El terapista Pablo Centeno es uno de los médicos que tiene el triste récord de haber tenido dos veces coronavirus. Tras vencer la enfermedad, ayuda como jefe de Terapia Intensiva en dos hospitales bonaerenses y actualmente forma parte del equipo interdisciplinario del Ministerio de Salud que viajó a Río Negro tras el brote de casos de covid-19 que sufre la provincia.
Cuando le surgió la posibilidad, no dudó en ir a Río Negro. Primero en el hospital de General Roca y después en el "Doctor Ernesto Accame" de Allen, una pequeña localidad ubicada a 20 kilómetros de allí.
"Si te piden es porque se necesita y es bueno poder compartir experiencia con otros y ver de qué manera trabajan, que puede aportar uno desde su experiencia, aprendimos mucho y es bueno poder devolverlo a la sociedad de esta forma. La familia lo entiende y acompaña", dijo a Télam Pablo Centeno.
"Vinimos con otros dos terapistas, kinesiólogos y enfermeros, los dos primeros días estuvimos en el hospital de Roca y después en Allen, porque se dio un brote de coronavirus en esa localidad y la terapia intensiva que tenían era muy chica", explicó Centeno, que el próximo miércoles cumple 50 años y es uno de los médicos que integra los equipos que Nación conforma para asistir a las jurisdicciones.
El ritmo y la experiencia que le dieron los meses previos como jefe de Terapia Intensiva del hospital del Bicentenario, en el partido bonaerense de Esteban Echeverría, y su trabajo en el Cuenca Alta, de Cañuelas, es lo que le permitió trasladar conocimientos sobre una enfermedad de la que "todos los días se aprende" a sus colegas de Río Negro.
En momentos en los que se cuestiona la efectividad del aislamiento social que comenzó el pasado 20 de marzo, hace seis meses, con defensores y detractores de la medida que comparten el mismo entusiasmo a la hora de exponer las razones de sus posturas, Centeno aseguró que comprende a los dos sectores, aunque con matices.
"Entiendo las dos posturas, pero te puedo asegurar que la cuarentena estricta nos permitió prepararnos para tener la capacidad operativa que gracias a eso tuvimos. Ahora, el recurso humano es distinto, porque eso el tiempo no te lo brinda, es limitado sobre todo en lo que hace al personal de terapia intensiva que justamente es muy requerido en esta pandemia", detalló.
Sin embargo, este "entender posturas" a veces le cuesta más, como cuando se le escapa la vida de un paciente y escribe desde lo más visceral una carta a corazón abierto que subió a las redes hace un par de días y que rápidamente se viralizó.
"Te mandaría por privado la foto de la cara de un tipo de 42 años anticuarentena, que enfermó y se internó febril, estuvo una semana sin respirador, después lo necesitó, estuvo 12 días boca abajo intubado, sin que su familia pudiera verlo cuando estaba vivo ni despedirse cuando estaba muerto", contó.
Sus palabras tuvieron gran repercusión en las redes, quizás fue por la empatía que su descarnado testimonio generó entre quienes buscan crear conciencia sobre las medidas de cuidado que pueden hacer la diferencia a la hora de los contagios, o quizás porque el relato en primera persona da cuenta del dolor y la frustración que los médicos sienten cuando los esfuerzos que hacen no alcanzan para evitar la muerte.
Lo cierto es que Pablo, al igual que el resto del personal de salud, sigue poniendo el cuerpo a la batalla contra el coronavirus, aunque se hayan acabado los aplausos y pasado los injustos escraches que sufrieron médicos y enfermeros, aún cuando piensan que una vez superada la pandemia no será un lugar de merecido reconocimiento el que tendrán.
"Siento que en la pospandemia vamos a ser como los soldados de Malvinas, a los que la sociedad les da la espalda porque les duele mirarlos", dijo Centeno a Télam casi a media voz, la que se tiene cuando la tristeza se anuda en la garganta.