A 5 años del atentado, Bonfatti dijo: "Nunca más volvimos a vivir en plena libertad"

El ex gobernador criticó la "canallada" de asociar su nombre con el narcotráfico por el avance de la causa judicial.

El diputado provincial aseguró que el episodio cambió su vida. (@antoniobonfatti)
El diputado provincial aseguró que el episodio cambió su vida. (@antoniobonfatti)

El ex gobernador santafesino Antonio Bonfatti publicó este jueves una carta abierta por el quinto aniversario del ataque a balazos contra su casa en la zona norte rosarina. "Nunca más volvimos a vivir en plena libertad", se lamentó el dirigente socialista sobre las consecuencias del atentado para su familia.

"Desde esa noche, nunca más pudimos volver a desarrollar nuestras actividades con la serenidad con la que solíamos hacerlo ni volver a vivir sin custodia policial", señaló en el texto que incluyó fuertes críticas a los opositores del Frente Progresista Cívico y Social.

Bonfatti recordó que desde entonces, la discusión política en torno al caso generó que se instalara "la infamia del narcosocialismo" y consideró una "canallada" asociar su nombre con el tráfico de drogas. Al respecto agregó que aquella campaña "continúa de manera sistemática a través de las redes sociales durante el mandato del ingeniero Miguel Lifschitz, desconociendo la escala internacional" de dicho problema.

A continuación el texto completo titulado: "Un atentado que inventó agravios".

Un atentado que inventó agravios Hoy, 11 de octubre, se cumplen cinco años del atentado a balazos perpetrado a mi casa en la ciudad de Rosario, en el corazón del barrio Alberdi, mientras estaba con mi compañera, durante el ejercicio de mi condición de Gobernador de la Provincia de Santa Fe.

Esa noche, cuatro desconocidos a bordo de dos motocicletas, efectuaron al menos veinte disparos de armas de fuego sobre la fachada de mi vivienda, varios de los cuales ingresaron a través de los vidrios a los ambientes donde nos encontrábamos. Mi casa no estaba custodiada, por una decisión personal: Nunca, en más de cuarenta años de vida política, ocupando las más diversas responsabilidades públicas, incluso habiendo sido detenido en la última dictadura, había necesitado de una protección especial ni para mí, ni para ninguno de mis seres queridos.

Aquél hecho, que claramente puso en riesgo nuestras vidas, alteró definitivamente nuestros hábitos familiares y nuestras costumbres de vecinos comunes. Desde esa noche, nunca más pudimos volver a desarrollar nuestras actividades con la serenidad con la que solíamos hacerlo, ni volver a vivir sin custodia policial. Nunca más, volvimos a vivir en plena libertad.

La ráfaga furiosa de balazos implicó, no tengo ninguna duda, un mensaje mafioso para toda la dirigencia política santafesina decente, emitido por quienes intentaban advertirnos sobre los riesgos que implicaban darle continuidad a un proceso que desarrollamos en mi gobierno y que concluyó con una sentencia inédita y ejemplar para el país, contra organizaciones delictivas.

Aquello fue uno de los hechos de violencia política más graves que recuerde nuestra historia democrática. Y, sin embargo, significó para nosotros un calvario que se fue multiplicando por la especulación y el aprovechamiento sectorial.

Desde el primer momento, bregamos por el esclarecimiento de los hechos, y colaboramos con todas las acciones que se realizaron desde la Justicia para la detención y el enjuiciamiento de los responsables. Fuimos y somos los primeros interesados en saber quiénes fueron y por qué.

Tras la detención de un sospechoso, acusado entre otros delitos de haber sido partícipe de la ráfaga de balas sobre mi casa, la Justicia me pidió que identificara y reconociera al detenido como autor del hecho. Tal como lo expuse desde el primer momento, me resultó imposible reconocer a nadie, ya que mientras se efectuó el ataque yo me encontraba junto a mi mujer en el living de la casa viendo televisión y en ese momento sólo atinamos a tirarnos al suelo. Fuimos víctimas de un atentado, y nos encontrábamos imposibilitados de salir a la calle para observar a nadie.

Sin embargo, es preciso aclarar, que el avance de la investigación judicial permitió que dos delincuentes sean condenados. Fuimos acusados falsamente por algunos dirigentes opositores y algunos medios, que señalaron que aquella imposibilidad de identificación implicaba el desistimiento de la acción de persecución a los culpables.

