En primera persona: la vida de María Teresa Barbera y las claves de su éxito gastronómico

Con 86 años su cocina italiana es la más famosa de la provincia.

María Teresa Barbera.
María Teresa Barbera. Foto: Andres Larrovere

Mendoza cuenta con muchos inmigrantes de Italia después de la guerra y la familia Barbera es un claro ejemplo de uno de ellos. Hace 71 años que viven en Mendoza y son famosos por sus exquisitos restaurantes de comida italiana.

// Mirá también: Una histórica empresaria mendocina apuntó duro contra el Gobierno de Fernández

En 1948, María Teresa Corradini o mejor conocida cómo María Teresa Barbera, junto a su madre y sus tres hermanos, abandonaron Italia por la guerra y llegaron a la Argentina en el buque Santa Cruz para un nuevo comienzo.

De Italia a Mendoza

En diálogo con Vía Mendoza, la “Tere” comentó que la idea de venir a la provincia fue porque ellos tenían a un tío “rico” que vivía en San Juan y los podía ayudar a instalarse.

Fue entonces cuando en octubre emprendieron viaje a Argentina y arribaron el 2 de noviembre al puerto de Buenos Aires.

Vivieron durante un año en San Juan, donde alquilaron una casa que tenía algunas habitaciones con pisos y otras no.

Compramos cemento y entre todos rellenamos esos pisos, nos costó tanto trabajo que pensábamos que los albañiles debían ganar mucho dinero”, comentó María Teresa.

Meses después, arribó su padre a la provincia, allí decidieron trasladarse a Mendoza. Una vez instalados en la provincia, compraron una pensión. La “Pensión Marín” sobre la calle Patricias Mendocinas, donde le brindaban hospedaje a 20 huéspedes y además les daban desayuno, almuerzo y cena.

Mercado Central, el epicentro de la comida fresca mendocina
Mercado Central, el epicentro de la comida fresca mendocina

La Marchigiana

Un año después de su llegada a la Argentina, en 1949, la nonna Fernanda, mamá de Teresa, comenzó a hacer de su pensión un restaurante de comida italiana, el primero en la provincia.

Todos ayudaban, María Teresa con tan solo14 años se encargaba de atender a los clientes y ayudar a su mamá en la cocina.

“Recuerdo que en los primeros tiempos la cocina se llovía, y mi mamá usaba un impermeable en la cabeza, daba vuelta los minestrones y yo corría con los platos tapados para que no se mojaran”, sostuvo Teresa.

De a poco fueron recibiendo cada vez más clientes y decidieron sacar el cartel de la pensión para ponerle un nombre al restaurante.

“Mi padre le dijo a mi madre, vos sos marchigiana ponele “La marchigiana”.

Con pocas mesas y sillas usadas le dieron un cierre a su pensión y comenzaron con este nuevo emprendimiento. El menú contenía pescado frito, pollo al horno y tallarines.

La exquisita comida hizo que el restaurante fuera muy concurrido y la misma clientela recomendaba platos para que agregaran al menú.

Uno de los recuerdos que comentó María Teresa fue cuando le pidieron una “milanesa a la napolitana”. “No sabía de la existencia de ese plato y como en esos tiempos era medio artista dije que el cocinero estaba internado, pero le pedí al señor que me explicara cómo era el plato para que mi mama se lo preparara tal cual”, sostuvo entre risas la famosa cocinera.

La mujer que comenzó a cocinar a los 14 años con su mamá aprendió lo que es luchar en la vida. “Agradezco mucho a Mendoza, me brindó hogar y sobre todas las cosas, respeto”, comentó.

// Mirá también: Leandro Tobares, el mendocino que fue elegido por la producción de Marcelo Tinelli

María Teresa en la cocina de Francesco.
María Teresa en la cocina de Francesco.

Aromas de vida

María Teresa se casó con Francesco Barbera y tuvieron siete hijos: Santina, Angelo (fallecido como su tío del mismo nombre), Beatriz, Joaquín (también fallecido joven), Fernando, María Luisa y Bernardetta.

Tiene 19 nietos, de los cuales varios han seguido con el rubro de la gastronomía y ella feliz de que puedan seguir sus pasos.

La flamante cocinera, a sus 86 años, decidió redactar su propio libro llamado “Aromas de vida”, para contar la historia de su familia, desde lo que vivió con la guerra en Italia hasta lo que con tanto trabajo logró hoy en día.

“Yo no soy chef, cocino como lo hace una mamá, como me enseñó la mía. Trato de mirar la cara del cliente cuando se retira. Si no saluda y se va sin mirarnos, es que no quedó conforme. Si apenas sonríe, es que se conformó a medias y tenemos que esforzarnos más. Pero si vemos una sonrisa con todos los dientes, eso es la gloria. Sabemos que va a volver”, concluyó María Teresa.

María Teresa junto a sus ayudantes de cocina.
María Teresa junto a sus ayudantes de cocina.

Me gustaría agradecer la gentileza de María Teresa a la hora de brindarme la entrevista, y destacar el amor y devoción por la cocina, la familia y el trabajo, un ejemplo de vida.