El color, la gente y… ¡la lluvia! Cuatro pilotos llegaban con chances de campeonato a San Nicolás y quizás Agustín Canapino (Chevrolet) apenas entraba en la pelea. Las miradas estaban puestas sobre Matías Rossi (Ford) y Facundo Ardusso (Torino), pero el arrecifeño terminó imponiéndose en el final.
"Nunca hay que darse por vencido. Uno siempre sale a pista con la intención de ganar y de salir campeón pero todos merecíamos el campeonato. Las carreras hay que correrlas y hoy tuve mucha suerte", declaró el actual campeón.
La decisión de cambiar neumáticos por el agua fue determinante y le permitió escalar desde el puesto 39 al segundo, en una arremetida casi épica. Con Canapino ya en el podio, Rossi estaba obligado a entrar entre los 18 primeros para quedarse con el título, pero el clima le jugó una mala pasada. Por primera vez el porteño Alan Ruggiero (Torino) hizo el uno y José Manuel Urcera completó el podio.
El marco de público fue, sin dudas, excepcional. El emplazamiento estratégico del autódromo y los más de 40 años que separaron al TC de los nicoleños parecen haber potenciado aún más la coronación, con más de 60 mil almas.