Estrés de fin de año: claves para distinguir entre los estresores y poder manejarlos

Se acercan las fiestas y resuena la palabra “estrés”. Tips para entender que no todos los estresores son iguales y advertir cambios en nuestro cuerpo.

El estrés aumenta por fin de año. (Imagen ilustrativa Web)
El estrés aumenta por fin de año. (Imagen ilustrativa Web)

Por Lic. Flavio Calvo*

El 2020 fue un año particular en el cual los casos de estrés aumentaron y la salud se vio afectada en diferentes formas. Además, ahora se acerca el cierre del curso lectivo, Navidad y la celebración de Fin de Año, fechas que generalmente aumentan el estrés. Por eso es clave entender cómo funcionan los distintos tipos de estresores y advertir los cambios en nuestra conducta y nuestro cuerpo para poder disfrutar del último mes del año.

Cuando una persona sufre de estrés no solo está involucrada su conducta o su estado de ánimo: también se relaciona áreas orgánicas que como las hormonas, lo glandular, neurotransmisores y el sistema inmunológico.

Todos estos cambios están relacionados con cómo una persona percibe la realidad que lo rodea. Todos estos cambios internos y externos suceden cuando “se percibe” que las demandas son mayores que los recursos que se poseen. Si una persona entiende que tiene más demandas que recursos necesarios para responder a esas demandas, es cuando se siente bajo una sensación de amenaza, que lo sitúa en una sensación de alerta constante y que produce cambios a nivel orgánico en el sistema endocrino.

Regalo de navidad (Foto: LNE)\u002E
Regalo de navidad (Foto: LNE)\u002E

Cuando una persona está en situación de alerta por algo que considera una amenaza, las glándulas suprarrenales comienzan a liberar adrenalina. La adrenalina cumple una función vital en el organismo, ya que, ante una situación de amenaza, prepara al cuerpo para pelear o para huir. Por esta razón, el corazón comienza a palpitar más fuerte y la respiración se vuelve más acelerada, ya que el cuerpo necesita que la sangre oxigenada llegue a las extremidades para darle lo necesario para que las piernas puedan correr o los brazos puedan golpear.

Cuando el hombre primitivo se encontraba con un león en la selva tenía dos opciones, o corría lo más rápido que podía y trataba de escapar, o buscaba algún tipo de palo para golpearlo y defenderse. Es por esta razón que la adrenalina se libera y perdura en el cuerpo diez minutos, el tiempo necesario para escapar o defenderse, aunque sus consecuencias pueden durar varios minutos más.

Frente a esto la realidad es que, si la situación de alerta permanece, aun cuando la adrenalina bajó, es entonces que el organismo pone en marcha otros neurotransmisores, como el cortisol. El cortisol, que cumple una función similar a la adrenalina, es liberado también por las glándulas suprarrenales, pero su duración es mucho más amplia. El problema del cortisol es que, además de sostener el estado de alerta, pone en pausa el sistema inmunológico, por lo cual, cuando una persona está en constante estado de alerta (es decir, estresado) su sistema inmune no funciona, por eso está más propenso a adquirir cualquier enfermedad o malestar que esté fuera del cuerpo o que el mismo organismo genere.(Más adelante hablaremos más sobre la adrenalina, el cortisol y su relación con el estrés).

Lo importante de esto es advertir que todos estos cambios glandulares, fisiológicos, orgánicos, comienzan por un pensamiento, por una idea, o una creencia. La creencia que los genera es la de que los recursos con que se cuenta no son suficientes para las demandas que el contexto presenta. Ante esta situación de amenaza, más allá de todo lo orgánico que explicamos anteriormente, surgen emociones como la angustia, la ansiedad y la preocupación mental. Todo esto produce un sufrimiento anticipado, es decir, se empieza a sufrir solo por creer que algo puede llegar a suceder, aún sin que eso suceda.

Cuando, ante una situación diferente, la persona entiende que los recursos que posee sirven para abarcar las demandas que se le presentan, esa situación se percibe como un desafío, lo que moviliza tanto los recursos internos como los externos para el crecimiento personal.

Existen muchos mitos sobre el estrés y por eso es importante estar bien informado. (Foto: Ilustrativa Web)
Existen muchos mitos sobre el estrés y por eso es importante estar bien informado. (Foto: Ilustrativa Web)

Las seis áreas del estrés

No todos los estresores son iguales. Ni todo el estrés es igual, por lo cual es necesario diferenciar lo que es el estrés positivo del estrés negativo, el eustrés de lo que es el distrés.

