Joaquín Furriel: El rótulo de galán es algo maravilloso

El actor que hace convivir a diversos públicos en sus diferentes trabajos. Hoy disfruta del éxito de El Jardín de Bronce, en HBO.

Joaquin Furriel
Joaquin Furriel

​Por Jorge Luna Arrieta.

"Me sorprende de Córdoba la humedad. Tengo el recuerdo de cuando era chiquito, y venía a visitar a mi familia cordobesa, con un clima más seco". Emulando a los amigos taxistas, para romper el hielo con Joaquín Furriel estuvo el clima como pretexto. Y eso decantó en recuerdos de su infancia. "Acá están los Godoy, que son primos de mi papá, por lo que vine a Córdoba o a Carlos Paz a diferentes reuniones o vacaciones". No es algo extraño Córdoba para este actor, que disfruta del éxito presente de El Jardín de Bronce, la nueva serie de HBO que lo tiene como protagonista.

Y le gusta: "Es una provincia que conozco mucho porque la recorrí bastante. Es que como que rápidamente entrás en la atmósfera del lugar. Hay lugares a los que uno los tiene que descifrar un poco más para poder entrar y entender lo que está pasando. Acá es más rápido. Si bien hay diferencias entre la parte norte y la del sur de la provincia, en todos lados está eso de la empatía. Te invitan a formar parte de su vida".

Claro que la charla también pasó por su trabajo. Muy conforme con la nueva serie de la cadena internacional, destaca el intenso y preciso trabajo de 200 personas: “Es una historia que no da respiro y es para esos espectadores a los que les gusta estar concentrados, elucubrar qué puede pasar, generar sus propias hipótesis. Es un gran rompecabezas que el espectador tiene que ir armando con Fabián”.

Fabián Danubio es el personaje que interpreta Furriel. Un arquitecto cuya pequeña hija desaparece. Y Buenos Aires se transforma en otro personaje más, además de todos los que rodean a la historia.

–¿Cómo es ponerse en la piel de un papá al que le pasa esto?

–Es muy incómodo. Cada vez que leo una nota relacionada con algo de lo que le tocó vivir a mi personaje, me imagino la pesadilla que súbitamente toda una familia debe vivir. Cuando leí el guion, pensaba que ya no le podía pasar nada más. Y siguen pasando cosas. Está muy bien estructurado por los autores. Además, lo climas que se van creando y cómo Fabián, con esta oportunidad trágica que le da la vida, va descubriendo una pasión que no sabía que tenía.

–¿Qué tiene que pasar para que un proyecto te llame la atención?

–En general, una idea de grupo. Me tiene que convencer el grupo con el que vamos a trabajar. Desde ya que el primer acercamiento íntimo con el guion y con el personaje es esencial. Es lo más primitivo de mi trabajo. Después vas viendo las posibilidades de poder contar eso.

–Un jugador de fútbol crece y cambia a equipos mejores. Pero eso también va generando más presiones. En tu carrera pasa algo parecido. ¿Se siente la presión?

–Cuando estaba estudiando en el Conservatorio, durante esos cinco años, soñaba con esas responsabilidades. Después, la profesión misma me fue poniendo diferentes varas. Cuando hice La Vida en Sueño, de Calderón de la Barca, vino un director catalán que había hecho esa puesta en distintos lugares del mundo. En Buenos Aires hizo una audición en la que no conocía a nadie y que me haya elegido para hacer a Segismundo fue la confirmación que tantos años de estudio no habían sido en vano. Todas esas capitas que vas atravesando te van dando la tranquilidad que estás bien. Supongo que también tiene que ver con que nunca me interesaron los títulos, nunca fui muy ambicioso desde la marquesina; mi ambición está colocada en el ámbito del trabajo.

–Cómo tomás, con el tiempo, lo que se habló sobre la serie Entre Caníbales.

–El otro día, tuve una tarde libre en mi casa, después de mucho tiempo. Y en eso de ordenar, estaba el Martín Fierro por el personaje de Valmora. Y es lo que me queda. Entiendo que hay críticas, que al programa en el rating no le fue bien. Con un producto de Campanella, en Telefe y con Natalia Oreiro, vos decís ‘esto la tiene que romper’. Pero, como te decía, nunca trabajé para la marquesina. A mi trabajo le pongo siempre la misma garra. Aun perdiendo 4-0 un partido, lo sigo jugando para ganarlo. Con Entre Caníbales me pasó eso. Fue una gran experiencia. Aprendí muchísimo. Campanella y su equipo me escribieron un personaje de una gran riqueza y potencia. Lo recuerdo con felicidad porque tuve que trabajar mucho no sólo el aspecto físico sino también lo interpretativo, lo gestual, lo expresivo. Y el trabajo genera trabajo. No creo que hubiera llegado a El Jardín de Bronce si no hubiera hecho Valmora con Campanella. Y Natalia es una de las actrices de mi generación más importantes. Me identifico por cómo trabaja. Ojalá me vuelva a encontrar con ella en otro proyecto.

–¿Pesa el rótulo de galán?

-No. Y cada año que pasa te digo que lo quiero mantener. Je. Quizá cuando era más chico y empecé a hacer telenovelas, como yo venía de una formación académica, me molestaba. Pasa que no lo entendía bien. Hasta que un día me di cuenta que gracias a las telenovelas yo pude acercarme a un público que difícilmente vaya al cine o al teatro. Gracias a las novelas llegué a un público más ecléctico. Y gracias a eso pude lograr que el público que veía la novela Don Juan y su Bella Dama fuera a verme al teatro en El Reñidero, con Alfredo Alcón. El encuentro de esos dos mundos era para mí fue un momento de mucha felicidad. El rotulo de galán es algo maravilloso.