Wallander y cómo nos imaginamos a nuestros personajes favoritos

El joven Wallander, nueva y muy buena serie de Netflix que narra los años mozos del detective icónico de Henning Mankell, el gran maestro del policial nórdico.

Joven Wallander
Joven Wallander

Cuando uno lee, la fisonomía de los personajes es una invención –en gran parte– propia. Hace un tiempo me sorprendí mucho al enterarme que mi hijo piensa al Martín Fierro como un flaco alto y desgarbado, mientras que yo siempre lo tuve más tirando a retacón, estilo Inodoro Pereyra. El cine y la tele son, en este sentido, grandes pinchadores de globos.

De pronto, Sherlock Holmes deja de ser “tu” Sherlock Holmes –flemático y súper británico- y se convierte en un rockerísimo Robert Downey Jr. Ya no podés imaginarte al Mr. Ripley de Patricia Highsmith sin verlo a Matt Damon. Ni quitarle la cara de Keira Knightley a la sufrida Ana Karenina. La semana pasada, viendo “El joven Wallander”, constaté como nunca esta disociación entre la imagen mental que tenemos de nuestros personajes favoritos y lo que otros deciden hacer de ellos.

La serie (que se acaba de estrenar en Netflix), narra los años mozos del detective ícono de las novelas negras de Henning Mankell. El actor es un pibe sueco que le calza como un guante al muy nórdico phisique du role de Kurt Wallander. Pero el personaje es tan buenote, tan inocente, taaan verde, que me costó horrores reconocer en él al impasible detective cuyo mayor encanto es que parece haberlo visto todo.

La trama es buenísima, aborda al fantasma que ronda a Europa en los últimos años: la inmigración, el racismo creciente, la irrupción de los movimientos de ultraderecha. Pero en esos lodos, el joven Wallender es una ovejita blanca en vez del estoico sabueso que yo tenía en mente.

Dale un vistazo al tráiler: una Europa en llamas por la inmigración y la xenofobia.