Mary Barton II, por Cristina Bajo

Al atravesar la cocina, una de las sirvientas se apiadó del hombre harapiento y le pasó a escondidas un pan con un gran trozo de carne adentro.

Cristina Bajo
Cristina Bajo

Cuando este harapiento y hambreado obrero es recibido en la sala donde los propietarios desayunan, el patrón le alcanza el papel, su hijo le da unas monedas para el enfermo y lo despiden amablemente, pero con indiferencia.

Al atravesar la cocina, una de las sirvientas, apiadada de él, le pasa a escondidas un pan con un gran trozo de carne adentro, que el infeliz devora en cuanto deja la mansión.

Después de una larga caminata llega al sótano, pero su amigo ha muerto; sólo puede entregar las monedas a la viuda; nada más pueden hacer Mary, ni su padre, ni este buen amigo.

Para los que gustan ahondar en la historia: "Mary Barton, relato de la vida en Manchester" –tal su título original– es un estudio del año1848, el de las primeras manifestaciones de los cartistas en Gran Bretaña: por eso se la califica como "la primera novela laborista en Occidente".

A pesar de que fue escrita un siglo y medio atrás, el tema sigue vigente, dejándonos no sólo la exposición del drama, sino también la calidez por cuanto tiene de solidaridad, de bondad humana y de esperanza.

Imagino el impacto que causó en su época, pues exponía lo que nadie quería ver; lo que, poco después, motivaría revoluciones insospechadas en el mundo.

Con palabras de la autora: “Vistosos coches recorren las calles, los teatros continúan llenos, las tiendas de lujo se ven favorecidas y mientras tanto, el trabajador cesante ve todo esto y piensa en su pálida y sufrida compañera, en los hijos que lloran pidiendo pan, y en la muerte lenta de los que son carne y sangre de su carne y de su sangre.

El contraste es demasiado grande, y por fuerza ha de rebelarse por ser él solo quien sufra las consecuencias de los malos tiempos." Sin embargo, esta obra va más allá de una denuncia: era también una novela intensamente humana, dramática pero con un delicado humorismo, cualidades que llamaron la atención de Carlyle, Dickens y Savage Landor, escritores notables de su época. Y años después, cuando ya publicaba con Charles Dickens, éste le propuso editar por entregas su nueva y encantadora novela, Cranford, lo cual la hizo muy popular.

Si repasamos las obras de Gaskell, veremos que continúan reflejando sus preocupaciones sociales: la mujer abandonada a su suerte, la diferencia de clases, los niños sin posibilidades de estudiar.

Pero es en Cranford (pueblito donde habita un grupo de ancianas de la alta clase media campesina, con sus visitas rituales y sus misterios de entrecasa, con el telón de fondo de la Revolución Industrial) donde Gaskell demuestra, como autora, que la tragedia y la comedia pueden ir de la mano, ya con luchas obreras, ya con estas encantadoras viejitas que roban el protagonismo a las jóvenes que, desde siempre, reinaban en las novelas.

Elizabeth Gaskell murió en Helyburn el 12 de noviembre de 1856. Sobrevivió un año a su amiga Charlotte Brontë, pero en ese breve tiempo consiguió dejar su obra, por la que será siempre recordada: la vida de la autora de Jane Eyre, a quien no sólo respetaba, sino que amaba como a una hermana.

Siento una gran admiración por Mrs. Gaskell; habiendo sido criada en una sociedad hedonista, entre tazas de té, labores y servicios religiosos, encontró la conciencia social para revelar lo que ocultaban las primeras ciudades industriales.

Sugerencias:

1) Leer Villette, de Charlotte Brontë, excelente novela sobre las clases obreras.

2) Buscar por Internet la historia del Cartismo: les sorprenderán sus logros.

3) Ver la serie Cranford: no querrán que termine.