Hace aproximadamente 3 meses Pocha y Guillermina tienen otra vida en Mato Grosso, Brasil. El proceso marcó un antes y un después para estos animales que están en el Ecoparque.
Con varios problemas en los papeles de traslado y con una lucha política entre oficialistas y oposición, llegaron a un acuerdo y obraron por el bien de la madre e hija.
Este jueves Humberto Mingorance, Secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial de la provincia, confirmó que el elefante Kenya ya comenzaba con el proceso para ir al mismo santuario.
El anuncio fue por medio de un Twett: “Obtuvimos de @AmbienteNacion el CITES (Certificado de Exportación) para que Kenya pueda ser trasladada al Santuario de Elefantes Brasil, donde la esperan Pocha y Guillermina.
A continuación, Mingorance agregó que están próximos a empezar el proceso de cuarentena del animal. El mismo que tuvieron que hacer Pocha y Guillermina para poder viajar.
Por otro parte, el secretario provincial resaltó la agilidad con la que se trabajó la tramitación de éste documento por parte de Nación, a través de Juan Cabandie y Beatriz Domingorena, y de todos los profesionales del Ecoparque.
La vida en el Santuario de Elefantes
El Santuario está en Mato Grosso, Brasil, donde hay población de elefantes machos y hembras. Los mismos viven por separado y en comunidad.
La llegada de Pocha y Guillermina fue muy esperada por mendocinos y proteccionistas animales. El traslado fue todo un acontecimiento porque fue por vía terrestre y tardó varios días.
Desde Global Elephants anuncian cada avance de madre e hija durante la insersión que están teniendo. Por ejemplo, han logrado interactuar con las otras elefantas pero esto también ha desplazado a antiguas miembros.
La adaptación ha costado bastante, recordemos que ellas vivían en lo que es el ex Zoo donde no había vegetación natural y estaban rodeadas de muros.
Las elefantas han aprendido que es la tierra en sus patas, se dan baños de lodo y se han aprendido a bañar ellas mismas.
“Hemos visto cambiar dos vidas en cuestión de 10 días. Desde el pozo de cemento del cautiverio que los mantuvo durante décadas hasta las ondulantes colinas del santuario, el cambio entre Pocha y Guillermina es obvio”, afirman desde el santuario.
