Es bióloga y trabaja como docente en una escuela hospitalaria, donde busca que los chicos continúen con su trayectoria escolar

María Eugenia Paz es bióloga, pero comenzó a ejercer la docencia hace 26 años. Hoy, trabaja en dos escuelas con realidades muy diferentes, pero en ambas la mueve el mismo objetivo: ofrecer una educación igualitaria a todos sus alumnos.

Enseña robótica en una escuela rural correntina y creó un proyecto para achicar la brecha de género en las ciencias

“Doy clases en un colegio privado y en el Hospital de Pediatría Garrahan, y quiero que las dos escuelas reciban lo mismo en calidad y contenido”, destaca Eugenia, de 51 años, “Los chicos quieren y necesitan lo mismo. Todos pueden ir a una feria de ciencias y demostrar lo que aprendieron”.

El trabajo de Eugenia se destaca por la motivación que busca generar en sus estudiantes, particularmente en un contexto desafiante como es una escuela hospitalaria. Allí impulsa diferentes proyectos vinculados con las ciencias: desde la experimentación, hasta la participación en olimpíadas y ferias de ciencias. También busca movilizar a sus alumnos a trabajar en equipo y vincularse unos con otros para superar las adversidades que enfrentan a diario.

En la escuela del Garrahan, ubicada en la ciudad de Buenos Aires, Eugenia también se enfrenta a dos realidades distintas: los chicos que están internados -quienes toman sus clases en la cama- y aquellos externados, que van a la escuela para tomar sus clases. En ambos casos, el objetivo principal es que puedan continuar con su trayectoria escolar.

En muchos casos, estos niños y adolescentes viajan de otras provincias o países, solo con sus padres. “Son chicos que están sin sus pares y se encuentran bastante solos”, explica la docente y una de las seis finalistas del Premio Docentes que Inspiran.

La ciencia como motor

Entre sus diversos proyectos, Eugenia impulsa la Feria de Ciencias, una iniciativa con la que sus alumnos de la escuela hospitalaria participaron de la Feria de Arte y Ciencias en 2019 y 2020 y con la que llegaron a la instancia nacional en los dos años. “Los motiva el pensar, el hacer, ponerse en protagonista”, cuenta la docente, “Pensé que iba a ser difícil por la situación que están atravesando, pero la verdad es que siempre me sorprenden”.

“Me despierta curiosidad en el sentido de buscar un objetivo y llegar a la conclusión”, dice Tadeo Trinidad, un chico de Asunción, Paraguay, al que Eugenia le da clases en el Garrahan, “¡Termina la clase y querés saber más!”. “Esa calidad humana de los profesores no tiene precio porque son puro amor”, destaca Rossana, mamá de Tadeo.

“Trabajar en la escuela hospitalaria es un desafío, nunca sabés qué va a pasar el día siguiente. Llegás y quizás no están porque se fueron a su provincia. O quizás ya no están más… pero sabemos que hay otros chicos que te están esperando, y uno continúa. Eso es lo que te impulsa a seguir”, concluye.

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