Ciudad a ciudad, Argentina en red | jueves, 21 de noviembre de 2024
Ciudad a ciudad, Argentina en red
Hábil como pocos para la mordacidad, Umberto Eco le hizo decir a un personaje de sus novelas que, a los parisinos, desde hace por lo menos un siglo, les gusta hacer barricadas. Que luego se derrumben ante el primer cañonazo es algo que no parece contar mucho: las barricadas se hacen para sentirse héroes.
A la expectativa de este 25 de mayo y con el drama terminal del país que ella describe, la vicepresidenta no se animará a pedir el voto para volver, pero sí mostrará su decisión como una huida estratégica y necesaria.
El mayor riesgo institucional que enfrenta el país es la decisión del Gobierno nacional de abandonar su obligación de conducir una transición ordenada hacia el 10 de diciembre para convertirla en una retirada caótica. Predomina una lógica enrevesada en la que se mezclan la desesperación por la aceleración inflacionaria y el interés de los principales responsables de la administración por echarse culpas mutuamente.
Sergio Massa impone una diplomacia frenética para conseguir dólares que estarían más cerca si se olvida de ser candidato. Juntos por el Cambio suma su operativo clamor para que se presente Cristina. En la desesperación de quién será el candidato que intente salvar al oficialismo, el país se hunde en una profunda crisis económica.
En un círculo vicioso, sin solución a la vista, la aceleración de la crisis económica está sumergiendo al país en un desorden institucional mayúsculo que acrecienta a su vez las dificultades para enfrentar el derrumbe de la economía.
Con la decisión de no ir por la reelección, Alberto Fernández ahora es formalmente un presidente en transición de salida. Sin embargo, el panorama del oficialismo aún no queda del todo claro.
El país se sumerge en una crisis política y económica profunda que parece invisibilizarse ante los tres referentes de gobierno, quienes hasta el momento no han renunciado a la carrera electoral.
El crimen de Daniel Barrientos, el colectivero asesinado en La Matanza, dejó al descubierto la falta de empatía de los funcionarios políticos.
¿Quién será el candidato del Gobierno que llevó la inflación anual a más del cien por ciento y hundió en la pobreza al 40 de los argentinos? Esa pregunta atraviesa de punta a punta el debate interno del cuarto gobierno kirchnerista. Cristina Kirchner, la estratega central del oficialismo, todavía no le encuentra respuesta a esa pregunta.
Solo en países como la Argentina puede ocurrir que el mismo ministro de Economía que hace dos meses gastó 1.000 millones de dólares del Banco Central para anunciar una recompra de bonos de la deuda externa haya sido el que esta semana decidió el asalto a los ahorros en dólares del sistema jubilatorio para evitar una crisis terminal en las reservas.
En medio de la crisis que atraviesa el gobierno de Alberto Fernández, solo hay dos cosas ciertas: cuándo serán las PASO y el contexto social de alta inflación.
Será que nadie en el país cree demasiado en todo lo que dice en sus discursos Cristina Kirchner. Sólo así se explica el enorme descentramiento que la vicepresidenta se permite entre su responsabilidad política actual y el colapso terminal del país que describe mientras gobierna.
El discurso del presidente Alberto Fernández en la apertura de las sesiones ordinarias intensificó la grieta y generó polémica en distintos sectores. El olvido de las ineficientes políticas durante su gestión, el ataque a la Corte y a la oposición fueron las bases de sus dichos.
La carrera electoral deja una serie de preocupaciones por la actualidad económica que está manejando el gobierno.
Argentina empieza a sumarse a una escena donde además de la crisis económica y el creciente malestar social, se avizoran conflictos para la gobernabilidad.
La inflación del país es la más alta desde 1991, sin embargo, el Gobierno festeja que no llego al 100% y su expresión más notoria es el intento destituyente contra la Corte Suprema de Justicia.
Desde hace meses, nadie esperaba un fallo distinto al que sacó la Corte Suprema sobre la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires. Nadie en los Tribunales, nadie tampoco en el Congreso, nadie entre los gobernadores, nadie en la Casa Rosada.
Al final de un año aciago, la cabeza colegiada de la Justicia parece ser la única institución de los tres poderes constitucionales que se resiste a paralizarse frente a la crisis política.
Fueron dos hechos: la condena y la catarsis. Ambos destinados a proyectar un peso decisivo sobre el ciclo histórico que vive el país.
“Romper lo que haga falta” es el mantra del Gobierno nacional para mantener la supervivencia política.
