La Cautiva de Cafrune, en una versión atribuida a un poeta uruguayo

En un viejo cuaderno de actas, figura una transcripción realizada a principios del siglo XX por una joven de Buenos Aires, que atribuye la autoría de los versos anónimos al poeta Washington P. Bermúdez.

Esther Juana mostrando el viejo cuaderno de actas.
Esther Juana mostrando el viejo cuaderno de actas.

El miércoles pasado, VíaDocumentos accedió a una transcripción del famoso poema anónimo La Cautiva, al cual Jorge Cafrune puso música y convirtió en canción.

En un antiguo cuaderno de actas perteneciente a Angélica Ernestina Candelaria Amadeo Cadret, una joven de la aristocracia porteña de principios del siglo XX, los versos cobran vida y se convierten en un diálogo entre el cacique Alborebí y la cristiana Cautiva, que ansía por ser libre.

Angélica Ernestina Candelaria Amadeo Cadret, Tana para sus allegados.
Angélica Ernestina Candelaria Amadeo Cadret, Tana para sus allegados.

Los nietos de Angélica Ernestina, Esther Juana (88) y Abel Sulpicio (87) son los guardianes del antiguo libro de actas, que data de finales del siglo XIX, en los que la dama antigua transcribía poesías, canciones, y anotaciones personales de sus viajes y de sus vivencias.

Abel Sulpicio y Esther Juana Echazú, los guardianes del cuaderno de actas. (Foto Federico López Claro)
Abel Sulpicio y Esther Juana Echazú, los guardianes del cuaderno de actas. (Foto Federico López Claro)

En una caligrafía perfecta, producto de la enseñanza de la época, la joven aficionada a la música, transcribió una larga versión del La Cautiva, titulada "La Toldería, fragmento de una leyenda. El Cacique y la Favorita", atribuyéndole su autoría al renombrado poeta uruguayo Washington P. Bermúdez.

"Son muchas coincidencias. El cancionero de mi abuela es contemporáneo de Bermúdez. Por otra parte, ella viajaba mucho a Montevideo porque desde allá partían los barcos hacia Europa, así que tranquilamente podría haber leído el poema completo en alguna de las revistas uruguayas que este hombre dirigía. Bermúdez era un reconocido periodista y poeta de la época. ¿Sino Tana (como le decían cariñosamente a Angélica Ernestina) de dónde lo sacaría?," refuerza la hipótesis Abel, que es investigador histórico y genealógico.

El final del poema, donde Tana escribió el nombre de Washington P. Bermúdez.
(Foto Federico Lopez Claro)
El final del poema, donde Tana escribió el nombre de Washington P. Bermúdez. (Foto Federico Lopez Claro)

"Creemos que la canción, o al menos el poema en que se inspira pertenece a este poeta uruguayo. Así está claramente anotado en el cuaderno de Tana, donde figura el texto completo del poema original, titulado 'La Toldería, fragmento de una leyenda. El Cacique y su Favorita", dijo Esther, portadora de unos increíbles ojos verdes que reflejan su espíritu inquieto.

Mientras el origen exacto del poema continúa siendo incierto, con sus anotaciones Tana nos abrió la posibilidad de ponerle nombre al autor de los versos, que Cafrune con su música acercó a todo el país.

La Toldería, fragmento de una leyenda. El cacique y su favorita

El Cacique:

Recliná, Kuñá, tu frente sobre mí
Aquí corre fresco ambiente
Y el grato ambiente se siente
De las praderas aquí,
Reposá, bella cautiva
Delicada sensitiva
​En brazos de Alborebí,
Que te ama con ansia ardiente sobre mí

Flor de ceibo perfumada
Roja flor,
Son tus labios, mi adorada
Como nido en la enramada
Llenos de suave calor.
Y es el murmullo del río
En las noches del estío
El acento seductor
De tu boca enamorada;
Flor de ceibo perfumada
Roja flor.

