Kika Bustos comenzó vendiendo en una escuela y hoy tiene su microempresa

Juana “Kika” Lucero es la representación de la mujer sanluiseña que todo lo puede: familia, trabajo y cumplir sueños a la vez.

Algún día espera contar con sus elementos propios para realizar eventos.
Algún día espera contar con sus elementos propios para realizar eventos.

Hace 61 años nacía una mujer en estancia Charlone. Ella crecería en Alto Pelado, con sus 12 hermanos y padres. Comenzaría una vida muy dura, teniendo que comenzar a trabajar a los 9 años para ayudar con los gastos de la casa. Si bien las durezas no han parado, hoy es una mujer de familia, que cuenta con una microempresa que ella misma comenzó. Esa mujer es Juana Lucero, aunque todos la conocen como Kika Bustos.

Su microempresa comprende de cocinar y vender comida casera. Es una de las pocas mujeres en el ambiente gastronómico de la región que se dedica a la comida criolla. También realiza eventos para centros de jubilados o escuelas. Sus especiales en la cocina son la carne a la masa, locro, empanadas y pernil.

Su vida dura no la detuvo, sigue trabajando con amor, dedicación y profesionalismo.
Su vida dura no la detuvo, sigue trabajando con amor, dedicación y profesionalismo.

Juana es una mujer que desde muy joven trabajo en las tareas domésticas para poder subsistir. A los 13 años se trasladó permanentemente de su pueblo Alto Pelado al capital de San Luis para trabajar en la casa de unos conocidos de la familia. Años más tarde, allí conoce a su esposo.

Con el pedido a su esposo de un horno de barro comenzó su amor por la cocina. Ahí ella comenzó a cocinar panes y pastafrolas, que rapidamente dió inicio de pedidos. Poco tiempo después empezó a trabajar a honores en el kiosco de una escuela cerca de su casa, el colegio ‘Lucio Lucero’. Allí la cocinera vendía sus famosas pastafrolas.

Se hizo tan querida de las maestras del lugar, que un día le pidieron que cocinara locro. Y ahi, no solamente su casa se convirtió en comedor de las maestras del colegio por cinco años, sino que tambén nació su renombrado locro, que hoy es uno de los platos que más vende. “Acá hoy ya no necesito hacer publicidad porque la gente ya sabe que hago locro y cada año se suma más gente”, nos contaba Kika. Hoy llega a vender desde 300 a 400 porciones de locro y mil empanadas en la temporada de 25 de mayo.

Su clientela creció cuando llevaba viandas a la jefatura de la policia, también cerca de su casa. Dió otro salto cuando amigos de su marido, compañeros del Poder Judicial, descubrieron que Kika cocinaba una carne a la masa deliciosa. Ahí nació otro de sus platos más pedidos.

"He llegado a cocinar hasta 750 kilos de carne a la vez, todo al horno de barro", nos comentaba Kika sobre su famosa carne a la masa.
"He llegado a cocinar hasta 750 kilos de carne a la vez, todo al horno de barro", nos comentaba Kika sobre su famosa carne a la masa.

La cocinera de 61 años realiza eventos, pero carece de la vajilla necesaria, entonces la alquila: “Es un sueño mío poder tener vajilla, manteles y demás para poder hacer los eventos más completos”.

Pero Juana sufre muchos problemas de salud y ha tenido que vivir momentos muy duros en su vida recientemente. Sus médicos le han prohibido trabajar: padece de presión alta, hernias de disco y escoliosis. Sin embargo ella no deja de trabajar, se hizo cargo de sus nietos luego de que falleciera hace 10 meses su hijo mayor. “Trabajo para ellos, para darles lo necesario y para enseñarles, que ellos puedan seguir con este trabajo”, nos decía la sanluiseña. Su familia es su equipo: sus sobrinos son los mozos y sus hermanos la ayudan a cocinar para los eventos más grandes. A su vez, nos contó que está enseñándole a sus nietos para que ellos luego se hagan cargo del negocio.

"Le doy trabajo a mi familia, ellos son mi gente, mi equipo".
"Le doy trabajo a mi familia, ellos son mi gente, mi equipo".

Durante la pandemia trabajó lo justo y necesario, ya que en marzo falleció su hijo y se tomó su tiempo para poder hacer el duelo correspondiente. Su primogénito murió en Misiones, lo que implicó mucho gasto y tramites para la familia.

Además de la vajilla, sus sueños pendientes incluye remodelar su espacio de trabajo y agregar más hornos. Hace poco, una tormenta acabó con dos de sus hornos, lo que la lleva a trabajar incómodamente.

Agradece a su familia y sus clientes por permitirle seguir el recorrido que comenzó hace 30 años atrás. “Tengo una clientela que vale oro”, concluyo Kika.