Millennials cordobeses: dejaron todo para vivir en otro país

Tienen entre 23 y 27 años y contra todo mandato social se fueron en búsqueda de otra vida. Extrañan, pero encontraron algo que los hace felices a miles de kilómetros.

Los millenials dejaron todo para cumplir sus sueños.
Los millenials dejaron todo para cumplir sus sueños.

Por Adrián Collados

El grupo etáreo denominado Millennials es el presente y futuro de la fuerza laboral del mundo. Personas que nacieron (más o menos) entre 1980 y el 2000, y que en la actualidad rondan los 40 y los 18 años, aproximadamente. Uno de sus rasgos distintivos es su concepción del trabajo. Más que vivir para trabajar, muchos piensan que si bien es necesario trabajar para vivir, importa mucho que ese trabajo sea puente para alcanzar otras aspiraciones. "Se animan" a concretar y realizarse según sus propios gustos y estándares.

Esto es lo que persiguen cinco jóvenes cordobeses. Constanza Bustamante (27), Florencia Picolotto (26), Lautaro Guzmán (23), Lisandro Pepe (23) y Nahuel Guzmán (26), repartidos en diferentes países viven "experiencias totalmente recomendables" según le contaron en cada caso a Día a Día.

Extrañar a familiares y amigos es lo que los sigue atando a nuestro Argentina. ¿Por qué deciden estar allá y no acá? Lo cuenta cada uno desde su experiencia.

Europa siempre estuvo cerca (Constanza, 27)

Entre los objetivos de Constanza Bustamante (27) siempre estuvo vivir o, al menos, tener una experiencia en el Reino Unido. Su carrera como traductora de inglés la llevó consciente o inconscientemente a que ese lugar sea un destino obligado.

“Tuve la oportunidad de hacer una beca en Italia allá por mayo del 2015. Si bien era en una industria que no estaba relacionada a lo que elegí (una empresa de alimentos) y era un país en el que no se habla la lengua que había estudiado, era una oportunidad para estar más cerca de mi objetivo”, reconoce.

Con trabajo, algunos cursos y la ayuda de sus familiares Constanza empezó su periplo europeo. Ya en Italia decidió quedarse. Recién en noviembre consiguió una pasantía no paga en Escocia que empezaba en marzo del 2016. Poco tiempo después logró quedar efectiva. Ahora es Quality Manager y traductora in-house de una empresa.

"Trato de vivir el día a día. Ahorrar cuando puedo, viajar y conocer. He aprendido a dejar que la vida me sorprenda y las oportunidades que aparecen me guíen el camino".

-¿Volverías a Córdoba?

“No lo sé. Extraño mucho, todos los días, cada día. Pero a la vez no sé si podría conseguir un trabajo así allá”.

Pro y contras. "Tener un buen trabajo y un buen sueldo. Ser independiente, madurar de mil formas. Poder tener mi casa. La desventaja es que nunca perdés esa sensación de estar solo aunque estés rodeado de amigos. Es otra cultura. Extrañar a tu familia y amigos de la vida y perder ese día a día con los tuyos.

Australia, el fernet y la Gloria (Lautaro, 23 y Nahuel, 26)

Lautaro y Nahuel Guzmán son hermanos, ambos viven en Australia aunque decidieron irse en momentos diferentes. Una grata experiencia mientras estudiaba inglés en Sydney, a los 19 años, había marcado a Lautaro para decidir que ese sería su destino, pero no parecía tan fácil.

"Me decían cómo te vas a ir tan chico, cómo vas a dejar la carrera justo a la mitad, cómo te vas a ir con tu novia". Pero fue justamente una experiencia para nada grata la que lo convenció.

"Justo cuando tenía estas sensaciones encontradas y estaba en duda, nos asaltaron en mi casa estando mi novia y yo. Mientras estaba arrodillado, atado en el baño gritaba 'yo me voy de acá y no vuelvo más'", contó. Hoy vive en una casa donde, según él, "siempre vas a encontrar la puerta de atrás sin llave por si viene un amigo".

