Para Fernando Márquez el clásico puntaltense fue inolvidable

El árbitro cumplió 100 partidos en la Liga del Sur pero debió dirigir más de una hora con la muñeca fracturada.

Fernando Marquez debió dirigir más de una hora fracturado.
Fernando Marquez debió dirigir más de una hora fracturado. Foto: Nicolás Pereyra

Fernando Márquez no olvidará el clásico de Punta Alta. Más allá de haber tenido una correcta actuación en un partido cambiante y emotivo, para el árbitro la tarde quedará para siempre en su memoria.

Antes del comienzo, Gustavo Altuna entregó una plaqueta de reconocimiento por haber llegado a los 100 partidos en el ámbito de la Liga del Sur. Para el juez, la tarde era ideal en el partido más relevante de la fecha.

Fernando Márquez recibió un reconocimiento por los 100 partidos en Primera.
Fernando Márquez recibió un reconocimiento por los 100 partidos en Primera. Foto: Nicolás Pereyra

Pero todo cambió a los 20 minutos del primer tiempo, cuando retrocediendo el árbitro tropezó y cayó. En su afán de amortiguar la caída apoyó su muñeca izquierda en el piso y sufrió una fractura. Rápidamente fue socorrido por los auxiliares médicos del club local y tras algunos minutos reanudó las acciones.

Fernando Márquez es atendido, el juez se fracturó la muñeca.
Fernando Márquez es atendido, el juez se fracturó la muñeca. Foto: Nicolás Pereyra

Márquez nunca dudó en continuar el partido, solo restaba saber si el cuerpo y el dolor se lo permitirían. Con un provisorio vendaje terminó la primera mitad.

En el entretiempo pasó a la enfermería del vestuario tricolor donde se le hizo un entablillado y un vendaje mas firme, desde la muñeca hasta el cuello. El árbitro recurrió a una solución casera y con una media cubrió casi todo su brazo.

Pudo seguir y terminar de jugar el partido, a pesar de la incomodidad de la lesión grave, se lo vio siempre atento a lo que sucedía en el campo de juego y concentrado en cada acción. No dudó en cada fallo, y terminó completando un buen cometido en un partido que seguramente para él fue inolvidable, porque fue el número 100, porque le demandó sin dudas un tremendo esfuerzo para dejar el dolor de lado.