El debate sobre el huso horario en Argentina volvió a instalarse tras la media sanción de un proyecto de ley impulsado por el diputado Julio Cobos. La iniciativa busca que el país vuelva a dividir el año en dos períodos de acuerdo con la luz solar, algo que ya ocurre en Chile.
Actualmente, Argentina utiliza el huso -3 respecto al Meridiano de Greenwich, aunque geográficamente la mayor parte de su territorio corresponde al huso -4. El proyecto plantea que de abril a agosto se adopte el huso -4, mientras que de septiembre a marzo se regrese al -3. De aprobarse en el Senado, el primer ajuste llegaría el 1° de abril de 2026, cuando los relojes se atrasarían una hora. En septiembre, deberían adelantarse nuevamente.
La historia del cambio horario en Argentina: por qué usamos este huso horario
El país adoptó el huso -4 en 1920 y durante años lo aplicó especialmente en los meses de invierno, adelantando una hora en verano para aprovechar la luz natural y reducir el consumo de energía.
Sin embargo, una modificación posterior llevó a que se avanzara hasta el huso -2 en verano y, al finalizar la estación, solo se retrocediera una hora en lugar de dos, generando un desajuste permanente.

En 1969, el país adoptó de manera permanente el huso UTC-3 para todo el año, y aunque se implementó el horario de verano en algunas ocasiones posteriores, el huso UTC-3 ha sido la norma desde 2007.
Esto significa que Argentina utiliza un huso horario que no le corresponde geográficamente debido a una serie de decisiones políticas y económicas a lo largo del tiempo, principalmente enfocadas en el ahorro energético.
Qué se espera con este cambio de huso horario en Argentina
El proyecto busca alinear mejor el horario con la luz solar, favorecer la atención escolar y generar un ahorro energético. Ignacio López Amorín, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, explicó que con el huso -4, Buenos Aires y el Litoral tendrían amaneceres cerca de las 6 y atardeceres alrededor de las 18.30, en línea con lo que sucede en países vecinos como Chile, Bolivia y el oeste de Brasil.
Daniel Álvarez, neurólogo de la Clínica Reina Fabiola de Córdoba, sostuvo que “el cerebro humano se sincroniza con la luz del entorno a través del hipotálamo y vivir con una hora de diferencia respecto al ciclo natural afecta tanto al descanso como al rendimiento”. Según el especialista, un ajuste ayudaría a tener “un reloj más real en función del ciclo de luz y oscuridad”.
¿Cómo nos podría afecta este cambio de horario?
Pero no todos coinciden con los beneficios. La investigadora del CONICET, Patricia Agostino, advirtió que el cambio de huso horario puede traer consecuencias físicas comparables al jet lag. Explicó que los ritmos biológicos se ven alterados por estos desfasajes, lo que impacta en la salud y el estado de ánimo de la población.
En provincias cordilleranas, el desfase con el horario actual llega a ser de hasta dos horas, lo que para la especialista es un problema crónico: “La desincronización afecta el bienestar físico y mental de las personas”.