Ratificaron el procesamiento del cirujano vinculado a la red de trata que explotaba travestis en Europa

Reclutaban personas, las obligaban a prostituirse y luego las operaban y enviaban a Roma y París donde continuaba la explotación sexual.

El cirujano fue imputado por ser partícipe necesario del delito de trata de personas con fines de explotación sexual agravado.
El cirujano fue imputado por ser partícipe necesario del delito de trata de personas con fines de explotación sexual agravado.

La Justicia ratificó el procesamiento del cirujano plástico santafesino de 66 años acusado de pertenecer a una red de trata que explotaba travestis pedido por el juez federal Nº 7 de Comodoro Py, Sebastián Casanello.

El pasado 13 de septiembre el magistrado había dispuesto que se procesara a Mario Carande y a otras quince personas por delitos vinculados a la explotación sexual de travestis provenientes de Salta, Tucumán y Chaco. Sin embargo, ante la apelación de los acusados se revió la resolución que finalmente fue ratificada.

El cirujano fue imputado por el delito de "partícipe necesario del delito de trata de personas con fines de explotación sexual agravado por el uso de violencia, engaño, amenaza y aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad de la víctima, por ser estas más de tres, por la participación de más de tres personas en el delito y por la efectiva consumación respecto de las víctimas cuya identidad se encuentra reservada".

Según la investigación, la red de proxenetas identificaba travestis en situación de vulnerabilidad en el norte del país y luego las trasladaban a Buenos Aires con falsas promesas económicas. Una vez en la ciudad las alojaban en un hotel de Villa Crespo y las obligaban a prostituirse en las calles y bosques de Palermo para "entrenarlas".  Se les exigía el cobro de un canon por trabajar y se le imponían multas que debían pagar de su recaudación. En caso de no hacerlo eran amenazadas y golpeadas.

Las mujeres con "potencial" eran seleccionadas y operadas en Santa Fe para viajar a Roma y París. En Europa las condiciones de trabajo eran peores: había un sistema de multas y deudas como la devolución del doble del valor de los pasajes o el pago mínimo de dos mil euros por trabajar en una calle.