Comparsas y agrupaciones jujeñas celebraron este sábado con algarabía el “desentierro del Carnaval”, una fiesta muy arraigada y popular en la provincia, donde el Pujllay -el pícaro diablito símbolo de la festividad- tras despertar de su larga siesta de casi un año comanda festejos multitudinarios que protagonizan miles de jujeñas, jujeños e incluso los visitantes que arribaron en los últimos días atiborrando micros, aviones y la totalidad de la capacidad hotelera de la provincia.
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El baile, el canto, las ofrendas a la Pachamama y otras expresiones culturales que reivindican este gran festejo ancestral formaron parte de la apertura del Carnaval Grande en Jujuy y las comparsas, obviamente, fueron los ejes centrales de las celebraciones que se registraron tanto en los barrios de la capital como a lo ancho y largo de todo el territorio provincial.
El lanzamiento del carnaval llenó de público los lugares más característicos de la Quebrada como Humahuaca, Tilcara, Uquía, Purmamarca y Maimará, donde alrededor de cada mojón se congregaron los simpatizantes para compartir la fiesta que se extiende por nueve días.
LOS DIABLOS DE UQUÍA
En la localidad de Uquía, a 120 kilómetros de San Salvador de Jujuy, la gente se concentró cerca de las cuatro de la tarde para realizar la chaya del mojón, ritual acompañado por un conjunto de anateros -la anata es un instrumento muy ligado a los carnavales del norte argentino-, junto a otros músicos y bandas que hicieron la previa al desentierro del “diablo”, representado por un pequeño muñeco de trapo que permaneció bajo tierra desde el año anterior en ese sitio.
Cerveza, vino, chicha, talco, espuma, papel picado, serpentina y hojas de coca caían a modo de ofrendas sobre el mojón y todos los que lo rodean, mientras que guitarras, bombos, quenas y trompetas sonaban con fuerza para desatar la diversión.
“El mojón siempre se chaya en carnaval, más que nada con bebidas alcohólicas, y se pide a la Madre Tierra pasar un buen carnaval los nueve días con diversión y que no pase nada”, describió a Télam Marina Flores, integrante de “Los Corazones de Puya Puya” de Uquía, una de las comparsas más antiguas de la zona.
Precisamente en Uquía es donde se realiza la espectacular “bajada de los diablos” por una ladera del cerro Blanco, y en la que “Los Corazones de Puya Puya” participan con sus disfrazados, que son aguardados con ansias por sus simpatizantes para dar por iniciada la fiesta.
Ataviados y enmascarados en sus coloridos trajes espejados, los diablos del Carnaval asoman en la cima del cerro y son recibidos y ovacionados por la multitud. Aunque en su mayoría son grandes, también hay diablitos chicos y medianos.
Con sus rostros cubiertos de talco, serpentinas en el cuello y papel picado en el cabello, los protagonistas del colosal espectáculo festejaron la llegada del carnaval y se encolumnaron detrás de la bandera de la comparsa con la que luego salieron bailando por las calles del pueblo.
“Antes que los diablos bajen, se cierra la apacheta; se continúa con entrega de banderas y todo el baile sigue hasta el anochecer”, agregó Flores.
Las comparsas y agrupaciones son las encargadas de organizar sus festejos, en los que este año por la pandemia de Covid-19 las autoridades sanitarias recomiendan el uso de barbijo y que cada participante beba de su propio vaso, entre otras medidas, además de contar con el esquema completo de vacunación.
LA JUVENTUD ALEGRE CUMPLE CIEN AÑOS
Cerca de allí, la comparsa “Juventud Alegre” de Humahuaca realizó el desentierro en el marco de la celebración del centenario de su creación.
“La Juventud Alegre es como dicen sus estrofas: la comparsa del pueblo!!! Pero sobre todas sus cosas es grande por sus disfrazados, por sus diablos, pepinos, murgas, diablas... Ellos son su esencia!”, expresó la entidad en una publicación en Facebook.
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“Hoy sale el diablo y bienvenidos a la comparsa más grande del norte argentino”, añadió en su mensaje digital la antigua comparsa, que al mediodía compartió un “gran asado centenario” en su predio del barrio Santa Bárbara.
En definitiva, este sábado toda una provincia comenzó a vivir de lleno la fiesta del carnaval: en sus cuatro regiones (Quebrada, Puna, Valles y Yungas), el “diablo de la alegría” emergió de la tierra y contagió su alegría y locura a todos los jujeños y los miles de visitantes que llegaron para sumarse a la tradicional celebración.