A propósito del día de la alimentación sana y a raíz de una situación de salud que pasaba, Luciana Florentín, decidió revertir su modo de vida, interiorizarse en esa afección que la acompañaba y desde su lugar, ayudar a personas que atraviesan por la obesidad. “Encontré mi propósito de vida a raíz de esa historia”, dijo. Luciana, quien también contó cómo fue para ella atravesar esta patología, aceptarla, conocerla, descubrirla y desde su lugar, brindar el apoyo que ella en un momento necesitó.
Sin darse cuenta, fue introduciéndose en la obesidad, siguiendo los hábitos en sus círculos sociales y sin darle tanto crédito a los cuidados alimentarios que hoy conoce y orienta. En su caso, su madre sufrió la obesidad al igual que ella y sus hijas iban por el mismo camino. A raíz de eso, comenzó a asistir a grupos donde le enseñaron otros hábitos acerca de cómo comer y seleccionar los alimentos.
A pesar de sus esfuerzos por llegar a su peso saludable, no podía bajar y luego de algunos exámenes médicos le diagnosticaron “insulino resistencia” (patología que se padece cuando uno porta una carga genética de obesidad en la familia). Esto se potenció por el consumo de azúcares, la falta de ejercicio y el sedentarismo. Luego, decidió revertir la situación y comenzó una nueva vida, donde la actividad física, la disciplina de seguir los consejos médicos y el estudiar nutricionismo, la llevó a adelgazar 30 kilos en 11 meses, llegar a su peso saludable, subir su autoestima y cambiar su look. “Me fortalecí por dentro”, dijo.
Sus experiencias y su estudio, le dio la posibilidad de ayudar a otras personas. Su voluntad de ayudar nacía naturalmente. Así fue que tuvo y tiene grupos de personas que acuden a ella por consultas y asistencia nutricional. Asimismo, estudio actividad física, logrando el profesorado de “Personal Trainer”. “Entendí que la actividad física es una medicación para la salud y la vida”, dijo referenciando a su endocrinóloga, quien le recomendó hacer ejercicios físicos para superar la insulino resistencia.
Luciana expresó su alegría con la sanción de la “Ley de etiquetado frontal“, ya que abarca aspectos cotidianos e incluye a todas las clases sociales. Desde su perspectiva, ayuda en la educación y elección alimentaria, esenciales para el cuidado de la salud. “Yo creo que la ley de etiquetado va a traer muy buenos cambios. Va a ser un antes y un después”, remarcó y con mirada a futuro, prevé que con su aplicación, las empresas estarían orientadas a cambiar ciertos ingredientes en la producción de los alimentos.
Para finalizar, Luciana animó a aquellas personas que pasan por el camino de la obesidad, a que se autoconozcan, que lleguen a valorar el cuerpo como ‘vehículo’, encontrar un vínculo con él y valorarlo desde el punto de vista de la salud. Cambiar observadores y creencias limitantes que impiden tener un peso saludable, que redunda en una buena salud física, mental y emocional.
