Desde el femicidio de Jéssica González, el viernes 21 de septiembre, se supo que el único imputado por el crimen, Rául Pérez, y la víctima se conocieron en la Iglesia. Ella era hija de la pastora y él había llegado al lugar llevado por su prima. De entrada él mostró interés por Jéssica pero la negativa de ella habría desatado la furia.
Pérez se acaba de separar y tenía denuncia por violencia de género en perjuicio de su ex pareja aunque se desconoce si la congregación estaba al tanto. El hombre tenía un trabajo estable y participaba activamente de las actividades de la Iglesia.
Conoció a Jéssica y rápidamente se hicieron amigos. Aunque sus intereses eran amorosos, ella se negaba. Su propia prima contó que Pérez se terminó obsesionando con quien fuera su víctima.
Testigos cuentan que los días previos al femicidio, Pérez se enojó porque vio a Jéssica conversando con otro hombre de la Iglesia. Incluso hizo una escena de celos.
Luego, tanto aquel hombre como Jéssica hablaron con él para aclarar la situación. Ella le dijo que no estaba saliendo con nadie y volvió a recalcarle que tampoco quería nada con él.
El jueves 20, Pérez llamó a la mujer y acordaron un encuentro. Horas más tarde apareció brutalmente asesinada en la habitación de un motel mientras él permanecía herido a su lado. Quedó internado en el Hospital San Bernardo, donde se le comunicó su imputación. Se negó a declarar.