Laburos difíciles: taquígrafo de la Legislatura

Víctor González es taquígrafo y trabaja en la Legislatura Provincial desde hace 26 años. En esta nota cuenta cómo es ganarse la vida escribiendo a 120 palabras por minuto.

Laburos difíciles: taquigrafo
Laburos difíciles: taquigrafo

Por Fabricio Esperanza.

El lugar donde se cocinan las leyes que nos rigen en Córdoba tiene celosos guardianes de lo que se dice en cada una de las sesiones, cazadores de todas las palabras que los protagonistas salpican como en catarata cada vez que hacen uso del micrófono para proponer, debatir, retrucar, y también para cruzar y chicanear.

El ámbito es la Legislatura Provincial, y los responsables de registrar esas instancias son los integrantes del equipo de taquígrafos. Uno de ellos es Víctor González, quien con 49 años es el presidente de la Asociación Argentina de Taquígrafos Parlamentarios, y desde hace un cuarto de siglo trabaja en la actual Unicameral cordobesa.

En una amable charla con Día a Día , explica cómo es la rutina de escribir a la velocidad del habla y cuenta una perlita: su séptimo puesto en el Campeonato Mundial de Taquigrafía y Estenotipia.

–¿Qué es la taquigrafía y qué hace un taquígrafo?

–Es un sistema que te permite escribir de manera veloz, a la misma velocidad en la que habla una persona normalmente, que es un promedio de 120 palabras por minuto. En nuestro país se utilizan dos sistemas: uno es el denominado Larralde, que está creado por un compatriota; y otro es el inglés Pitman, adaptado al castellano.

Básicamente, se usan signos rectos y curvos para representar lo que se está diciendo.

–¿Qué elementos se utilizan?

–Para la tipografía, que es el caso nuestro, solo lápiz y papel, y a escribir nomás. En el caso de la estenotipia, se utiliza una máquina, como se ve en las películas americanas de juicios.

–¿Dónde se estudia y cómo empezaste?

–Ahora se estudia únicamente de forma particular, con profesores o gente que trabaja en el Parlamento y enseña. Hace unos años, en la educación media estaba como una materia, pero los nuevos planes no la incluyeron. Queremos cambiar eso, y estamos trabajando para crear la Carrera de Taquígrafo y Estenotipista con título oficial. En mi caso, me gustó mucho en el secundario, y una vez nos llevaron a visitar la Legislatura. Hablé con los responsables y me dijeron que me acerque, porque podría haber concursos. Y así fue con el tiempo, me presenté cuatro veces hasta que quedé.

–¿Cómo es el proceso de trabajo en la Legislatura?

–Bajamos a las sesiones de a dos, y escribimos de a 5 minutos cada uno.

Una vez que se termina, volvemos a la oficina para transcribir todo lo que se dijo, por eso también tenemos que ser rápidos con el teclado. Para que te des una idea, 5 minutos de taquigrafía se traducen en 40, 50 ó 60 minutos de transcripción. Posteriormente, les entregamos a los legisladores una copia para que ellos la revisen, verifi- quen, corrijan y devuelvan. Eso se incorpora luego al diario de sesiones.

–A veces las sesiones son "calientes" y con chicanas. ¿Te reís al momento de transcribir?

–Y, uno tiene que transcribir todo tal cual sucede en el debate. Y en eso entran las respuestas, las peleas, los chistes, los cruces. De manera que sí, pasa a veces de darle al teclado con una sonrisa.

–Contá sobre tu experiencia "mundialista".

–¡Jaja! Vos te referís al séptimo puesto que logré en Budapest, Hun- gría, en el 50° Congreso Intersteno. En el marco de ese congreso, siempre se realiza el Campeonato Mundial de Taquigrafía y Estenotipia, con participantes de todos los países del mundo.

Esa fue mi tercera participación, antes ya había estado en París, en 2011, donde salí en el puesto 23°; después estuve en Gante, Bélgica, donde quedé 9°; y en Hungría, en 2015, logré el séptimo lugar. Este año fue en Berlín pero no competí, lo haré en la próxima.

–¿Cómo es la competencia?

–Cada uno compite en su idioma. Te hacen escuchar un audio de 15 minutos, que se va acelerando. Primero se escribe con los signos de la técnica y después te dan 90 minutos para traducir. El que más texto traduce en su idioma es el que gana, de acuerdo a una serie de parámetros.