Implantación en pasturas

Factores climáticos (precipitación, temperatura y fotoperíodo) determinan épocas de abundancia y de déficit en la oferta forrajera. Lograr una alta eficiencia en la cosecha, por medio del pastoreo directo o la conservación de los excedentes, es importante para alcanzar resultados técnicos y económicos favorables.

Cortes de pastura de alfalfa
Cortes de pastura de alfalfa Foto: VIaC

En los sistemas ganaderos, las pasturas constituyen la base de la oferta forrajera para la producción (leche y carne). Es importante producir una elevada cantidad de forraje, de buena calidad, a lo largo del año con la mejor distribución posible.

El objetivo de implantar correctamente una pastura es lo primero que tenemos que realizar para que la misma nos provea del forraje adecuado, en cantidad y época, para que persista el tiempo necesario y para cumplir con el rol establecido.

Si bien las plántulas de las especies forrajeras tienen menor vigor inicial que las especies de grano, por lo general se observa en los sistemas reales, un menor cuidado y atención en la programación y siembra de pasturas y verdeos. Una correcta implantación de recursos forrajeros conlleva el conocimiento y coordinación tanto de tecnologías de proceso (planificación de la rotación, elección de especies y cultivares, antecesores, etc.) como de insumos (maquinaria, semilla, fertilizantes, etc.).

Al momento de la elección del recurso forrajero, dos factores principales son los que habrá que analizar para definir correctamente las especies y/o mezclas a utilizar.

La primera se refiere a las características del lote que determina el potencial productivo del sitio y las especies que se adaptan bien a dichas condiciones ambientales. Entre las características que debemos analizar para establecer los potenciales del lote se encuentran * Tipo de suelo. * Fisiografía, relieve, ubicación en el paisaje. * Fertilidad química actual (análisis de nutrientes, pH, materia orgánica). * Presencia de restricciones edáficas como salinidad, sodicidad, hidromorfismo, capas endurecidas, etc.

Control de pasturas para mejoras en crecimiento y rinde
Control de pasturas para mejoras en crecimiento y rinde

El segundo factor, la mezcla de especies, se refiere a los requerimientos de los sistemas productivos que se relaciona con la actividad ganadera específica (cría, recría, engorde, leche) y la necesidad de establecer cadenas forrajeras que aumenten la eficiencia global de utilización de forraje en sistemas predominantemente pastoriles.

Una vez definida la mezcla en función de la aptitud ambiental y los requerimientos del sistema, se debe decidir sobre el material genético a utilizar en cada especie. La primera recomendación es la utilización de semilla certificada (fiscalizada, nominada o identificada) la que no solo es la única que garantiza el valor genético de la semilla, sino que por lo general presentan valores de germinación, vigor y pureza muy superiores a la semilla «común» o sin certificación.

El valor agronómico de un cultivar varía según las distintas zonas o regiones de uso, por lo que es de fundamental importancia contar con la información sobre el comportamiento de los materiales en el ambiente donde se va a utilizar.

La determinación de la densidad de siembra, es decir los kg de semilla por ha que deberemos distribuir en el lote, es clave para obtener una pastura productiva y persistente. Lo primero a determinar para cada especie y/o mezcla es la densidad objetivo (DO) que representa el nº de plántulas por m2 que deseamos obtener a los 40-60 días desde la siembra.

Los valores de densidades objetivo son variables según especies y mezclas, pero oscilan entre 300-500 plántulas/ m2. La relación entre la densidad objetivo y la densidad real de siembra está afectada por las características del lote de semilla a utilizar, que determina el nº de semillas viables por kg de semilla, y la eficiencia de siembra esperada (ES) que es la relación porcentual entre el nº de plántulas logradas a los 40-60 días desde la siembra y el nº de semillas viables sembradas. El número de semillas viables por kg de semilla es un parámetro de fácil y bastante precisa estimación. En su cálculo intervienen variables como: poder germinativo (PG%), pureza física (PF%), peso de 1000 semillas (PMS g) y el % de peleteado, es decir la proporción en peso del agregado de inertes para el peleteado de la semilla. La ES se encuentra afectada por múltiples factores (antecesores, labranza y barbecho – condiciones y cama de siembra – sistema de siembra y maquinaria – especies y factores climáticos) y es la variable más asociada a las variaciones observadas en el éxito de la implantación de una pastura o verdeo. La eficiencia de siembra modal de los sistemas reales de la región varía entre 30-60%.

Entonces, contando con estimadores de la ES, ya sea porque fue medida en la empresa o usando valores medios, podemos calcular la densidad de siembra a utilizar en función de la densidad objetivo planteada Densidad de siembra:

Kg/ha: DO x PMS x 1000000 PG x PF x (100 - % Peleteado) x ES Donde PG = % poder germinativo; PF = % pureza física; % de peleteado, PMS = peso de 1000 semillas en g; ES = % de eficiencia de siembra esperada y DO = densidad objetivo en nº de plántulas /m2

Primeros cortes de pasturas para fardos
Primeros cortes de pasturas para fardos Foto: ViaC

La elección de un buen antecesor de las pasturas en la rotación es de gran importancia ya que nos permite mejorar las condiciones de implantación, incrementando la eficiencia de siembra lograda. Entre los criterios utilizados para calificar un antecesor podemos destacar: fecha de entrega del lote, volumen de rastrojo, compactación superficial y control de malezas.

En cuanto al sistema de siembra la misma puede ser en directa o convencional. La elección de la misma va a estar estrechamente relacionada, entre otros factores, al cultivo antecesor, condiciones del lote y condiciones ambientales al momento de la siembra. La mayoría de las especies forrajeras poseen semillas pequeñas, por lo que a mayor profundidad de la recomendada generalmente disminuye el establecimiento de la pastura.

En general a mayor tamaño de la semilla es posible sembrar a mayor profundidad. Las siembras profundas de semillas pequeñas pueden crear problemas graves, debido a que muchas plántulas se perderán al no lograr emerger del suelo, otras por desarrollarse débiles y susceptibles a enfermedades y un tercer grupo presentarán tasas de crecimiento bajas y serán dominadas por las especies de semillas grandes y de mayor vigor inicial.

Como recomendación general cuando se instalan mezclas forrajeras es probable que con profundidades de alrededor de 1 a 1,5 cm se logre compensar en parte las distintas exigencias. Las fechas de siembra recomendadas según tipo de pastura son: » Verdeos de invierno: Febrero -Marzo » Pasturas templadas: Marzo-Abril » Verdeos de verano: Octubre-Noviembre ».

Pastura megatérmica: Noviembre Los principales efectos negativos de un atraso en la fecha de siembra de cultivos otoñales son:

Demora en el inicio del pastoreo de verdeos de invierno y menor productividad otoño-invernal.

Mal establecimiento de las gramíneas perennes en pasturas plurianuales.

Aumento en el riesgo de pérdidas de gramíneas en el primer verano.

Menor eficiencia en el control postemergente de malezas. Menor aprovechamiento del recurso implantado (menos pastoreos o cortes)

El control de malezas en pasturas y verdeos debe considerarse como una actividad programada del proceso de implantación y no como un hecho eventual. Esto quiere decir que en la presupuestación de insumos y operaciones debe incorporarse al menos un evento de control de malezas. Para ello se deberá tener precauciones en cuanto a insumos y equipos a fin de realizar el control en el momento adecuado. En lo que respecta a fertilización, los nutrientes que con mayor frecuencia limitan la producción de las pasturas son el nitrógeno (N) y el fósforo (P), y en menor medida el azufre (S) que merece un análisis propio y aparte.