Claro que para lograr eso, el paso previo fue trabajar arduamente para poder ahorrar la plata que le permitiría comprar los pasajes, pagar el "papeleo" y mantenerse un tiempo hasta poder conseguir trabajo en aquel país.

"Lamentablemente, no me puedo imaginar viviendo allá (Argentina) de nuevo. Pero uno nunca sabe las vueltas de la vida", cuenta hoy, mientras trabaja en el rubro de seguridad electrónica, extraña ver a "La Gloria" y a su "vieja". Su futuro, en cambio, no es tan claro ya que depende de que lo acepten como residente permanente.

Lo de Nahuel (26) en cambio fue menos traumático. Simplemente, una vez que se recibió de arquitecto, estaba decidido a "descubrir otro país" y aprovechó que su hermano ya estaba viviendo lejos. En el país de los canguros, Nahuel trabaja en una empresa de diseño y construcción. Durante la semana trabaja y hace deportes. Los fines de semana disfruta con amigos y viaja.

"La principal ventaja es salir de tu zona de confort y madurar como persona en muchas formas. La desventaja es perder momentos con amigos y familia que no se recuperan, lamentablemente", asegura.

De sueños está hecho el hombre (Lisandro, 23)

Desde chiquito la idea estaba fija, una prima que se fue a Nueva Zelanda plantó la semilla en Lisandro Pepe (23), quien a medida que los años fueron pasando se olvidó de regar. Pero el viaje de su amigo Lautaro provocó una germinación instantánea de ese sueño olvidado y se puso "manos a la obra".

"No hice muchos planes, el primer objetivo en ese momento era terminar la carrera. No hay muchas opciones más que renunciar a todo lo que tenés por un año o capaz más", asegura.

Para "Li", como lo conocen sus amigos, su estadía en Australia es parte de un sueño mayor: vivir en otro país. Por eso su idea es quedarse en Australia y quizás probar suerte en otras latitudes. "No es mi plan volver a Argentina todavía para quedarme, solo vuelvo tres meses para visitar familia y amigos, después vuelvo por un año más", anticipa.

En Australia empezó trabajando como electricista, pero rápidamente debió cambiar de rubro para extender la visa por un año más, así que por el momento trabaja como granjero en el norte del país. De Córdoba, extraña "la espontaneidad de las juntadas que acá no existe".

Dejar la zona de confort (Florencia, 26)

"Sentí la necesidad de dejar la rutina y mi zona de confort y vivir una experiencia nueva: viajar, conocer personas de diferentes países, cambiar de trabajo y aprender inglés", cuenta Florencia Picolotto con total naturalidad.

Al viaje lo planeó junto a una amiga. A pesar de que el destino inicial era Europa decidieron hacer "escala" en Nueva Zelanda para trabajar allí, ahorrar dinero y luego poder viajar.

Ella es contadora pero sus trabajos en Nueva Zelanda fueron variados: pasó por un bar, una fábrica de helados, una fábrica de pies (tartas individuales saladas, muy famosas en este país) y la famosa Kiwi Season (temporada de kiwis) empacando kiwis que se exportan a todas partes del mundo.

Pros y contras. "La principal ventaja de este viaje es el crecimiento personal que se logra. El viaje consiste en enfrentarse a situaciones desconocidas y variadas, que requieren de nuestra capacidad de adaptación. Todos los viajeros consideramos que después de una aventura de tal magnitud, uno cambia su forma de ver el mundo. Es muy valioso encontrarse con personas que se convierten en tus compañeros de vida, y se hacen grandes amigos".

"A pesar que la frase 'nada es imposible' suena muy trivial, la vida demuestra que los límites los fija uno en su propia mente. Es sólo cuestión de animarse a lo desconocido y el resto es sólo cuestión de esfuerzo y perseverancia", concluye.

Justamente esfuerzo y perseverancia es lo que esconde el sueño de estos jóvenes como el de tantos otros que también decidieron dejar Córdoba para migrar a otras latitudes. Estos son sólo una parte de los m

illennials cordobeses que dejaron todo, para cumplir un anhelo.