Hazaña familiar: Fiorella subió el Aconcagua junto a su papá, de 63 años, y su hermano

La familia, amante del montañismo, se propuso una meta y logró cumplirla. Astor Ramírez (36) y Fiorella Poggi (26), emprendieron su camino a la cima con su papá, Ricardo Poggi, de 63 años, y vivieron una experiencia única e inolvidable.

Hazaña familiar: Fiorella subió el Aconcagua junto a su papá, de 63 años, y su hermano
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

Una familia oriunda de Villa Mercedes se propuso hace un tiempo escalar el Aconcagua. Tras años de planificación y preparación física, lograron hacer cumbre el pasado 24 de enero y vivir una experiencia inolvidable.

Fiorella Poggi habló con Vía San Luis y contó cómo fue esta aventura que no muchos se animan o pueden hacerla: las preparaciones físicas previas, la travesía y el regreso a casa.

Fiorella Poggi. Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Fiorella Poggi. Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

Sobre sus inicios, la joven de 26 años contó: “Nosotros hace mucho que hacíamos trekking, desde cuando yo tenía 14 años que viajamos al sur. Ahí empezamos a conocer esta nueva actividad y cuando volvimos a San Luis empezamos a buscar grupos de trekking, de senderismo, y fue ahí donde nos iniciamos”.

“Después empezamos a hacer alta montaña, a mis 19 años más o menos”, añadió.

Alta montaña se considera cuando el terreno supera los 3 mil o 3.500 metros sobre el nivel del mar (msnm). Y para lograr llegar a esas alturas, se necesita de una preparación y organización previas muy meticulosas.

Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

La preparación previa

Más allá de que Fiorella (26), Astor (36) y Ricardo, de 63 años, entrenaban en disciplinas distintas, la joven contó que el mayor entrenamiento lo hicieron “acá en las sierras de San Luis o en la montaña directamente”.

Además, añadió que toda esta travesía “requirió planificar bien la organización económica y deportiva, que estemos todos bien físicamente, haciendo cada uno sus actividades y aclimatando”. “Pero a los 3 nos gusta la montaña hace mucho y el Aconcagua significaba una meta muy importante en esta actividad física”, agregó.

Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

“Lo habíamos postergado por la pandemia, hacía mucho que lo teníamos pensado, pero no se nos había dado. Y este año pusimos todo para que se dé y lo pudimos concretar”, contó.

Con respecto al pico más alto de Latinoamérica, Fiorella comentó que “el Aconcagua es más burocrático con respecto a papeles y permisos para ingresar”.

Así que tuvieron que tener sus PCR, aptos físicos y vacunas contra el Covid-19 listas. “Una vez que hicimos eso pudimos ingresar”, relató la joven.

Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

Su experiencia en el Aconcagua

“En la montaña, vas subiendo por distintos ‘campamentos’, que sirven para aclimatarse a la altura. Nosotros antes habíamos ido a otra montaña más o menos de la misma altura, para hacer esto”, comenzó contando.

Los síntomas en alta montaña por falta de aclimatación pueden ser mareos o vómitos, lo que podría hacer regresar a cualquier montañista a la base.

Luego contó que fueron subiendocampamento por campamento, hasta que llegamos a Plaza de Mulas, que es el ‘campamento base’. Ahí estuvimos varios días, esperando a que mejorara el clima arriba”, prosiguió.

Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

Anta las impericias del tiempo, la joven comentó que la paciencia fue fundamental, ya que había vientos muy fuertes arriba y nadie podía subir.

Pero, una vez que mejoraron las condiciones climáticas, empezaron a escalar hasta Nido de Cóndores, que está a 5.400 msnm. “De ahí decidimos saltear algunos campamentos porque el clima no había mejorado del todo y nos tuvimos que quedar un poco ahí. Finalmente tuvimos que hacer una tirada más larga para llegar a la cumbre”.

El día de cumbre fue bastante exigente. Salimos a las 23 y llegamos a las 14 del otro día a la cima”, relató sobre aquel 24 de enero en que consiguieron completar su aventura.

Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua
Hazaña de una familia de Villa Mercedes en el Aconcagua

La vuelta a casa

El retorno, tras una gran tirada final, fue “más exigente aún”. Por esto, “la vuelta fue muy despacio. Terminamos volviendo también de noche al campamento… Mi viejo, que tiene 63 años, fue el que más se la tuvo que bancar, pobre”, comentó con ternura.

Tras esta experiencia única y más allá de todas las adversidades, Fiorella recalcó que el principal objetivo fue siempre mantenerse unidos. “Nosotros decimos que la verdadera cumbre está en casa y, afortunadamente, pudimos volver todos a nuestros hogares”.

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