la agricultura debe transformarse, intentando aumentar los rendimientos, en un entorno cada vez más difícil, con los efectos adversos derivados del cambio climático, además de una creciente limitación en la disponibilidad de los recursos.

Así pues, mejorar la seguridad alimentaria, mitigar el cambio climático y preservar los recursos naturales de los ecosistemas, requiere llevar a cabo una transición hacia sistemas de producción agrícolas que usen los insumos de forma más eficiente, cuyos rendimientos tengan más estabilidad y, por tanto, menos variabilidad, presentando de esta forma, una mayor resistencia a los riesgos e imprevistos que puedan aparecer. Para lograr todos estos objetivos, se precisa un cambio radical en la manera de gestionar la tierra, el agua, los nutrientes, el clima y los recursos disponibles, para ser empleados más eficientemente.

Los avances de la ciencia, el desarrollo tecnológico y la alta capacitación humana, entre otros aspectos, influyen de manera determinante en este proceso de transición, en el que se ha definido la “agricultura inteligente” como aquélla en la que se integran distintas actividades de precisión, como el uso de sensores, dispositivos de medición y aplicaciones informáticas, que permiten obtener información detallada, en tiempo real, de las distintas variables que influyen en el comportamiento de los cultivos.

De este modo, permite el análisis de numerosos datos recopilados (suelo, condiciones climáticas, riego, nutrición vegetal, nivel de plagas y enfermedades, etc.), los cuales facilitan el proceso de toma de decisiones, además de poder realizar informes estadísticos, de trazabilidad, ejecutar acciones preventivas o correctivas, emitir alertas, etc.

Por tanto, esta metodología ofrece un mayor control de las condiciones del entorno de los cultivos que las técnicas empleadas en la agricultura tradicional. Además, es un sistema en constante evolución, que puede incorporar todas aquellas variables requeridas por los clientes, en base a las demandas del mercado.

La agricultura inteligente, no es capaz solamente, de gestionar de manera óptima todo el ciclo productivo, sino también las etapas cruciales de cosecha y manejo postcosecha del producto final, por ejemplo, controlando la temperatura durante todo el proceso de la cadena de frío.

Las principales ventajas o beneficios que presenta este tipo de agricultura son:

- Reducción de costos. Requiere unos gastos de inversión inicial, pero después, durante el ciclo productivo, el uso de los insumos es más preciso y eficiente. Lo que supone un ahorro progresivo de capital.

- Mejoras en la gestión de los cultivos. Las situaciones de estrés, o amenaza, para las plantas se minimiza, debido al monitoreo y control del entorno de éstas.

- Optimización en el empleo de recursos materiales y humanos. Ocurre lo mismo que en el caso de los costes. Al disponer de valores precisos, se hace un uso más eficiente de los recursos disponibles.

- Aumento del rendimiento por hectárea cultivada. Obviamente, con la toma de datos de los distintos factores que influyen en la plantación, se consiguen unas condiciones óptimas de desarrollo que dan lugar a un rendimiento superior.

- Mayor calidad de producto final. Los procesos de control de los productos frescos son más precisos, obteniendo por tanto, una mejor calidad de éstos. Además, existe una disminución del número de frutos descartados.

- Cumplimiento de exigencias nacionales e internacionales. Los requerimientos de producción y comercio son también más fáciles de satisfacer con estos sistemas innovadores.

En la Conferencia sobre Agricultura, Seguridad Alimentaria y Cambio Climático de La Haya (2010), la FAO señaló que en esta “agricultura climáticamente inteligente” (CSA), deben integrarse las tres dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y medioambiental. Del mismo modo, para la Organización Mundial, ésta debe basarse en tres pilares fundamentales:

  • Incremento de la productividad y los ingresos agrícolas de forma sostenible.
  • Adaptación frente al cambio climático.
  • Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en las zonas donde sea posible.

Es importante señalar que, llevar a cabo estas modificaciones en el ámbito de la agricultura, exige cambios considerables en los gobiernos, a todos los niveles, así como en la legislación, política y mecanismos financieros. Esta transformación implicará, además, una mejora del acceso a los mercados por parte de los productores y empresas agrícolas.