Tuvieron que pasar muchos años, decenas de muertos y cientos de enfrentamientos a tiros para que Los Monos pudieran ser llevados a juicio, en una causa que durante mucho tiempo caminó por la cornisa y en más de una ocasión estuvo a punto de caerse definitivamente. Por voluntad judicial y política, un gran trabajo de los fiscales y presión mediática, finalmente se logró que los líderes del clan más sangriento de Rosario fueran condenados.
Desde entonces, las autoridades clamaron a viva voz, y en más de una ocasión, que la banda narcocriminal más poderosa estaba desbaratada. Y cada vez que aparecía una noticia policial que revelaba un entramado todavía ligado al grupo de Las Flores, se encargaban de bajarle el tono y afirmar que se trataban de "terceras y cuartas líneas".
Cuando los hechos empezaron a agravarse y a producirse más a menudo, la explicación viró hacia "un enfrentamiento para ocupar los lugares" que supuestamente habían quedado "vacantes" por la caída en desgracia de la gavilla más famosa. Pero estas versiones oficiales volaron por el aire este martes, cuando poder político y judicial debieron sincerarse de una buena vez y admitir que Los Monos siguen vivos.
Ni los 37 años que le dieron a Ramón Ezequiel "Monchi" Cantero, ni mucho menos los 22 que recibió Ariel Máximo "Guille" Cantero sirvieron para frenar sus negocios. Desde la cárcel siguieron operando como si nada hubiera pasado, vendiendo droga, planeando secuestros y ahora armando ataques masivos contra jueces y policías que osaron investigarlos y condenarlos.
Los Patrones
Hace nueve meses, en la primera jornada del juicio a Los Monos, 8 de los 21 detenidos se desnudaron en el subsuelo del Centro de Justicia Penal para exigir que se analizara el habeas corpus presentado por sus sagaces abogados. En el mismo se ordenaba cambiar el lugar de detención para que no tuvieran que dormir allí durante el procedimiento, ya que querían hacerlo en la cárcel de Piñero.
Para no demorar el proceso, se les concedió un regreso al penal desde donde –tiempo atrás- habían organizado el traslado de 700 kilos de droga. Fue en marzo de 2015, cuando se difundieron una serie de escuchas en las que se oyó a Guille ordenar atentados y usurpar casas para instalar búnkeres de estupefacientes.
Tras el escándalo, se decidió colocar inhibidores de celulares, medida que no frenó para nada a la banda. De hecho, a finales de ese año, se conoció que desde un teléfono fijo dentro del pabellón 7 de la cárcel de Piñero, Guille y Jorge "Ema" Chamorro daban instrucciones a sus mujeres para que siguieran con la red de venta de drogas. Con los hombres del clan presos, ellas continuaron con el negocio.
La ayuda interna que recibieron de alguien del Servicio Penitenciario que les pasó un cable, les sirvió para operar unos meses, pero los terminaron descubriendo a partir de una investigación de la Justicia Federal que contó con 44 allanamientos y que llevó el nombre de Los Patrones. Finalmente este año la causa llegará a juicio oral, e increíblemente por primera vez estos delincuentes serán juzgados por narcotráfico.
Secuestro extorsivo
Pero Guille y sus secuaces no se amilanaron. Ya en la cárcel de Coronda, el hijo del "Viejo" Cantero profundizó otro nicho del negocio del hampa como el de los secuestros extorsivos. Un allanamiento realizado en septiembre del año pasado en su celda del pabellón número 6 permitió dar con tres cuadernos con anotaciones y números telefónicos que habrían sido utilizados para perpetrar estos ilícitos.
De acuerdo al fiscal federal N°3 de Rosario, Federico Reynares Solar, Cantero tramaba secuestrar a personas del mundo narcocriminal local y pedir dinero para liberarlas. Efectivamente uno de los secuestros logró concretarse, y fue el de un joven capturado en barrio Triángulo y liberado horas después.
Y parece que tenía cómo asustar a los familiares de las víctimas, porque un allanamiento realizado en la casa de un presunto sicario de la banda permitió la incautación de un arsenal de armas de guerra, incluidas una ametralladora, tres pistolas nueve milímetros y hasta chalecos antibalas.
Pese al procesamiento contra Guille que dictó el juez federal, Carlos Vera Barros, la Cámara Federal de Rosario lo dejó sin efecto porque consideró que el caso debía ser investigado por la Justicia provincial.
Ahora también ordena balaceras
Y la prueba más cabal que más allá de estar presos, Los Monos siguen haciendo lo que quieren, fue la sucesión de ataques perpetrados a contra jueces que los investigaron. Aunque el Ministerio Público de Acusación (MPA) en principio sólo le atribuyó los primeros contra Ismael Manfrín, por las víctimas e idéntica modalidad empelada, es lógico pensar que también habrían estado detrás de los otros.
A más de cuatro meses de la condena, los integrantes de la banda narcocriminal más pesada de la ciudad evidentemente siguen disponiendo de comunicación fluida y constante con otros integrantes del grupo aún libres, inestimable ayuda de agentes dentro del penal, recursos económicos y una enorme sensación de impunidad para hacer lo que les plazca.