Eustrés es probablemente una palabra que pocos conocen. Esta palabra se refiere al estrés positivo, a ese que es necesario en la vida de una persona. Este estrés ayuda a las personas a ser conscientes de sí mismos, a salir de su zona de comodidad y a correr riesgos calculados que no son peligrosos, sino que los ayudan a mejorar el desarrollo personal y a crecer como personas.

Dentro de este tipo de eustrés se encuentran tres áreas:

En el área 1 se encuentra el más alto eustrés, donde las actividades son interesantes, pero a la vez son muy agitadoras, cuando el trabajo es agradable, pero es excesivo en intensidad y tiempo, o los deportes que son muy extenuantes o riesgosos.

En el área 2 hay tareas y deportes o actividades interesantes que presentan un desafío a la propia capacidad. Está involucrada la capacidad artística, los viajes y los cambios dentro de la capacidad tolerable.

En el área 3, el eustrés es insuficiente. Los estímulos son inferiores a los mínimos requerimientos para la vida interesante y divertida. Cuando un trabajo es cómodo, repetitivo, y la seguridad social y económica no presentan exigencias.

El distrés: es el estrés desagradable, el estrés en sí mismo.

En el área 4 se encuentra el bajo distrés, la estimulación o las exigencias son escasas o muy simples, en contextos desagradables. Por ejemplo, un trabajo repetitivo, o un bajo nivel socioeconómico.

En el área 5 es un nivel de distrés tolerable, los estímulos o situaciones son displacenteros, las tareas o exigencias se entienden como superiores a la capacidad de la persona, los plazos son insuficientes. Pueden surgir enfermedades de adaptación, como por ejemplo, hipertensión o enfermedades reumáticas.

El área 6 presenta un nivel intolerable de distrés. Conduce a la fase de agotamiento, ya con afecciones graves (infarto, ACV, úlceras).

El secreto, por lo tanto, está en saber distinguir entre uno y otro tipo de estrés, saber eliminar nuestro distrés y producir las cantidades adecuadas de eustrés para avanzar en nuestras vidas. ¡Si lo conseguimos, seremos mucho más felices!

El estrés por los exámenes afecta a los estudiantes a fines del ciclo lectivo. (Imagen Ilustrativa Web)
El estrés por los exámenes afecta a los estudiantes a fines del ciclo lectivo. (Imagen Ilustrativa Web)

Estresores normativos y no normativos

Dentro de las diferencias en cuanto al estrés están los que se llaman estresores normativos y estresores no normativos. Los estresores normativos son aquellos estresores que son esperables a lo largo del ciclo vital. Hay ciertas situaciones que pueden producir estrés, que la mayoría de las personas vive.

Estos estresores normativos son exigencias específicas que van a enfrentar las personas para lograr los cambios evolutivos propios de cada etapa. Como se dijo anteriormente, el tema no está en que la situación sea estresante de por sí, sino en cómo puede ser nuestra interpretación de dichas situaciones, lo que puede hacerlas más o menos estresantes. Dentro de los estresores normativos se encuentra el nacimiento, el ingreso a la escuela, el comienzo de una relación, el matrimonio o el comienzo de una convivencia, el nacimiento de hijos, nido vacío (cuando los hijos dejan el hogar), muerte

Hay también estresores no normativos, estos hacen referencia a situaciones que no son esperadas y que de acuerdo a la propia interpretación de las mismas pueden ser generadoras de estrés. Estos estresores no normativos pueden ser normales o catastróficos.

Entre los estresores no normativos normales se puede hablar de conflicto de valores, problemas con compañeros de trabajo o jefes (mobing), enfermedades, adulterio, falta de pareja, situaciones de discriminación, malas relaciones interpersonales, robos donde no estuvo en juego la vida, enfermedades.

Dentro de los estresores no normativos catastróficos se puede poner como ejemplo: incendios, robos violentos, situaciones de rehenes, terremotos, tsunamis, otros problemas climáticos graves, enfermedades crónicas o muerte inesperada de alguien cercano, prisión, violaciones.

*Calvo es Licenciado en psicología, docente, tallerista y autor (MN: 66869).