"Paterson", todo lo que tenés que saber sobre esta peli

El gran realizador vuelve con la sutil Paterson, una película que exalta el valor de la rutina y la chatura. (de La Razón)

"Paterson", todo lo que tenés que saber sobre esta peli
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Por Javier Firpo

Se despierta a las seis y diez, todas las mañanas. Desayuna lo mismo, besa a su mujer y se presenta en la terminal de ómnibus para empezar el recorrido con el colectivo. Se reporta a su jefe, que siempre le pregunta lo mismo. Y él responde igual.

Cumple su horario. Camina hasta su casa, cambia figuritas con su novia repostera. En sus tiempos libres, el chofer escribe poesía prolijamente en su cuaderno lleno de poemas.

Sale a caminar con el perro de su novia y hace una obligada escala en el mismo bar. Y regresa... con el perro.

Así es la vida de Paterson en un pueblo de Nueva Jersey que se llama... Paterson. De esto habla la última película del realizador norteamericano, independiente y de culto, Jim Jarmusch, recordado por films como “Flores rotas”, “Café y cigarrillos” y “El camino del samurai”.

Se trata de una sutil y sensible postal en la que se revaloriza la rutina, la vida gris y sin sobresaltos, y en la que el protagonista es el principal testigo de su inalterable cotidianidad, de la cual parece estar absorto y hasta orgulloso.

“Paterson”, el largometraje que llega a la cartelera, podría ser un canto al esnobismo, un ejemplar de esos a los que se puede endulzar y elogiar hasta el hartazgo, al igual que a su hacedor. Pero Jarmusch, como suele hacer, se diferencia -del resto del cine- proponiendo una historia pequeña, sencilla, que subraya las escenas cotidianas -y reiteradas- de cada día. Y que recuerda a aquel hit protagonizado por Bill Murray, “Hechizo del tiempo” (1993), originalmente llamado “El día de la marmota”, film que seguía a pie juntillas a un frustrado meteorólogo.

El comediante Adam Driver aquí pega el volantazo hacia otro registro y es el protagonista elegido a la perfección por Jarmusch. Driver encarna al mencionado y abúlico chofer, que cumple a rajatabla con su labor sin el menor estrés. Disfruta a su manera conducir el colectivo, es curioso escuchando las conversaciones de los pasajeros, es amable con ellos cuando surgen contingencias y aprovecha los espacios libres para escribir poemas, su sentido hobby. Y visual y narrativamente “Paterson” es un poema que versa simplezas, sin grandilocuencias, con un Driver como antihéroe impecable, acompañado por la sorprendente Golshifteh Farahani, una preciosa iraní que interpreta a Laura, su novia que es feliz haciendo muffins y que sueña con cantar y aprender a tocar la guitarra. La relación de ambos desborda dulzura, bondad e inocencia, y los temas de conversación tienen que ver con las trivialidades hogareñas de cualquier pareja, y sobre Marvin, claro, el bulldog que resulta una verdadera perla cada vez que aparece.

En tiempos en los que el cine apela a las escenas efectistas, a la violencia diaria que azota al mundo, al exceso en todos sus aspectos, Jarmusch mantiene su intimismo. proponiendo desgranar ese rompecabezas compuesto por pequeños momentos que es un día en la vida... No le interesan al director los porqués sino todas esas nimiedades que ocurren en los márgenes, y las personas que están en esos márgenes. Porque como sucede en el bar donde cada noche acude Paterson, irrumpen personajes... de carne y hueso, creíbles, terrenales.

Jarmusch no enfatiza el tedio de la rutina en el pueblito, sino que construye un mundo silencioso, intencionalmente liviano y calmo, con personas que se centran en sí mismas y no son necesariamente ambiciosas.

Y se disfruta mucho esa relación entre Paterson y Laura, quienes no parecen tener un denominador común. Pero Jarmusch parece decirnos que no es necesario entender para amar.