El ladrón de Tribunales Federales está ligado a "El Gallo" Altamira

Julio César Peralta (38), el hombre que pasó 12 horas encerrado en un baño para robar 21 kilos de cocaína de un juzgado, vivía en una casa de Colonia Lola donde en 2007 se detuvo a una mujer cómplice del renombrado narcotraficante.

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Julio César Peralta, el hombre de 38 años que pasó escondido casi 12 horas en un baño de Tribunales Federales, y luego se dirigió a un depósito específico para robar 21 kilos de cocaína secuestrada en procedimientos, está ligado a Jorge "El Gallo" Altamira, considerado uno de los narcotraficantes más "pesados" de Córdoba y actualmente preso en Bouwer.

Así se desprende de la sentencia judicial del 15 de diciembre de 2009 dictada por el Tribunal Oral Federal N°2 en la que se impuso una pena de 6 años de prisión a Altamira y otras penas más leves al resto de la banda, entre ellos su esposa.

"El Gallo", sindicado por los detectives antinarcóticos y por los expedientes judiciales como el líder de un consolidado entramado de narcotráfico que distribuía cocaína en barrios del sureste de la Capital, fue arrestado en noviembre de 2007 cuando la Policía le cruzó el auto en barrio Patricios y le encontró un kilo de cocaína y un revólver calibre 32.

Hasta entonces, Altamira tenía fama de "intocable", entre otras cosas porque según las investigaciones jamás tenía vínculo directo con la droga, de la que se encargaban sus "laderos". Su arresto fue uno de los puntos fuertes de una investigación que llegó a juicio en diciembre de 2009, y en el que "El Gallo" fue sentenciado a 6 años como responsable de "una asociación ilícita" dedicada "al transporte de estupefacientes".

En el proceso se corroboró que Altamira era propietario de comercios, propiedades y vehículos de alta gama que estaban a nombre de presuntos "testaferros" del narcotráfico.

Otros nueve cómplices fueron sentenciados en aquella oportunidad por los delitos de "comercialización de estupefacientes" y "lavado de activos de origen delictivo". Entre los nombres sobresalientes estaban Magalí Macarena Vallejo (esposa de Altamira) y María Dolores del Valle Suárez, alias "la Gorda Mary".

Sobre esta segunda mujer, en el expediente consta que su arresto fue el 5 de noviembre de 2007 en barrio Colonia Lola, donde a la imputada le hallaron "286,75 gramos de una mezcla de cocaína, cloruros, cafeína, carbonato y sustancias reductoras".

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Con una orden del juez Federal Alejandro Sánchez Freytes (quien investiga actualmente el robo de 21 kilos de cocaína de esta madrugada), la Policía ingresó en el domicilio de Lola Mora esquina San Jerónimo y en una de las habitaciones "perteneciente a Julio César Peralta se secuestró dentro de una caja de chapa de color marrón cerrado con candado, la suma de $5.580 en efectivo, y (...) una agenda de mano con inscripciones varias".

Según consta en el expediente, Peralta, el hombre detenido este jueves 14 de setiembre en Tribunales Federales, tenía domicilio en esa casa de Colonia Lola donde vivía "la Gorda Mary", y en la que se había visto en varias oportunidades entrar y salir a "El Gallo" Altamira con paquetes rectangulares.

Peralta fue requisado en aquella oportunidad y estaba "limpio". No quedó vinculado a la causa que envió a Altamira a prisión, de la que salió en libertad condicional en 2011. "El Gallo" volvió a caer en manos policiales en abril de 2016, durante un control de la Caminera sobre la ruta E–53. Tenía una pistola calibre 22 sin permiso.

Interrogantes. Ninguna autoridad del Juzgado Federal N° 1 (donde estaban los 21 kilos de cocaína guardados) ni del N° 2 (encargado de saber cómo fue el robo) quiso dar detalles sobre lo ocurrido.

El Juzgado Federal N° 2 emitió un escueto comunicado a la prensa donde informa que "siendo la 1 y 30 hs, personal de la Policía Federal, en momentos en que realizaba la recorrida de rutina, advierte que la puerta de la Secretaría Penal del Juzgado Federal N° 1, ubicado en el tercer piso, se encontraba sin llave, encontrando dos bolsos al costado de la misma".

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"Luego de realizar una inspección general del piso en cuestión, hallaron tres mochilas más ubicadas sobre un sillón de la misma dependencia y lograron detener a un hombre que se encontraba escondido en la sala de los elementos secuestrados".

"En el interior de las mochilas secuestradas se encontró droga supuestamente proveniente de secuestros en causas judiciales, dinero en efectivo, un teléfono celular, herramientas y elementos que se corresponderían con la actividad de cerrajería".

Esos elementos eran cerraduras, destornilladores, limas, pinzas, llaves y un taladro. La reconstrucción del hecho es gravísima y repercute por estas horas puertas adentro de Tribunales Federales, en particular con una "bajada de línea" a la Policía Federal: todo indica que Peralta entró este miércoles al mediodía al edificio "como uno más" y esperó unas 12 horas escondido en un baño, hasta asegurarse que los pasillos estaban vacíos y podía salir.

Eso abrió el primer interrogante: ¿cómo pudo alguien esconderse tanto tiempo sin que la guardia revisara el lugar?

Una vez que salió, con la mochilla cargada con herramientas se dirigió específicamente a un sector del tercer piso donde sabía que se guardaba droga incautada en operativos.

Segundo interrogante: ¿cómo tenía esa información? ¿Alguien de "adentro" lo ayudó?

En off hubo quienes dijeron que Peralta tenía la llave del depósito. Otros, a juzgar por las herramientas que le encontraron, dijeron que en realidad forzó la cerradura.

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Ya había guardado la cocaína cuando lo descubrieron los guardias.

En off, también, se dijo que Peralta, antes de ser trasladado a la alcaidía del edificio, les comentó a los guardias que tenía la orden de retirar la cocaína con dos cómplices, y que en ya en la calle le iban a pagar $ 1.500.000 por el botín. Nada de esto fue confirmado por la Justicia.

La investigación recién comienza.

Ya pasó antes. A fines de 2010, durante un juicio a cuatro narcotraficantes, se armó un escándalo en Tribunales Federales al descubrir que faltaban cuatro kilos y medio de cocaína que estaban bajo custodia policial. Luego se corroboró que la droga jamás había sido enviada desde la Jefatura de Policía hacia Tribunales, lo que no aplacó una situación irregular que tuvo repercusión en todo el país.