El cordobés que perdió a sus padres por Covid escribió una emotiva carta para su papá

“No me hace falta verte, para sentirte y saber que estás todos los días a mi lado”, expresó Matías Salemme.

"!Recuerdos de una noche sin barbijo en mi amado El Mentidero. Qué pedazo de bar, ya volverá. Estoy seguro", escribió en noviembre de 2020 Matías en su Facebook.
"!Recuerdos de una noche sin barbijo en mi amado El Mentidero. Qué pedazo de bar, ya volverá. Estoy seguro", escribió en noviembre de 2020 Matías en su Facebook.

Matías Salemme fue noticia el año pasado luego de que su mamá y su papá fallecieran por coronavirus, ambos eran médicos. Este domingo Matías decidió dedicarle unas palabras a su papá, justamente en el Día del Padre.

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“Mis viejos dejaron un gran legado de amor y un gran ejemplo de luz para los que estamos viviendo esta situación tan terrible. Toda la situación es muy fea”, había dicho Matías el año pasado, luego de que sus padres fallecieran.

Su mamá tenía 62 años y prestaba servicios en el Hospital Privado, mientras que su papá tenía 67 y trabajaba en Acecor, murieron con una semana de diferencia.

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Hace algunas semanas, el propio Matías, que también tiene un local gastronómico contó la difícil situación que le tocó vivir en carne propia. “En menos de un año se me murió mi mamá y mi papá, mi abuela, una amiga, tuve dengue, tuve Covid y después de 21 días y una neumonía bilateral me acaban de dar el alta”, había relatado en su cuenta de Twitter.

Ahora eligió su Instagram para dejarle una carta a su papá recordándolo para celebrar el Día del Padre.

La emotiva carta de Matías Salemme a su papá:

No me hace falta verte, para sentirte y saber que estás todos los días a mi lado. Feliz día Pá, te amo eternamente.

Te habían gustado tanto unas palabras que te escribí el año pasado para tu cumple que hoy, te las quiero regalar y decir nuevamente...

Es posible que de chico no supiese lo que iba a suceder. Que cuando compraba aquel paquete de figus en el sucucho de la esquina, ese paquete de la Liga de la Justicia, pensaba que ahí íba a encontrar a mi superhéroe preferido. Tal vez, a medida que pasó el tiempo, sentí que aquellos personajes no eran tan fantásticos como creía. No venían a abrazarme cuando algún compañerito me hacía algo, ni tampoco corrían al lado mío cuidándome cuando me sacaron las rueditas de la bici para que no me raspe hasta la bolita del ojo en esas primeras caídas, como si lo hacía él. Yo iba creciendo y la teoría de que aquellos con capa y poderes iban a salvar el mundo se desvanecía cada vez más. No era el hombre araña el que me llevaba y traía del cole, o aquel que se quedaba hasta cualquier hora despierto para buscarme en alguna americana de moda. El día que me gustó alguien, la tarde que decidí qué estudiar o aquellas miles de ideas que se me fueron ocurriendo y los problemas que tenía, no se los conté ni a batman ni a superman ni a ningún otro ser imaginario. Bien real era la persona que me bancaba en cada locura, en cada arranque, en cada idea y me apoyaba sin dudarlo y era él. Ya de grande, me di cuenta, que en aquellos paquetitos de figus faltaba el superhéroe más importante de todos, aquel que siempre aparecía de la nada con una palabra justa o un acto de amor, aquel con el que me encanta compartir familia, amigos, bares, tragos, asados, charlas y abrazos, ese que es un gran tipo, Gustavo Salemme, mi papá. Te quiero mucho mi único y gran superhéroe.