San Juan: una ex estación de servicio se convirtió en refugio de indigentes

Una estación de servicio que está abandonada, hoy es el hogar de un grupo de personas que no tienen a dónde ir.

José Otarola, uno de los abuelos que vive en el edificio abandonado.
José Otarola, uno de los abuelos que vive en el edificio abandonado.

Una estación de servicio en la Capital de San Juan se convirtió en el hogar de un grupo de indigentes que pasan la noche en el lugar. Según informó Diario de Cuyo, se trata de un edificio abandonado, donde solía funcionar una bomba de nafta, ubicada en calle 9 de Julio y España.

Son, en total, 6 los hombres que viven en esa situación y la estación de servicio lleva varios años abandonada. Las personas se acuestan en colchones viejos y sucios, puestos en el piso, se sientan en tachos oxidados y es ahí mismo donde hacen de comer, lo que les regalan. Como el edificio está completamente abierto, aseguran, que cada vez son más los que deciden ocupar el lugar para vivir. Es más, antes habitaba ahí una familia con tres niños que se habían metido por un boquete del cerramiento.

Uno de los linyeras, se animó a hablar con el diario local y relató la difícil situación que viven. Se trata de José Otarola, un anciano de 71 años que dice que quiere trabajar pero que nadie lo contrata por su edad. Es más, Otarola vivía en el Hogar de Ancianos del Estado pero decidió irse porque quiere seguir trabajando.  "Le dije a la directora del hogar que me iba porque no podía estar sin trabajar y mirando pasar el día. Por eso volví a la calle. Y aún sobrevivo. A las 5 voy al Hospital de Niños donde ayudo a un señor a vender café. Por la tarde hago otras changuitas y voy a rezar a la Catedral porque creo mucho en Dios y lo quiero como si fuera mi padre", relató el abuelo.

El otro es Cristian, un joven de 33 años que convive con José. "Yo estuvo preso porque me mandé un par de macanas, pero ya cumplí mi castigo. Pero nadie quiere darme trabajo. Sobrevivo cuidando coches y con lo que la gente me da", aseguró. Cristian, también relató que duermen todos amontonados porque les da miedo quedarse solos en otra de las piezas del edificio. "Todo está muy oscuro y cualquiera puede atacarte. Es que acá vienen un montón de hombres a pasar alguna noche y no los conocemos a todos", contó el joven. Todas las noches, Cristian, José y el resto de los indigentes del lugar, le prenden estampitas a San Cayetano y San Expedito para pedirles trabajo y comida.