Si tus ojos son de ardientes
Resplandor
Tu pupila es transparente
Como el agua de la fuente
De clarísimo color
¿Quién no goza tu mirada?
¿Quién al verte, dulce amada,
No suspira por tu amor?
Y cautivo no se siente
Si tus ojos son de ardiente
Resplandor?

Las cristianas hechiceras
Del aduar,
Cual calandrias prisioneras,
Van cantando lastimeras
La prisión y su pesar,
El cacique no las mira;
Por tu amor, Kuñá delira
Y a ti solo quiere amar
Aunque vivan plañideras
Las cristianas hechiceras del aduar

El cautivo y el nombrado
Paladín,
Que de sangre salpicado
Vuelve al toldo, coronado
De laureles y botín,
¿No celebran tu belleza?
Y no doblan su cabeza,
Blanca flor de mi jardín,
Cuando pasan por tu lado
El cautivo y el nombrado
Paladín?

Cuando viertan su armonía
El tuyúEstaremos vida mía
En la verde selva umbría
Bajo el dulce guaviyú
En la hamaca columpiados,
Yo en tus brazos regalados
Y sobre mi seno tú
Al ardiente medio día
Cuando vierta su armonía
El tuyú.

¿Qué más quieres mi cristiana
Para ti?
Si tu frente se engalana
Con la pluma soberana
Del cacique Alborerí?
Tienes perlas y collares,
Ricas telas a millares,
Que en la lucha conseguí
Entre sangre castellana
Qué más quieres, mi cristiana
Para ti?

La Favorita:

Tengo fieles servidores
Que se humillan al pasar
Y tu guardia me hace honores
Tengo arroyos corredores,
Tan profundos como el mar,
Que serpean entre flores
Con armónico cantar.

Tengo bosques de palmeras.
Que al mecer su cabellera
Con sonora vibración
Hacen coro al triste son
De las aves agoreras
Y acompañan la canción
De las blancas prisioneras.

Tengo ajorcas y primores
Imposible de contar,
¡Fueron tantos tus favores!
Tengo potros voladores
Blandas pieles de jaguar,
Y mil pájaros cantores
Entre jaulas de colores
Suspendidas del Aduar.

Tengo esclavos con exceso
De mujeres sobro ya;
Y a pesar de todo eso,
Mucha falta, lo confieso,
A tu pálida Kuñá
Ay! En mi alma siento un peso.
Que destruye mi embeleso,
Generoso Tubichá.

El Cacique:

​¿Qué te falta mi cristiana
Caaicobé de la pradera,
Más suave y hechicera
Que la luz de la mañana?
Por satisfacer tu anhelo
Que no hiciera el Tubichá?
Di la causa de tu duelo
Mi Kuñá.

Di la causa del dolor
Que tu corazón oprime
Que te falta? Quieres, dime,
Mas halagos, más amor?
No te adora lo bastante
Tu rendido Tubichá?
Vela inquieto, delirante
Mi Kuñá.

Al mirarme te sonrojas,
Inclinando la alba frente,
Y suspiras tristemente
Como el aura entre las hojas
¿Por qué callas, mi cautiva,
Cuando te habla el Tubichá
Y sollozas pensativa
Mi Kuñá?

¿Por qué anubla el resplandor
De tus ojos ese llanto,
Mi sabia de dulce canto
Mi arazá de blando olor?
¿Qué pesar tu seno agita
Que no alcanza el Tubichá?
Oh! Mi hermosa favorita
Mi Kuñá.

Si la esclava guaraní
Te persigue con su saña
Y entristece mi cabaña
Por celoso frenesí,
Inmolada a tu rencor
A tu plantas morirá
Te lo juro por mi amor,
Mi Kuñá.

Di la causa de tu llanto
Que yo sepa tus enojos
Mi Kuñá de negros ojos,
Mi sabia de dulce canto,
Por satisfacer tu anhelo
¿Qué no hiciera el Tubichá?
Di la causa de tu duelo
Mi Kuñá.

