Graciela Ocaña: “Queremos ser un dique de contención al kirchnerismo”

La diputada secunda a Diego Santilli en la lista de Juntos por el Cambio en provincia de Buenos Aires. Sostiene que “la unidad” de la coalición “está garantizada”, aunque reconoce que “tiene que haber más fair play”.

Graciela Ocaña acompaña en segundo lugar a Diego Santilli en la lista de Juntos (@gracielaocana)
Graciela Ocaña acompaña en segundo lugar a Diego Santilli en la lista de Juntos (@gracielaocana)

Graciela Ocaña buscará renovar su mandato como diputada nacional por Juntos por el Cambio. Ocupa el segundo lugar de la lista de Diego Santilli, que enfrentará a Facundo Manes en provincia de Buenos Aires. En diálogo con este medio, la legisladora sostiene que “la unidad” de la coalición “está garantizada” a pesar los fuertes cruces que marcaron el inicio de la campaña.

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“Todos integramos un mismo espacio donde compartimos valores y el objetivo de construir una Argentina distinta y de fortalecer a la oposición como un dique de contención ante el avance del kirchnerismo”, afirma Ocaña. Además, denuncia que “la política de adquisición de vacunas fue desastrosa”.

¿Cómo llegó a ocupar el segundo lugar de la lista de Santilli?

Estoy por renovar mi mandato por segunda vez dentro de Juntos por el Cambio. Nuestro partido, Confianza Pública, nació en la Ciudad de Buenos Aires pero se está ampliando: en febrero fuimos reconocidos en provincia de Buenos Aires y también nos hemos lanzado en Córdoba con Laura Sesma, que es candidata a diputada en la interna. Para nosotros es un gusto aportar nuestra mirada y experiencia. A Diego lo conozco mucho, sé de su compromiso. Es un hombre de diálogo, algo imprescindible para lograr los consensos y sacar las leyes en el Parlamento, y tiene una experiencia importante de gestión para llevar soluciones a los problemas del ciudadano de a pie.

La campaña en Juntos por el Cambio arrancó con cruces muy fuertes, ¿eso desgasta a la alianza?

Son parte de las chicanas de la política. Todos integramos un mismo espacio donde compartimos valores y el objetivo de construir una Argentina distinta y de fortalecer a la oposición como un dique de contención ante el avance del kirchnerismo. El adversario a vencer son los problemas de los argentinos y el kirchnerismo, que siempre nos quiere poner a discutir el pasado en lugar de construir un futuro. Tiene que haber más fair play, porque a veces la chicana sirve para aparecer en un medio o en las redes sociales, pero no aporta a la solución. Para hacer cualquier construcción política debe existir una amistad cívica.

¿Por qué no logran saldar sus discusiones puertas adentro?

Fueron los primeros días. Se va a presentar un código de ética y buenas prácticas, que es algo importante. Ojalá podamos canalizar las diferencias para que la sociedad pueda elegir de la mejor forma a quiénes quiere apoyar en Juntos por el Cambio. Esta PASO va a permitir que muchos ciudadanos bonaerenses se involucren y quieran participar, y eso suma, porque al final los votos hacia una u otra lista son votos de Juntos.

¿Qué le parece la incorporación de Manes? ¿Qué opina de él?

Es un profesional con mucho prestigio y es positivo que se sume a Juntos por el Cambio. No lo conocemos en la faz pública porque no ha gestionado, recién ahora estamos conociendo sus ideas. Cada lista podrá aportar desde distintos lugares y será la sociedad la que defina. Nosotros tenemos la experiencia de la gestión y experiencia legislativa, y la convicción y la pasión que siempre le ponemos a todo lo que hacemos, como han demostrado dirigentes como Juan Manuel López, Marcela Campagnoli y Gerardo Milman.

Que Juntos por el Cambio tenga internas en casi todo el país, ¿demuestra una crisis?

La unidad de Juntos por el Cambio está garantizada. Cuando los dirigentes no se pueden poner de acuerdo, hay que aprovechar las PASO. Y esto también demuestra un crecimiento con la integración de más partidos, como el Peronismo Republicano u otras fuerzas locales. Eso es una fortaleza, no una debilidad. No tenemos una mirada uniforme, pero sí tenemos una firme convicción de poner un dique de contención al kirchnerismo, de defender las instituciones, de impedir un avance contra la Justicia, de construir futuro y dejar de hablar del pasado. En eso estamos de acuerdo y la unidad está garantizada. Y qué mejor que sea la sociedad la que elija a sus candidatos en lugar de una lapicera, como tiene Cristina Kirchner en el Frente de Todos.

Uno de los ejes de la campaña del Frente de Todos es exhibir la vacunación en provincia de Buenos Aires como un modelo ejemplar…

Al contrario, es el anti-modelo: por haber vacunado a las “Puritas” (por Stefania Purita Díaz, la joven de 18 años que fue vacunada en Avellaneda) antes de vacunar a los adultos mayores, y por lo que está sucediendo ahora con la Sputnik, donde la provincia tuvo mucho que ver porque incitó a la compra de esa vacuna sabiendo desde un comienzo que las segundas dosis tenían muchos problemas para producirse y seguramente no iban a estar. Han vacunado a jueces de la Corte Suprema provincial en el “vacunatorio VIP” y todavía nadie dio una explicación. El modelo de la provincia es todo lo que no hay que hacer.

¿Reconoce algún acierto en el plan de vacunación?

La política de adquisición de vacunas fue desastrosa. Privilegiaron dos contratos, en primer lugar el promovido por Carlos Slim y Hugo Sigman, un empresario muy cercano al Gobierno, para la compra de vacunas, que incluso se pagó anticipadamente y de las 23 millones comprometidas para el primer semestre no llegó ni la mitad y ya estamos en agosto. Y con Sputnik firmaron a pesar de que no tenían capacidad de entrega. El Gobierno compró 20 millones para ser entregadas al 28 de febrero (10 millones de tratamientos con la dosis 1 y 2) y todavía no llegamos a completar los 10 millones. Sin embargo ya extendieron el contrato por más vacunas, en lugar de apostar a las que sí se podían traer, como las de Moderna, Janssen y Pfizer. Tardaron siete meses en resolver el problema de la ley de vacunas que originaron para no comprar la Pfizer. Ni hablar del “vacunatorio VIP”, de las vacunas que fueron a El Calafate, del caso de Purita. Todo eso demuestra lo mal que se trabajó, y no solo con la vacunación: ahora nos enteramos que mientras nosotros no podíamos ver a nuestros seres queridos por la cuarentena, el presidente y su entorno en Olivos festejaban cumpleaños y tenían una vida social activa que no tuvo ningún argentino.

¿Considera que tuvieron una actitud irresponsable al principio al hablar de “veneno”?

Fue alguna declaración aislada. Lo que la oposición le pedía al Gobierno era que diera a conocer los estudios que avalaban las autorizaciones que estaban dando. La Sputnik no tenía autorización de ningún ente regulador (todavía no lo tiene, ni siquiera de la OMS). Se pedía la publicación en revistas científicas, que es lo habitual. Eso ocurrió prácticamente un mes después, y al kirchnerismo también le dio más tranquilidad. Volver sobre lo del envenenamiento es un error. A pesar de que el Gobierno ha comprado vacunas con un criterio ideológico y geopolítico, y la carta de (Cecilia) Nicolini lo demuestra, las vacunas sirven para salvar vidas. Yo soy pro-vacunas, no soy anti-vacunas. Volver a hablar de envenenamiento es hacerle el juego a un grupo anti-vacunas, que por suerte en Argentina es minoritario.

Por la Corresponsalía de Buenos Aires