¿Cómo creyeron posible que identifiquemos como culpables a quienes no vimos disparar? ¿Cómo pretenden que mi esposa y yo pudiésemos ver a quienes dispararon cuando estábamos dentro de la casa? ¿Cómo poder verlos cuando ellos pasaron efectuando disparos raudamente por la calle?

En una República, basada en leyes y normas jurídicas ya establecidas, ningún hombre honrado puede señalar a quien no vio realizar una acción, como responsable de la misma. Ello no sólo implicaría el riesgo de cometer una injusticia, sino que, además, hubiese sido una grave acción de quien tenía la responsabilidad de ser el Gobernador de la Provincia de Santa Fe.

Entonces, no sólo fuimos víctimas de aquel tremendo atentado, sino que con el correr de los meses, recibimos una serie de imputaciones públicas, interpretaciones mediáticas y manipulaciones políticas sobre nuestro accionar en sede judicial, que nos puso de manera infundada bajo el foco de la sospecha, multiplicando el agravio.

Al atentado del que fuimos claramente víctimas, y cuyas consecuencias permanecen cada día en nuestra memoria y en nuestra cotidianidad, se agregaron otros atentados sutiles. Que dañaron, y continúan dañando, severamente nuestro honor y nuestro nombre.

Fuimos maltratados. Se instaló la infamia del "Narcosocialismo", y algunos legisladores mediáticos asociaron aquella balacera con un presunto vínculo de nuestro gobierno con el narcotráfico. Otros, con oportunismo electoralista, utilizaron a sectores de la prensa nacional para difamar y mentir sobre aspectos de mi vida laboral y personal, inventando situaciones que nunca existieron.

No hubo en estos cinco años —ni lo habrá-, un solo elemento real que pueda justificar la canallada de asociar mi nombre con el Narcotráfico, pero lo hicieron.

Nunca recibí un solo pedido de disculpas por aquellas difamaciones. No hay una sola razón para que quienes lo hicieron, tengan un mínimo motivo para sostener los agravios. Propagaron las infamias y cuando los hechos los desmintieron, callaron.

Fuimos víctimas de aquel atentado, y además, objeto de una campaña ruin, que comenzó en los albores del gobierno de Hermes Binner, estigmatizando a la ciudad de Rosario, que se acentuó durante mi gestión y que continúa de manera sistemática, a través de las redes sociales, durante el mandato del ingeniero Miguel Lifschitz, desconociendo la escala internacional de este flagelo.

Somos conscientes de las razones de esa manifiesta incomodidad en quienes se empecinaron en descalificar a nuestras gestiones con mentiras, porque no tuvieron nunca motivos reales para cuestionar nuestras políticas públicas. Políticas públicas que por otro lado son ejemplo de progreso, garantía de ciudadanía, expansión de derechos e inclusión social en nuestro país En once años de conducción continua del Frente Progresista en la provincia, con tres gobernadores socialistas, somos responsables, y lo decimos con orgullo, del manejo más transparente de los recursos públicos que recuerde la provincia, pero además, del mayor programa de inversión de la historia de Santa Fe en materia de salud pública, educación pública e infraestructura. Y no hay un socialista que se haya enriquecido tras pasar por la gestión pública.

Somos artífices de gestiones que jerarquizaron la institucionalidad, modificando el Sistema Procesal Penal, instaurando el sistema de Boleta Única de papel, avanzando en la depuración de las fuerzas de seguridad y modificando el sistema de nombramiento de jueces, con menor incidencia del poder político.

A cinco años de aquella noche que cambió la vida de mi familia y la mía para siempre, quiero expresar mi agradecimiento a todos aquellos que consideraron esa acción como lo que fue: uno de los más graves atentados en la historia de nuestra joven democracia contra un funcionario público electo por su pueblo.

Pero, además, quiero recordarles a las y los santafesinos y a las y los argentinos, que hoy muchos funcionarios judiciales, de seguridad y políticos de nuestra provincia siguen sufriendo los ataques de grupos delictivos que no se resignan al avance que hemos conseguido en la lucha, muchas veces solitaria, contra el delito organizado.

Fuimos víctimas, y otros lo siguen siendo en Santa Fe, porque combatimos y perseguimos al narcotráfico.

A cinco años de aquella balacera, estamos de pie y con la convicción de que tenemos que seguir trabajando para mejorarle la vida a quienes confiaron los destinos de una provincia, que aún en plena crisis política, social y económica, no ha tomado ninguna medida en contra de los intereses y las necesidades de sus ciudadanos.