"El día que me iba para Mendoza mi mamá me despidió con unos ñoquis bárbaros, ja".
Victorio Ramis, a sus 23 años, esboza una sonrisa desde Mendoza donde terminó en la mañana de ayer de completar los últimos pasos para su fichaje ya oficializado en Godoy Cruz.
Suena muy decidido. Firme. Sin titubeos. Habla en pasado, como recordando todo hasta hace días. Porque siente que ha dado un paso de esos que, hoy por hoy, no tienen vuelta atrás. “Cuando salía del entrenamiento le avisaba a mi mamá que ya iba poniendo la mesa. La comida de Clarita no tiene comparación”, vuelve a decir con tono nostalgioso que se hace más terroso por la salida del teléfono celular. Ramis ha cortado el cordón también. Porque él, teniendo todo para irse a vivir a un departamento, siendo un profesional, aún así eligió quedarse a vivir en el techo familiar, con su habitación de siempre, con los cruces con la mamá, el hermano, la gente del barrio. Hoy la historia ya es distinta. Pipe resignó todo ese “confort”, el de los afectos. Sabe que el paso económico tampoco es en vano y se alejó de la comodidad del club, de los compañeros y de la contención que había logrado en Talleres. No los tendrá más a Bebelo, su amigazo, al Cholo Guiñazú, a Caranta, a tantos jugadores que lo cobijaron y de los que fue aprendiendo.
“Me la tengo que bancar solo, demostrarme que puedo seguir creciendo y comenzando una nueva etapa”, cuenta uno de los goleadores históricos de las inferiores de Talleres, su equipo, su club, sus colores.
“Estoy muy contento es una experiencia nueva, me gustó dar este paso. Me dieron muchas ganas de venir, es un lindo club y por ahora esperamos que salga todo bien”.
–¿Y por qué no quedarte en Talleres?
–Por ahí necesitaba cambiar de aire que era lo que quería, pero por ahí es un rumbo nuevo y ganas de conocer algo nuevo. Esto es un desafío, una linda experiencia y estoy preparado para afrontar esto. A veces a uno le cuesta dejar esa rutina, los compañeros, la convivencia con todos ellos. Tengo muchas expectativas y ganas de demostrar.
–Y vos cumpliste con Talleres, con dos ascensos y la consolidación en primera, le rendiste al club...
–Sí, yo por ese lado me voy muy tranquilo y recibí muchos saludos en cantidad. Me explota el celular. Me he sentido muy parte de todo lo que hemos hecho desde el Argentino A hasta ahora. Me siento orgulloso de mí, de haber cumplido con mi familia, logrado estos sueños de debutar en primera, ascender, hacer goles importantes y llegar a la máxima categoría.
–¿Aquella tarde ante Boca es la que elegís del pasado torneo?
–No me la olvido. Pero la que elijo siempre es la del gol a Vélez, mi primer gol en primera, debutando y ganar. Fue una emoción muy grande y cuando me veo el video y me veo la cara que no lo puedo creer.
–Y seguro que vas a extrañar...
–Va a ser raro caminar por la calle y no escuchar la tonada y los saludos de los hinchas de Talleres. Los voy a extrañar mucho a los hinchas de Talleres. Me he ido como jugador y seguiré soñando con Talleres como hincha. Sé que voy a volver.
Ramis sabe que ya la semana próxima podría estar jugando la Libertadores, ante Gremio y en Brasil. “Si llegan las habilitaciones, ojalá que pueda viajar a jugar por Libertadores”, dice entusiasmado.
Mientras, Javier Correa lo mensajea. Andan juntos en Mendoza con el ex Instituto. Otro delantero picante. Ramis no se olvida de sus amigos, espera por Lucía su novia, con la que tienen un proyecto familiar. Y agradece: “A Fassi, desde que él asumió cuando no logramos el ascenso, me quedé por decisión de él. Siempre me ayudó y las cosas que no me gustaron las hemos hablado”.
También lo vuelve a hacer con Guiñazú. Caranta, Gandolfi. “Me aconsejaron siempre y cómo manejarme con todo, desde lo económico a lo personal. Son jugadores de alto nivel como Klusener que siempre me bancó”, dice y ahí nomás se acuerda de su gran amigo, Bebelo Reynoso: “es el mejor. Estos años he compartido un montón con él. Lo voy a extrañar. Está para mucho más y sigo creyendo que está para el doble. Él lo sabe, tiene que hacer bien sus cosas y puede llegar muy lejos”.
Ramis se acuerda hasta de sus abuelos a los que saluda al cielo en cada gol. Ramis quiere ser más grande. Pipe sabe que va a volver.
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