Los hermanos cordobeses Matías y Nicolás Castro concibieron su proyecto estando en Europa mientras desarrollaban su carrera profesional. La vida los había llevado al fútbol, pero la conexión con el helado venía desde la niñez, puesto que su padre supo tener una fábrica de dulces en el pasado.
La idea de volver a Córdoba con algo distinto nació mientras jugaban, al vivir rodeados de heladerías. A pesar de que la incertidumbre dominaba la economía y muchos negocios cerraban, ellos tomaron la audaz decisión de abrir la empresa en mayo de 2020.
Del futbol a la heladería: la historia de una reconocida marca
El emprendimiento se sustentó en la tradición familiar. Tuvieron que recurrir a su tío Elvio, la persona que enseñó a su padre a hacer las preparaciones, para solicitar sus viejas fórmulas. Aunque hoy las recetas están 100 por ciento modificadas y adaptadas, él es parte fundamental de la historia de la reconocida marca Leroma.
El primer local abrió sus puertas en avenida Gauss de la ciudad de Córdoba. Uno de los secretos del crecimiento reside en el concepto de alto estándar que defienden desde el comienzo, ya que no solo elaboran el producto con frutas naturales y sin conservantes, sino que ponen énfasis en la vivencia: buscan que el cliente entre, se sienta bien recibido y bien atendido.
La apuesta inicial rindió frutos rápidamente. Pasaron de un punto de venta pequeño con manufactura en el sitio, a una planta con capacidad para suministrar a 30 bocas. Actualmente, la cadena tiene 10 locales operativos en la Capital y están pronto a inaugurar un local en Carlos Paz. El gran desafío ahora consiste en desarrollarse en otras ciudades del territorio sin perder la distinción que les caracteriza. El nombre “Leroma” es un guiño íntimo, formado por las primeras sílabas de los segundos nombres de los tres varones de la parentela: Leonel, Román y Martín.
































