Marcos Juárez: una noche con los dueños de la noche

Pasada la medianoche lluviosa, los seis equipos de recolectores de la Dirección Municipal N1, ubicada en el Barrio Sur frente al cementerio, se preparan para salir a recoger los residuos de Marcos Juárez.

Los dueños de la noche marcojuarence.
Los dueños de la noche marcojuarence.

Hasta ese punto de partida llega Vía Marcos Juárez con el visto bueno del encargado de Parques y Paseos, Jorge Dantonio, quien aceptó, amablemente, el pedido de sumarse a los dueños de la noche.

Las Direcciones en la ciudad son dos, la N2 está ubicada en el barrio Villa Argentina, zona norte, y se encarga de la juntar los desechos de dicho barrio, Puerto de Palos y El Panal.

Vía Marcos Juárez arribó a su punto de encuentro alrededor de las 23 50 y se dirigió al encargado de la Dirección, Polo. Él ya había sido avisado por Dantonio entonces invitó al medio a pasar a su oficina a tomar mates con algunos de los empleados. Fue prefefrible quedarse afuera para observar cómo eran los preparativos previos a la salida y poder charlar con algunos de los recolectores que estaban alistando los vehículos.

De los seis equipos listos para partir, dos se dirigieron a la Zona Sur de la ciudad y los otros cuatro al Centro. Eran dieciocho los empleados que salieron a “adueñarse de la noche marcojuarence” para que, al día siguiente, todos tengan la ciudad limpia.

Vía Marcos Juárez se subió a la compactadora junto a Emanuel, flaco de estatura mediana, de 22 años y oriundo de Leones que viaja todas las noches para trabajar en la ciudad. El recorrido comenzó con una “tirada” por Irigoyen, desde Beiro hasta Fuerza Aérea, que luego continuo por Sáenz Peña y así sucesivamente hasta la ruta.

Se intentó realizar la labor de juntar bolsas con los dos empleados que iban atrás del vehículo pero fue en vano porque no se tenía el calzado apropiado. “Lo único que sirve son zapatillas. Y no importa si llueve o no”, dijeron los muchachos. Además, es muy costoso seguirles el ritmo. Hay que correr todo el tiempo.

A su vez, explicaron algunas técnicas para agilizar el trabajo. Una de ellas es colgar la mayor cantidad de bolsas por dedo; entran cinco aproximadamente. Otra es que en el comienzo de la calle se baja uno y se encarga de juntar toda la cuadra. Realiza una “montaña” de desechos en la esquina para que cuando el vehículo viene de vuelta frene una sola vez.

La segunda y ardua parte de la labor ya había comenzado y fue ahí cuando Emanuel habló del compañerismo y los códigos que existen entre ellos. “Si un equipo termina antes que otro, nos avisamos por Whaatsap y vamos a ayudarlos. De esa manera terminamos todos más rápido”, dijo. Un dato de color fue que en un momento había muchos residuos en una esquina por lo que el chofer decidió poner el vehículo de culata y bajarse a ayudar a los dos de atrás.

Muchas veces suelen los recolectores encontrar productos que son valuables para ellos, entonces lo que hacen es dárselos al chofer para que los lleve consigo en la cabina. Una vez finalizado su labor, se los llevan a su casa.

Emanuel también comentó que no hay que tener vergüenza para hacer lo que ellos hacen. “A lo mejor pasamos por un restaurante y están todos bien vestidos y nosotros así no más juntando basura. Eso no tiene que importarnos”.

Algo muy importante y que alegró mucho fue que, si bien hay mal educados que los insultan o menosprecian, hay otros, en mayor cantidad, que los saludan y les emiten una sonrisa. Ellos hacen un trabajo que muy pocos aguantarían.

Luego de tres horas juntos, Vía Marcos Juárez decidió bajarse del vehículo. Ellos seguían. Tenían que terminar con las “tiradas” y después partir rumbo al basural donde dejaban todos los desechos. Si el día siguiente a la recolección es laboral, los dejan sobre una cinta que los separa para ser reciclados. Sino, son arrojados a las montañas de basura que se encuentran en el basural.