A días de cumplir seis meses de cuarentena -que contempló distintas fases en las diferentes jurisdicciones del país- Argentina es actualmente el lugar del mundo con más casos de coronavirus por habitantes que menos testeos ha realizado.
Es decir, es el país con más contagios, y a la vez, el que menos testeos puso a disposición de la población para medir el impacto de la Covid-19. Esto aplicado al promedio nacional, que es variable según las provincias.
Según indica Clarín, la cantidad de casos podría haber sido mayor si la población no llevara casi medio año confinada -incluso a pesar de que últimamente el aislamiento estricto se relajó- y el encierro especialmente de los adultos mayores provocó que la mortalidad se mantuviera baja.
El gobierno de Alberto Fernández tomó la decisión política y sanitaria de testear poco y, en su lugar, destinó los recursos a ampliar la disponibilidad de camas de terapia intensiva y los respiradores. Mejoró la calidad del sistema de salud para contener a los enfermos, pero no se enfocó en prevenir que aumentaran, o que aumentaran menos. Eso se lo dejó a los ciudadanos bajo la premisa de quedarse en casa.
Argentina tiene 12.750 casos de coronavirus por millón de habitantes y ha hecho 35.388 testeos por millón.
Mientras, España, con 12.900 casos de Covid por millón de habitantes, hizo seis veces más testeos: 230.000 por millón de habitantes. Colombia, 14.000 casos por millón de habitantes, ha hecho 62.000 testeos por millón. Perú, con 22.000 casos por millón de habitantes, realizó 107.000 testeos por millón.
Entre los países que más testeos realizaron, y que al mismo tiempo no se sirvieron de una cuarentena como único recurso contra la pandemia están Alemania, con 3159 positivos y 160.000 testeos por millón de habitantes; Italia tuvo 4798 casos y 164.000 testeos por millón; Canadá 3664 casos y 164.000 mil testeos; Francia, 6050 y 153.000 y Suecia 8638 y 123.000.
Hacer más testeos no implica necesariamente tener menos casos ni menos muertes, pero cambia las proporciones de todo lo que debe considerarse para saber si el tratamiento de la pandemia fue exitoso o no. Y en ese cóctel no solo entra el coronavirus, sino también las consecuencias sociales, económicas y hasta sanitarias que incluyen la atención a otras enfermedades.