Por Santiago Puddington (spuddington@larazon.com.ar)
Un barcito perdido, luces tenues, algún que otro plato acompañado de un vino y una guitarra. Sin demasiado ruido, mimetizándose con el público en este clima intimista que inspira e invita a dejarse llevar mientras se recorren los temas de su vida musical... Es el lugar ideal para Iván Noble, que hace poco se enchufó a su pasado con un mega show en el estadio Único de La Plata -de los recintos más grandes del país- junto a Los Caballeros de la Quema, pero que prefiere esta desconexión en su propuesta "Al fin solos", con la que estuvo todo el año girando por el país y el viernes lo tendrá en el Teatro Tango Porteño, en el marco del ciclo Conciencia Rock.
"Son dos tipos de disfrute muy distintos, el de Caballeros fue muy adrenalínico y absolutamente hormonal. Muchos recuerdos y emoción, pero esto es otra cosa: los sentimientos pasan por otro lado, es la otra cara de la moneda, en plan súper minimalista", cuenta Iván que enseguida se preocupa por aclarar que lo otro "fue un paréntesis", un "gustito" que se dieron pero que "era puntual" y que lo suyo va mejor solo.
Hoy podés darte ese gusto de ir y volver de una banda.
Sí, es eso, darme el gusto. Seguiré solista y si hay algo que lo amerite haremos shows con Los Caballeros. Hace mucho aprendí a disfrutar de esta cosa anfibia de pasar de lo grande al fogón sin escalas.
Para promocionar tu presentación te definen como uno de los mejores del rock nacional, ¿te hacés cargo de ese título?
No, nuestro rock tiene una distancia muy grande entre la camada de los solistas como Charly, Spinetta, Fito, Cerati y el resto. Hay una diferencia muy grande, es difícil sentarse a esa mesa, la vara está muy alta. Yo sigo tratando de hacer canciones y que me gusten cada vez más. Canciones por las cuales yo pueda dar la cara. No hace falta que sean geniales, no hay tanta gente genial...
¿Y con el halago como te llevás?
Depende cómo sea, si es genuino o impostado. Pero siempre es bienvenido, básicamente todos queremos que nos quieran pero los que subimos a un escenario un poco más cualquier halago nos ayuda un rato.
Muchos temen que tanto mimo les termine moviendo el piso...
Puede pasar si sos muy joven o si te tomás todo muy en serio. Yo tengo casi 50 y la mitad de mi vida es mi carrera, de a poco me convierto en un tipo con trayectoria y por suerte ese momento de mareo o de estar al borde de ser un estúpido ya lo pasé, creo. Pero no hay que tomarse todo muy en serio, hacemos canciones y después no es gran cosa. Hay que bajarle la solemnidad y la cosa sacra a este oficio, yo lo trato de combatir desde ese lugar.
Con tanta carrera, ¿es difícil hacer una canción que te guste y te deje conforme?
No sé si difícil pero como ya hay mucho atrás, cuesta no comparar. También es complicado no sospechar que lo mejor tal vez ya se hizo, es una pregunta que a la larga me termino haciendo. No creo que pase sólo a los que hacemos canciones, también a los actores o directores de cine. Es cruel pero al fin y al cabo la gente termina comparando lo nuevo con los momentos más cumbres, si es que uno los tuviera, y ahí salimos perdiendo. Incluso los tipos que más nos gustan ya hicieron lo mejor, desde Al Pacino hasta Charly García, pero si es así qué le vas a hacer... A mí me cuesta hacer canciones porque termino diciendo lo mismo de siempre. Uno termina hablando de lo mismo y bueno, en esa lucha estoy...
¿Vos ya hiciste lo mejor?
No lo sé. Ojalá que todavía no. Si en mi próximo disco hay dos o tres temas que sobrevivan al tiempo y las pueda tocar en diez años, es porque están bien. Creo que los discos tienen dos o tres canciones fuertes y el resto acompaña. Salvo que seas un tipo genial, pero es difícil y aparte debe ser mucho laburo, je.
¿Y en qué está tu nuevo disco?
Todavía falta. Este año toqué mucho y estuvo lo de Caballeros, el año que viene tal vez salga, pero todavía no escribí ni una canción, recién terminé un libro de relatos cortos que va a salir a fin de año, pero canciones no.
"Argentinamente" fue tu último tema dedicado a la política, ¿por qué quedaron atrás esos temas?
Es una mirada muy personal. Desde que me hice solista me siento cómodo en un lugar de introspección, con canciones que hablan de la piel para adentro y no hacia afuera. Y me sentí cómodo en ese lugar haciéndome preguntas más que teniendo respuestas.
Lo cual no implica que no vuelvas a cantar sobre política...
Probablemente ya no con el ímpetu que tenía en la época de Caballeros. Uno se va decepcionando y pensando que la vida va por otra parte, entonces te terminan interesando más las cosas espirituales, del alma y el corazón.
¿Cuál sería tu ideal de felicidad?
Morirme dentro de mucho, con el hipotálamo más o menos intacto y rodeado de nietos.
¿Pensás en ese tema del paso del tiempo?
Quince veces por día... Cada vez más. Yo creo que a partir de cierta edad es el gran tema, eso y todo lo que conlleva. El crecimiento de tus hijos, la vejez de tus padres, uno que se va convirtiendo en un tipo tirando a mayor... Lo demás no importa, si tu equipo pierde la final de la Libertadores o si se te rompe el motor de la heladera, esas son desgracias menores al lado de esto. La única desgracia es que el tiempo pasa.
¿Cómo te ves de acá a un futuro?
Me gustaría ser una versión mejorada de mí mismo y me gustaría verme escribiendo. Este libro que acabo de terminar espero que sea el puntapié inicial de una vocación verdadera, que es la de escribir. Me imagino con menos momentos en el escenario y más escribiendo en casa.
¿Vas a dar el salto a la literatura?
En diez años probablemente sí.
¿Sería un retiro de la música?
No, un gusto más que me quiero dar. Me gustaría empezar a elegir dónde y cuándo tocar.
Casualidad o no, el show del viernes en el Teatro Tango Porteño (Cerrito 570) forma parte del ciclo solidario Conciencia rock que se centra en una gran campaña de concientización social para fomentar la lectura. El músico, además del recital, pasará por una escuela para explicar la importancia de la lectura en sus composiciones.