Durante la pandemia, algunas transexuales que ejercen la prostitución en Roma pidieron ayuda a la parroquia de la Santísima Virgen Inmaculada al no poder realizar la actividad que les daba el sustento. Un cura las ayudó y les sugirió que escribieran al Vaticando explicando su situación. Enseguida recibieron asistencia (alimentos, dinero y hasta la vacuna) y, en agradecimiento, cada miércoles comenzaron a ir a la Plaza San Pedro para saludar al papa Francisco, cuya bendición ya se conviritió en una costumbre.
Algunas de las mujeres trans son Marcela, Minerva y Claudia. Ellas esperan a los miércoles, cuando de madrugada dejan las calles del litoral de Roma para llegar al Vaticano y recibir el saludo del papa, luego de la audiencia entre cardenales, obispos y autoridades. Andrea Conocchia, el párroco de Torvajanica, fue quien les ayudó en aquel fatídico 2020 y quien hoy las acompaña para asistir a dicha audiencia general.
Fue Andrea quien le pidió a sor Geneviève Jeanningros, una monja francesa que conocía Francisco desde que era Bergoglio, que interceda para que las chicas lo puedan saludar. Días después, llegó la respuesta: “El papa quiere conocerlas a todas”.
Fue el propio Francisco quien les dijo: “A los ojos de Dios somos todos iguales”. Así lo recuerda Marcela, que es uruguaya, mientras enseña una foto de aquel día de abril en la que aparece con la bandera de su país sobre los hombros. Ella fue de las primeras en saludar al Sumo Pontífice.
En aquel primer grupo también estaba Naomi Cabral, una argentina que fue hallada muerta el pasado 6 de octubre en la habitación de un hotel de la costa romana, en donde recibía a los clientes. “El papa les ha dicho a las otras chicas que tiene una foto de Naomi en su escritorio para recordarla”, confiesa Marcela.
“Nuestro papa va adelante con el mundo”
Claudia Vittoria Sala es argentina y cuenta entre lágrimas: “Cuando el Papa me puso la mano en la frente me sentí tan pura, feliz, libre de todos mis pecados porque hay gente que tiene mas pecados que yo”. Y agrega: “Hay una Iglesia que no discrimina a los trans y a los gays. A mí el Papa me ha recibido, me ha ayudado, también económicamente. Fue una gloria de Dios. Las que discriminan son las personas, van a misa y luego no nos dan trabajo”.
Señala que el próximo 19 de noviembre, el día que celebra su cumpleaños, volverá para saludar a a volver a ver a Francisco: “Es mi regalo, no quiero otra cosa”. Claudia cuenta que al papa le gustaron sus empanadas por lo que las llevará nuevamente.
Por su lado, la peruana Miverva Mota Nuñéz cuenta emocionada que cuándo dio la mano al Papa, “la mano de un niño, con esa piel tan suave” sintió que la “estaba limpiando”. “Yo cuando era chiquito iba a la parroquia, pero luego cuando fui trans me alejaron, pero ahora estoy aquí. He vuelto a acercarme. He vuelto a venir a mi misa”, dice con alegría.
Marcela dice haberle agradecido al papa porque fue por él que “recupero la fe”. “Yo fui criada en una familia católica, pero cuando uno comienza la transición la gente te va alejando y también la Iglesia. Tuvimos ese rechazo pero también es verdad que era otra generación. Ahora nuestro Papa va adelante con el mundo”, subraya.
Por su lado, el cura Andrea explica que la experiencia que vive en la audiencia “es un don, una gracia”. “Los miércoles, el Papa saluda a pequeños grupos de personas transexuales que él a través de su caridad, del limosnero vaticano, ha ayudado durante la pandemia y que después ha querido encontrarlas y conocerlas personalmente”, destaca y asegura que el papa “las escucha”. “Francisco se acuerda y pregunta ¿cómo está? ¿cómo le va? y pide, por ejemplo, si pueden llevarle alguna empanada más hecha por ellas”, dice.
“Es una experiencia muy bonita, un ejemplo de una Iglesia de acogida, abierta y disponible que quiere incluir de verdad e integrar a todos sus hijos, a todos, con su unicidad, su valor, y obviamente su diversidad”, concluyó el párroco.