"No soy la mejor chef de Chile, ni de Latinoamérica, soy la que tiene el privilegio de estar en este escenario". Con esas palabras Carolina Bazán abrió su discurso al recibir el premio a la mejor chef de la región (Latin America's Best Female Chef 2019).
"Este mundo de la cocina en las mujeres es una gran paradoja. Por un lado somos tan pocas acá, las nominadas a este premio se pueden contar con los dedos de mis manos. Y me pregunto: ¿por qué ocurre esto si las mujeres desde el origen de la humanidad han sido chefs por excelencia?", avanzó.
Con sus rastas rubias y mucha frescura, Carolina fue osada y aplaudida por buena parte del auditorio de la ceremonia de los Latin America's 50 Best Restaurants en Buenos Aires. Debajo de su poncho tenía algo guardado para el final del speech: una remera con la estampa Girls can do anything (las chicas pueden hacer cualquier cosa).
Cierto es que hay mayoría masculina en las premiaciones y también cuando se habla de restaurantes en general los que figuran como propietarios y alma mater son hombres. Algo casi a contramano del sentido común.
"Decidí aceptar este premio porque en latinoamérica son millones las chefs invisibilizadas. Mujeres que siembran cultivan y transforman el maíz en alimentos, que preparan hierbas sanadoras, que multiplican los ingredientes, con sus puestos en la calle o en sus cocinas. Las abuelas transmiten a sus nietas los conocimientos y así se va creando una cultura, una identidad", dice Carolina en otro tramo del discurso.
Ya más relajada, lejos del escenario la responsable de Ambrosía le repetirá a Vía Gourmet la pregunta que incomoda pero también es muy lógica: "¿Por qué premiar a las mujeres y no a los hombres o por qué no quitarle el apellido: que sea solo premio al mejor chef o la mejor chef, da lo mismo. ¿Por qué hay que hacer una diferencia?".
"Todo el mundo habla de 'Carolina Bazán, la chef' pero yo siento que realmente antes de salir de mi casa hice un trabajo", cuenta antes de enumerar una rutina en la que cualquier mujer moderna podría verse reflejada: trabajar en la casa por la mañana, de ahí ir al restaurant, volver a seguir trabajando y luego al restaurante de nuevo.
"Nadie habla de que hay otro trabajo (para la mujer). Vivimos en un mundo machista y se supone que el hombre es el proveedor y llega a la casa cansado y no tiene que trabajar", señala Bazán, a quien la maternidad también puso en modo reflexivo y con ganas de "mostrar" a las mujeres más que nunca.
¿Cómo fue abrirse paso en la gastronomía en ese mundo machista?
Yo lo tuve bien fácil porque empecé muy chica a cargo de la cocina. Se me dio esa oportunidad y nunca pensé en realidad que iba a llegar tan lejos. Para mí era un trabajo, muy entretenido. Y ha sido difícil compatibilizar la maternidad porque cuando tú eres joven tienes todas las ganas de trabajar (yo puedo trabajar las 24 horas del día) pero llega un momento en que eres madre y ya no tienes trabajar esas 24 horas del día, porque quieres estar más en la casa también".
"Para mí la cocina es mi vida. Yo si no tuviera hijos estaría todos los días metida adentro de la cocina", añade.
El final de su discurso es algo que también parafraseó en la entrevista: "Desafío a hacer visibles a las millones de chefs y ojalá esta industria les dé la oportunidad de abrirse camino y salir de las cuatro paredes de sus cocinas. Que el mundo sea menos hostil para que lo logren".
"El desafío es que más temprano que tarde este premio pierda su apellido porque el mundo también nos pertenece".
Cómo es la cocina de la mejor chef latinoamericana, Carolina Bazán
Ambrosía, el restaurante de Carolina Bazán ocupa el puesto 30 la lista de los 50 mejores restaurantes de Latinoamérica. Está en Santiago (Chile) y trabaja con ingredientes locales bajo una influencia de la cocina francesa ya que la chef se entrenó en ese país durante sus primeros años.
Bazán define a su cocina como “cosmopolita, un poquitito de todas partes”. Entre los platos típicos están las ostras frescas con manteca a la naranja, pastas caseras con trufas chilenas y yema de huevo, y el ciervo salvaje con puré de champiñones y verduras.
El discurso completo de Carolina Bazán en la ceremonia de Latin America's 50 Best Restaurants
"Sin duda soy la mejor de Latinoamérica...Para mis hijos. Digámoslo: no soy la mejor chef de Chile, ni de Latinoamérica, soy la que tiene el privilegio de estar en este escenario.
Cuando me llamaron para ofrecerme este premio no me tomó por sorpresa, ya había hecho las matemáticas: somos pocas y me sentí confundida, dudé si aceptar por lo que significa. Porque este mundo de la cocina en las mujeres es una gran paradoja. Por un lado somos tan pocas acá, las nominadas a este premio se pueden contar con los dedos de mis manos. Y me pregunto: ¿por qué ocurre esto si las mujeres desde el origen de la humanidad han sido chefs por excelencia? ¿Por qué somos tan pocas las que hemos podido llegar a este lugar de privilegio? La respuesta es: porque estamos ocupadas cocinando.
Nosotras siempre hemos sido protagonistas de la cocina, “paramos la olla” - como decimos en Chile-. somos generadoras del calor de hogar, unimos a las familias, está en nuestro adn. Las mejores recetas nacen dentro de las cuatro paredes de nuestro mundo privado.
Decidí aceptar este premio porque en latinoamérica son millones las chefs invisibilizadas. Mujeres que siembran cultivan y transforman el maíz en alimentos, que preparan hierbas sanadoras, que multiplican los ingredientes, con sus puestos en la calle o en sus cocinas. Las abuelas transmiten a sus nietas los conocimientos y así se va creando una cultura, una identidad.
La gran paradoja surge cuando me pregunto: ¿en qué minuto este espacio comenzó a ser dominado por los hombres? Me parece genial que la cocina trascienda el género y que los hombres se hayan hecho camino en ella. Pero esto no trasciende las cocinas de los millones de hogares de Latinoamérica porque este territorio aún pertenece a las mujeres.
En esta carrera por hacerse visibles las mujeres por diversas razones y en muchos ámbitos hemos ido quedando atrás. Por mucho que queramos estar en la carrera por participar en el mundo público van apareciendo obstáculos y prioridades. Debemos atender nuestras casas, cuidar de nuestros hijos y además cumplir con las expectativas del mundo exterior.
El camino es pedregoso para nosotras y muchas no logran llegar. ¿Somos nosotras los que debemos pertenecer y encajar en este mundo o es el mundo el que debe abrirnos paso a nosotras?
Con toda esta reflexión puedo concluir que esta industria tiene mucho camino por recorrer y al aceptar este premio estoy diciendo “No es sólo mi premio, es el premio de todas las que no tienen este privilegio”. Desafío a hacer visibles a los millones de chefs y que ojalá esta industria les dé la oportunidad de abrirse camino y salir de las cuatro paredes de sus cocinas, y que el mundo sea menos hostil para que lo logren.
El desafío también es que más temprano que tarde este premio pierda su apellido porque el mundo también nos pertenece".