Cuando ya ni los números... por Cristina Bajo

Aquel poema lo leí el día que nació mi hijo Gustavo, luego extravié el libro y hasta hoy no había podido dar con él.

Cristina Bajo
Cristina Bajo

Semanas atrás, publiqué una nota titulada "Ten cuidado con lo que deseas" donde hablaba de un poema perdido. Lo leí el día que nació mi hijo Gustavo, luego extravié el libro y desde finales de la década de los 60 hasta hoy, no pude dar con él: creía que el autor era anónimo y no recordaba ni el título ni una frase completa para buscarlo en Internet.

Varios lectores me escribieron proponiendo autores, enviándome otros poemas semejantes y aclarando de dónde provenía la segunda historia anónima que refería al finalizar.

De este poema, sólo recordaba que hablaba de números, de relojes, de la magia de las palabras. Hoy, pensando en escribir sobre poesía, comencé a revolver entre los libros de poemas y en uno de ellos, entre Petrarca y Dante, Shelley y Bécquer, Poe y tantos otros, di con Novalis, un autor al que no he leído.

Bajo su biografía, encontré un título: "Cuando ya ni los números…". Y mi memoria trajo al presente, como si hubiera recibido un soplo al corazón, la habitación de la clínica, la ventana alta por donde unas hojas de parra me recordaban la casa de Cabana que había dejado pocos años atrás y la inquietud porque aún no me habían permitido ver a mi hijo y me acosaban esas leyendas urbanas que asustan a todas las madres en algún momento.

Esta mañana me desperté recordando ese poema, lo que es un poco raro, pero no demasiado, ya que Gustavo nació a fines de octubre y faltan pocos días para su cumpleaños.

No sé otras madres, pero yo tengo buena memoria para las fechas históricas y mala para las fechas familiares, lo que tampoco es raro: vivo sin calendario (sólo lo uso para compromisos impostergables), y se me pasaría mi propio aniversario porque no sé en qué día del mes me levanto.

Extrañamente –y eso sí es raro– suelen pasarme cosas desconcertantes: el primer aniversario de la muerte de mi padre lo recordé porque a la medianoche pasaron por televisión un documental sobre la Casa de la Cascada –del arquitecto Wright, muy admirado por papá–, lo que me hizo buscar un almanaque y descubrir que era ese día.

En otra oportunidad recordé el cumpleaños de mi madre porque una amiga me regaló en esa fecha un devocionario de 1837 –cien años antes de mi nacimiento–, y adentro venía una estampita de la Purísima Concepción, la advocación de María a la cual mi madre era devota. Sospechando de esas sincronicidades mías, de inmediato constaté que era su cumpleaños.

Encontrar este poema ha sido mágico, y por eso lo transcribo para ustedes: el texto parece escrito para este siglo y no hace casi doscientos años:

Cuando ya ni los números ni esquemas constituyan la clave de los hombres.Y aquellos que hoy cantan o que besan posean mucha más ciencia que un sabio; Cuando a una libre vida vaya el mundo y torne de esta vida hacia sí mismo; Cuando la luz y sombra nuevamente en claridad auténtica se unan; Y cuando en la poesía y la leyenda se halle la historia auténtica del mundo, entonces una mágica palabra ahuyentará a cualquier falsa criatura.

Sugerencias:

1) Conseguir Poemas tardíos, de Novalis, que reúne sus últimos versos, representativos del romanticismo europeo.

2) La traducción de este poema no es idéntica a la que tengo yo, pero tiene varias estrofas que no figuran en mi versión:

"Hay en la piedra un signo misterioso/ grabado en el fondo de su sangre ardiente/ es como un corazón en que estuviera/grabada la imagen de la desconocida./ Mil fulgores en torno de la piedra, /y una clara marea ondea alrededor./ Hay en ella enterrado el brillo de una luz,/ ¿será ésta un corazón dentro del corazón?"