La Favorita:

​Ya que quiere saber de mis pesares
La antigua causa mi doliente voz,
Como el grito del naufragio en los mares
Tal vez conmoverá tu corazón.

La llorosa cristiana prisionera
Te contará su pesar, Albarchí…
Ay! Al profundo mal que me lacera,
Tu solo puedes, Tubichá, dar fin.

Óyeme con bondad.
Y que mi acento
Abra tu corazón a la piedad
Como la flor al suspirar del viento
Abre su cáliz y su aroma dá.

Luego postrando la frente
Como esclava reverente
A los pies de su señor
Con palabras balbuceantes
La cautiva prosiguió.

No es de celos mi dolor:
Otra causa lo motiva
Mi señor,Y fallece tu cautiva
Bajo el peso abrumador.

No me irrita la hermosura
De la esclava guaraní
Que vejeta en vida oscura;
Yo bien se que es tu hermosura
Para mí.

Generoso Tubichá
Prefiriera tu Kuñá
No decirte su dolor,
Más lo ordena su señor
Y hablará.

Cuando miro por la altura
Remontarse el gavilán,
Y el indómito alazán
Galopar en la llanura,
Se pregunta mi amargura
¿Dónde van?

Al pensar que el arroyuelo
Aun serpea más allá
Donde el horizonte está
Confundiendo tierra y cielo
Su raudal hice mi dueño
¿Dónde van?

Al pensar que el arroyuelo
Aun serpea más allá
Confundiendo tierra y cielo
Su raudal hice mi duelo
¿Dónde va?

Y me siento vibradar
Como el eco de Tupá
Resonando en mi interior
Ay! Contesta a mi dolor
¿Dónde va?

Ese acento del alma me responde
Que busca el río la anchurosa mar.
Y cuando en ella su raudal ensancha
Sin obstáculo vaga, Tubichá.

Ese acento del alma me contesta
Que huye al ginete el animal cerril
Y que allá el gavilán en la floresta
Un refugio de paz, Alborebí
Aguas y potro y gavilán altivos
Tienen campo y luz donde girar;
¿Y acaso tiene el infeliz cautivo
Tan sublimes encantos, Tubichá?

Venga la luz y el aire de la vida
Para la pobre flor de tu jardín
Luz a la prisionera entristecida
Y aire de libertad, Alborebí!

Quiero gozar mi corazón opreso
Lo que el ave y el rápido alazán,
Es la cadena maldecido peso
Que no alivian tus brazos, Tubichá.

Calló la esclava de labios rojos,
Lanzole el indio feroz mirada
La prisionera cerró los ojos,
Y su albo seno se estremeció
Cuando la ronca voz de su cacique
Esta sentencia sin piedad dictó.

El Cacique:

¿Tienes mi amor y suspiras,
Cristiana por la libertad,
Quejose de ser tu esclavo
El valiete Tubichá?

Con llanto de ingratitud
Alpargatas de mi Aduar
El fuego de los amores,
Cautiva de blanca faz.

¿La esclavitud aborreces
Y ansías la libertad
La mustia flor quiere riego
Y el ave quiere volar?

Pues bien, ya dará cristiana,
Mi justiciero puñal,
Riego de sangre a la flor
Y ancho espacio a la torcaz?

Hasta el fin te ha complacido
Tu amoroso Tubichá,
Serás libre por la muerte
Con eterna libertad.

Cruzó la cautiva sus manos en ruego
Y al pie del cacique de hinojos cayó
Un Ay! De agonía sintiese, más luego
En calma profunda y en tiste sociego
El toldo quedó!

Glosario Guaraní

  • Kuñá: favorita, querida.
  • Tuyú: ave semejante al canario
  • Caarobe: sensitiva
  • Tupa: el gran espíritu divino
  • Tubichá: cacique