‘Nunca es tarde para aprender se dice por ahí, y es el lema que acompaña a Miguel Rodríguez, quien a sus 42 años decidió terminar el secundario. El hombre de la localidad de Laboulaye trabaja en mantenimiento de la institución, y se esfuerza para mantener su trabajo sin descuidar el estudio.
En 2021, Miguel comenzó como auxiliar en el Cenma “Antonio Sobral”. Un año después, decidió integrar la institución de otra manera: convirtiéndose en un alumno más. “Me generaba curiosidad todo lo que sentía que se hablaba y pensé ‘por qué yo no’. Entonces hablé con las docentes y les pregunté si trabajando yo podía estudiar, y me dijeron que sí”, contó el hombre a Puntal.
Casualmente, el primer año de la secundaria también lo cursa su hija María Celina, quien será compañera de su papá en este trayecto. “Este año me anoté y ocurrió que mi hija también se entusiasmó”, cuenta.
Sin dejar de lado su trabajo, Miguel busca hacerle lugar a ambas actividades. “Soy el primero en llegar porque tengo que dejar todo listo, y el último en entrar al aula. También de irme del colegio. Porque una vez que se termina tipo 23.30 y se cierra el colegio, me voy”, detalla.
Además, asegura que divide su jornada para realizar ambas cosas: cuando termina sus tareas como portero, vuelve a su casa a comer, se baña y regresa a la escuela para cursar.
El hombre, que también es árbitro en la Liga Regional de Canals confía en terminar el secundario, con el impulso de tener a su hija en el aula: “Nos acompañamos. Aunque recién estamos en los primeros días, seguro vamos a estudiar juntos. Y mi esposa (Lorena) está con ganas también de volver a estudiar”.
